La sangre se me congela, el cuerpo hace lo mismo, mis pies no quieren avanzar ni tampoco mi mente.
No, con él no. Con First no.
Quiero insultarlo, pero no puedo. Es mi padre.
Mi maldito padre.
—No sé cómo consiguió mi número, pero me llamo y no supe que contestarle. Me quedé en blanco.
La primera sensación de mi cuerpo fue el mareo bruto. Me tambaleé sobre mí mismo eje, gracias a Dani no me caí. ¿Cómo consiguió el numero de First? Si ni si quiera lo conoce y lo ha visto en su jodida vida.
—El no puede haberte llamado —Danilo contesto firme.
Tengo que hablar con Joshua. Magnus no puede llamar a mis amigos y menos, porque estoy segura de que lo ha llamado para dar con nosotros, preguntar.
Eso es inaceptable. En algún punto me suelto de mi novio y corro escaleras arriba, saco a lo loco mi teléfono y le marco a Joshua. La presión se me ha bajado y las manos me tiemblan. No a pasado ni dos meses. ¿Cómo? Maldita sea.
Vuelvo a marcar, me salta directo al buzón de voz.
—Deje su mensaje de voz al siguiente tono. —habla la contestadora.
—Joshua, mi… Magnus ha llamado a mi amigo ¿Qué mierda pasó con que de aplazarlo? Llámame cuando escuches el mensaje. Adiós.
Tiro el teléfono con furia a la cama. No, no, no ahora. Todo se acaba de ir a la mierda. ¿Cómo pudo conseguir el número de First? Nadie lo sabe, solo yo y los chicos y su familia.
—¡Lynsi! —Danilo llega a mi— Rubia, mírame.
Me coge la cara para mirarle fijamente. He llegado a un punto en donde orbito en mis propios pensamientos. Magnus, Magnus, Magnus. ¿Por qué quieres vernos otra vez, Magnus? No logro comprenderlo.
Creo que voy a llamar a mi abuela.
—Lynsi, escúchame.
Abro y cierro la boca, ni si quiera puedo hablar.
—¿Qué fue lo que dijimos la ultima vez?
No quiero verlo, jamás quise verlo. Renata me enseñó una foto suya cuando tenía alrededor de cinco años. Es un recuerdo que bloquee por completo. Verlo ahora me hará desmoronarme y Renata igual.
—Amor, ¿Qué fue lo que practicamos?
Respirar hondo y cerrar los ojos a menos que estemos uno frente al otro.
Inhalo y Exhalo. Uno, dos, tres, cuatro. Repito. Unos, dos, tres, cuatro. Cierro los ojos y me concentro en algo que me haga feliz. Él.
—Eso, muy bien —el castaño repite la acción junto conmigo— Vamos bien, no hay porque apresurarnos. Respira y bota.
Respiro y boto. Respiro y boto.
Es el tercer ataque de pánico que me da. Nunca me han dado, siempre ha sido miedo y ya. Jamás se me aceleró el corazón, me temblaron las manos y se me entumeció el cuerpo. Jamás.
Danilo tiene razón, todo esto es estrés y necesito soltarlo de alguna forma. No puedo tener estos ataques al recibir noticias como esas.
—Ya son tres.
—S-si, ya son tres.
Su frente se junta con la mía. Pasa las manos por mi cabello, peinándolo, luego las pasa por mi cara secándome las gotas de sudor. El corazón me revienta la caja torácica.
No me quise levantar de la cama por dos días seguidos. La insistencia de los chicos y el calor lograron sacarme de la habitación. Danilo se quedó a mi lado. Si yo no salía, él tampoco. Los chicos me dieron mi espacio y al día siguiente hablaron conmigo.
Me disculpé con ellos al arruinarles aquellos dos días en donde saldríamos todos juntos.
—Andrew —llamé al rubio— ¿Podrías hacerme un favor?
—Claro.
Los dos nos fuimos a la cocina. Los chicos se fueron a comprar al centro comercial del centro, Andrew decidió quedarse, se encontraba cansado después de la maratón que se dieron todos ellos en la arena.
Le entregué el papel, en aquel se encontraba un número. Joshua me lo pasó cuando hablamos por videollamada. Andrew frunció las cejas, no entendía nada. Yo tampoco, pero era algo que se me pasó por la cabeza ayer en la noche, Danilo me dio una idea, sonó descabellado. Bueno, es descabellado.
—¿Qué es eso?
—No se lo cuentes a nadie, ¿de acuerdo?
Asintió con dudas.
Solté la idea. Andrew, era inteligente. Confiaba completamente en él. Levantó las cejas, esperaba esa reacción. No me callé nada, le dije todo. Lo que pensaba hacer.
—¿Por qué no se lo dices a Danilo?
—No quiero preocuparlo más —revelé. Era por eso que quería su ayuda—. Ya bastante tiene conmigo y mi ataque de pánico, Andrew. No quiero que se preocupe y se aburra de mi…
—Él no te va a dejar por el problema que tienes —tomó mis manos—. Todo lo contrario, te entiende. Y…, no ha sido el único que pasó eso.
El pecho se me contrae ¿Pasó? ¿Qué le pasó a Danilo?
—¿Eh?
—No me corresponde decírtelo, Lynsi. Pero, la verdad, él también tuvo ataques de pánico —apretó la mandíbula—. El tema de Daemon lo afectó y la muerte de su papá igual. Luego de eso —trago grueso—… fue el año más duro de su vida.
¿Su…? Por dios.
—No pienses que te dejará al saber que tienes un problema. Nunca lo pienses, Hechevarria no es idiota y no te dejará ir fácilmente.
Y, ¿Cómo lo sabre? Siento que en un momento pensará en que soy una carga para él y no quiere problemas ajenos en su vida. Mi corazón esta en sus manos, si piensa destruirlo de esa forma ya no lo soportaría.
Me deshice de mi coraza, alguien penetró mi corazón y no estoy lista para que lo rompan otra vez.
—Quita esos pensamientos de mierda de tu cabeza, Lynsi. Danilo no es Daemon, ni otra persona que te ha hecho daño. No es un idiota, bueno, es un idiota que está enamorado hasta la medula; pero no un idiota de aquellos. Hare esto porque eres mi amiga y te quiero, ¿bien?
Las ganas de llorar se hacen presentes.
—Yo también, Andrew— me suelto para abrazarlo.
Julio:
—¿Puedo abrir los ojos?
—Aun no —me mordí el labio, nerviosa— Tranquila, ya vamos a llegar.
Editado: 31.12.2022