Los chicos sin hogar

(8) Etiquetas, discusiones y libros

Y después ya no me tenía a mi...

Resse.

Descolgué el teléfono mientras Oscar me miraba expectante desde su lugar.

—¿Bueno? —respondí esperanzada.

—Roselin, sabía que eras tu —dijo una mujer.

Mi ceñó se hundió por completo.

¿Había la posibilidad de que Andrew me hubiera dado otro número y el hombre que había respondido antes fuera otra persona?

No, era la voz de Andrew, hacia solo unos días que habíamos hablado, recordaba su voz mejor que mi propio rostro.

—Señora Caspiel —murmuré con un deje de decepción.

La hermana del padre de Andrew, su tía.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó con su dulce y ronca voz.

Esa señora olía a galletitas recién horneadas.

—Estoy bien, ¿Sabe algo de Drew? —me apresure a preguntar.

Ella se mantuvo en silencio y luego tomó un tono de seriedad.

—Mal —musitó.

Mi estomago se revolvió. Sentí un nudo atravesarme por la garganta, no podía ni tragar saliva.

—¿Qué pasó?

—Hace semanas que mi hermano enfermo —relató—, Andrew está demasiado preocupado y estresado, nos han dado muy pocas posibilidades de que se recupere.

Llevé mi mano a mi boca.

Andrew, la simple idea de verlo tan mal como cuando vivía en Vreinsfield me devastó.

—Ambos llegaron a entenderse, ¿sabes?, se habían vuelto muy unidos, se tenían el uno al otro —tomó aire profundamente—, se entendía tan bien, tanto que llegaron a empatizar casi a la perfección.

—¿Por qué no me dijo nada? Hablé con él ayer —mascullé.

Ella río por lo bajo, pero fue una risa más de pena y tristeza que de felicidad o diversión.

—No quiere preocuparte, nena —justificó—. Le dije hace unas semanas que hablara contigo, pensé que le haría bien.

—Lo hizo, llamó a casa —confirmé.

—Le dije que podía invitarte a casa unos días, tal vez lo haría sentirse mejor teniéndote cerca, estaba encantado con la idea —siguió—, incluso compró comida especial, betabel, naranjas, frutos rojos, cereales integrales y se leyó las etiquetas de todo lo que teníamos para descartar cosas con grasas o dulces.

La idea de Andrew preocupándose por mi dieta estricta me estrujó el corazón.

—Preparó una habitación para ti, limpió el polvo y se aseguró que fuera en el primer piso, así no tendrías problemas con las escaleras —añadió—, estaba acondicionando la casa para que alguien con...como tu —suspiró— pudiera estar ahí.

—Suena perfecto —sonreí a pesar de que no me podía ver—, madre dejaría que fuera, realmente aceptaría.

—Pero Resse —me detuvo—, no sé qué pasó, alguien llamó a casa hace ayer, y cuando colgó se fue de la casa y no llegó a dormir en toda la noche.

—¿Una llamada?

—Cuando regresó se deshizo de todo lo que había comprado, estaba furioso, se encerró en su habitación y no salió por horas —reanudó—. No sé quién lo llamó o que fue lo que le dijeron, pero él ya no espera a que lo visites.

Sentí el peso de sus palabras caer sobre mí como un balde de agua fría en pleno invierno.

—Pero, Andrew, él no...

—Me he estado quedando en la casa de mi hermano estas últimas semanas, y noté como hace unos minutos, cuando respondió tu llamada, pareció aún más frustrado, se fue a dar una vuelta y dijo que no lo esperáramos despiertos —recalcó—, no sé qué pasa, pero algo está mal con él, y creí que si tu venías él se sentiría un poco mejor, al parecer no es así.

—Lo siento tanto, señora Caspiel.

Sentí la mirada de Oscar sobre mí y lo miré por unos cortos segundos.

Tenía una ceja enarcada, sus ojos expresaban simple curiosidad, como si esperara a que digiera algo más.

—Cuando Andrew regrese —me volví a la señora Caspiel—, ¿Podría decirle que llamé? También dígale qué si necesita algo, lo que sea, o aclarar lo que tenga por aclarar, que me llamé, de todas formas —miré hacía el puente, recordando la vista que teníamos a la ciudad desde ahí—, no iré a ninguna parte.

—Lo hare, nena, espero verte pronto y que logres ayudar a Andrew, está un poco perdido desde lo de su padre.

Si el padre de Andrew muriese, lo más probable es que él termine tan mal como lo estuvo hace unos años, cuando vivía en Vreinsfield.

La mirada interrogante de Oscar seguía sobre mí.

—Ya podemos irnos a casa —le dije mientras me daba la vuelta para ir a la estación.

—¿Estás bien? —preguntó como si le importara.

Oscar tenía un tono de voz despreocupado todo el tiempo, como si realmente nada le importara. Realmente parecía alguien cruel con sus palabras cuando hablaba de tema ajenos, incluso sonaba peor cuando hablaba de sus propios problemas, como cuando contó que su padre había muerto y su falta de empatía hacia las personas. Oscar no era el tipo de persona que iba a consolarte, solo te diría unas cuantas palabras motivacionales sacadas de Facebook y luego se marcharía, no era el prototipo de persona que apoyaba a sus amigos.

Pero era mi parte del trato, y siempre pagaba mis deudas.

Sin él esta noche no hubiera podido venir hasta aquí, estaba tan asustada de salir hasta que recordé su propuesta. Tome su número de la página de consultas médicas de su hermana, y luego lo llamé, casi estaba segura de que diría que no, pero no lo hizo.

Ahora que sabía que Andrew estaba tan mal, pero que no me quería con él en su casa, muchas ideas tontas en mi cabeza cambiaban, necesitaba descansar y dormir. Tal vez y si convencía a mi madre de ir con Andrew luego de que La señora Caspiel le avisara a Drew que había llamado, que quería ir con él, cuando arreglara lo que sea que él estuviera pensando en este momento, entonces podría estar un poco más tranquila, hasta entonces, supongo que solo esperare a que Andrew Caspiel Grace deje de ignorarme.

—Si te gusta tanto la ciudad ¿Por qué no le pides a tu mamá permiso para salir? —preguntó mientras se acomodaba en su asiento.




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