Equivocación, fuga, se cancela, fallo...
Oscar.
Al llegar a la parte donde el camino se nivelaba, Resse se dejó caer agotada sobre el suelo mientras respiraba entrecortadamente.
—Eso fue —tosió—...horrible, no me dejes hacerlo nunca.
Se recargó contra un poste de luz y negó varias veces.
—Muy bien, tal vez muera ahora, así que encárgate de que todos mis libros se los den a Elliot, el merece más que nadie esa librería —alegó.
Me puse en cuclillas frente a ella y la miré incrédulo.
—No seas dramática.
—Si claro, dramática —cruzó las piernas y miró a la calle, no había muchas personas.
—Levántate, estamos cerca —le dije mirando hacia lo que quedaba de camino.
Una cuadra, o dos a lo mucho.
El mapa señalaba que no estaba tan lejos del centro comercial, así que debía ser por aquí ya que desde la altura en que nos encontrábamos de aquella calle, alcanzaba a ver el centro comercial, o al menos veía el letrero.
(7 Enero)
00:01
—Resse, vamos —la apresure.
Ni se había levantado, así que le extendí la mano para apresurar las cosas.
Ella la tomó y se puso de pie con dificultad.
Fue entonces, cuando la tomé de las muñecas para levantarla, que sentí su pulso completamente descontrolado.
Ni habíamos corrido o hecho algo que requiriera demasiado esfuerzo, solo subir esa inclinada calle, pero tampoco era para tanto.
Creí que lo había imaginado, así que, para asegurarme, pegué mi mano al pecho de Resse, sentí sus latidos incluso por encima de su abrigo, parecía que se le saldría del pecho por la forma tan descontrolada en que latía su corazón, en el peor de los sentidos.
—Resse, parece que te dará un paro cardiaco —le dije directamente.
—Estoy bien, pasa todo el tiempo —le restó importancia y comenzó a caminar.
—¿Estás segura? —me paré a su lado.
—Si, solo necesito descansar —respondió—, encontremos este nuevo lugar lo antes posible.
Nos encontrábamos parados frente a una casa grande de dos pisos, parecía la típica casa de las familias de estados unidos.
Resse se encontraba mejor, pero no del todo. Su pecho subía y bajaba de forma más controlada, pero, aun así, me causaba inquietud.
Subimos las escaleras de la casa y nos paramos en la entrada mientras discutíamos por quien debía tocar.
—Ossi, sé un hombre y toca esa puerta —me empujó.
—Tu eres más valiente —debatí.
Ella se enfurruñó en su lugar y miró hacia otro lado, ignorándome, dando a entender que ella no tocaría.
—Chiflada —mascullé no tan bajo para que lograra escucharme.
Me acerqué a la puerta y toqué el timbre, regresé mecánicamente a mi lugar junto a Resse.
Segundos más tarde de simple silencio, la puerta se abrió levente y de ella se asomó la punta de una cabeza, apenas y eran los ojos, dejó la puerta casi cerrada, sin dejar que entrara un poco de claridad a la casa.
—¿Quiénes son? —interrogó desde dentro.
—Hola —Resse dio dos pasos al frente para tomar las riendas de la situación—, soy Resse Grace, prima hermana de Drew Caspiel Grace, él recomendó tu casa como una pequeña parada para descansar en nuestro camino.
—¿Grace? —inquirió, suspicaz—, los Grace no tienen cabello castaño.
Resse dio un respingo y se acercó a la puerta a pasos lentos.
—Es teñido, para que no nos encuentren tan fácil —explicó.
Tomó la botella de agua que tenía en su mochila y mojó un mechón de su cabello, el agua resbaló por los peldaños de la entrada, llevándose el color chocolate de la punta de aquel mechón de Resse, rebelando su verdadero color azabache.
—¿Lo ves?
El chico cerró la puerta, pero tan pronto como lo hizo, la volvió a abrir, esta vez por completo.
—Entren, rápido, que nadie los vea —dijo apresurándonos.
Ambos nos miramos extrañados, pero hicimos caso al desconocido.
Cerró la puerta a nuestras espaldas y encendió las luces.
—Vaya, Rubén dijo que vendrían, pero no creí que llegarían con la estación tan llena de oficiales —comentó metiendo sus manos en los bolsillos de sus pantalones.
Caminó hacia la sala y nos ofreció asiento.
—¿Conoces a Rubén? —pregunté curioso.
—Es mi hermano —confesó—, el mando a Drew hasta aquí luego de pasar días en Crelsdil porque estaba trabajando allá.
—¿Andrew vivió en Crelsdil? —inquirí mirando a Resse, quien me dio una mirada que expresaba desconcierto.
—Estuvo solo unos días, no diría que vivió, solo se hospedo —aclaró—, en cambio aquí, estuvo por ocho meses en esta casa mientras trabajaba en el bar, conmigo —se señaló a si mismo con orgullo.
Resse se reacomodó en su lugar y se inclinó hacia el chico.
—¿Hablas enserio? —preguntó fascinada—, no tenía ni idea, de hecho, suena a algo que haría Drew.
El chico se levantó y caminó alrededor del sillón mientras nos miraba con curiosidad.
—Tengo varias habitaciones, pero la mayoría están ocupadas —contó—, Rubén me dijo que eran de fiar, pero yo no confío en el criterio de mi hermano idiota.
—¿Hermano idiota? —repite Resse, levantando las cejas.
El chico asiente con pesades.
—Siempre deja entrar a cualquier persona al hostal —comenta—, pero yo no soy tan fácil de engañar.
—Somos buenas personas, bueno, ella lo es —le aseguré enseguida.
—Él también —aclara Resse.
El chico se apoyó en el respaldo del sillón donde estaba sentada Resse.
—¿Cómo me confirmarías que eres la prima de Caspiel Grace? —le pregunta directamente.
Ella chasqueó la lengua y comenzó a rebuscar entre su mochila.
—No tengo teléfono o fotos, pero —sacó un sobre con dinero y una carta, sacó todo el dinero y lo revolvió con todas nuestras cosas en la mochila, solo se quedó con la carta—, es bien sabido entre las personas que lo conocen, que Drew no envía mensajes de texto nunca —le mostró la carta—, es de él, y tiene su firma.