Los colmillos de Rishaan

Parte 4. El último día

Seguía sudando por los nervios mientras volvía a la ciudad con aquel hombre, quien se ofreció a llevarme en su camioneta después de ofrecerme un pantalon y una camisa gastada y apestosa que tenía en el asiento trasero, el trayecto fue corto pero sentí que pasó una eternidad. Después regresaría por el auto. Su rostro estaba serio y no sabía si estaba por preguntarme algo o no y si hablaríamos al respecto. No tenia que ser un genio para reunir el rompecabezas y ponerlo al tope de la lista de los sospechosos que me salvaron la otra vez. El asunto de haberme convertido en hombre lobo ya era demasiado evidente para mí, y lo que aumentaba mi paranoia era si había visto mi rostro aquella noche, si me reconocía, porque si no era así lo fingía muy bien, demasiado bien.

-¿Es cazador?- pregunté arrepintiéndome por lo tonto u obvio que sonaba.

-El arma no tiene balas- dijo, no sé si tomándome el pelo.

-Nunca lo había visto por aquí, ¿vive en las afueras?

-No, solo que prefiero permanecer en casa. Yo si te he visto, desde hace mucho- dijo con una expresión fría, y me hizo sudar más, las gotas que se acumulaban en mis cejas caían a mis ojos ardiendo un poco. Los limpié con las mangas de mi camisa cuando prosiguió.-Eres Rishaan, conozco a tu padre desde que eras un niño.

Me detuve un poco, un segundo que me pareció eterno, necesitaba un plan porque no me gustaba a donde dirigía la conversación .

-¿Qué pasa?-

-Solo estaba ubicándome, desde aquí puedo caminar a casa, necesitan ayuda en el restaurante, lamento haberlo hecho cambiar de rumbo- dije esperando mis palabras tuvieran sentido.

-Tengo hambre-

Me sentí como si tuviera doce años de nuevo y un vecino me acompañara a casa para evidenciarme con mis padres por haber roto alguna ventana de su casa con mi pelota. Al igual que en los dos meses anteriores, mi fuerza física se sentía drenada, me sentía débil y con un ligero dolor de cabeza . Y en ese momento mucho más, sabiendo que aquello que saldría de su boca sería "encontré a su hijo con animales despedazados a unos metros". Y ante la falta de energía decidí tomar otra táctica.

-Me iré de la ciudad pronto- me arrepentí apenas lo dije, sobretodo porque su expresión no cambió, ni siquiera volteó a verme- Me siento asfixiado en esta ciudad y quiero probar suerte en el extranjero- mentí mientras tragaba saliva como si estuviera pasando una manzana entera por mi garganta.

-Que extraño lo que pasó con la chica desaparecida, creí que eso ya no sucedería tan seguido- dijo como respuesta mientras miraba de reojo una hacha por el retrovisor colocada en el asiento trasero y debo confesar que por un momento pensé en tomarla y terminar con esto. Pero fue una de mis sobrinas la que salvó el momento al correr hacia mí justo al estacionarnos y abrazar mis piernas justo cuando salí del vehículo haciéndome perder el equilibrio un poco pero al menos rompiendo la tensión.

-Apestas- me dijo

Lo miré a los ojos y por primera vez en toda la mañana me miró también. Sonreí incómodamente a la pequeña. Entramos al restaurante y la presión aumentó no solo ver a familiares reunidos por un desayuno que no me informaron sino por un par de policías que estaban interrogando a mis padres. Fui a cambiarme de ropa de inmediato, ni siquiera pude bañarme asi que la pesté continuó impregnada conmigo un poco. Cuando terminaron, el cazador se acercó a mi padre, lo saludó con un abrazo y se sentó a la mesa. Supuse que las armas las dejó en el auto porque no las llevaba consigo, solo un morral. Los policías pasaron a mi lado y fingí ignorarlos mientras reía con mis primos y los tíos que prácticamente llenaban el lugar.

-México está muy lejos- me dijo el hermano menor de mi madre mientras me entregaba un sobre con una generosa cantidad de dinero.

-Te dije que no lo consintieras- le reclamó mi madre y después me mostró una sonrisa- Quisieron hacerte una despedida simbólica, sabíamos que no lo aceptarías, es lo que se nos ocurrió- me dijo y me abrazó.

Como quisiera haberme detenido a disfrutar ese momento si hubiese sabido que no regresaría nunca, pero entonces mi atención se fue al morral que el cazador había dejado descuidada junto a la barra, así como mi intranquilidad por ir a mi habitación y descubrir lo que grabó la cámara. Necesitaba crear una distracción para descubrir qué tenía en su bolso, si no tuviese importancia lo hubiese dejado en el auto también, y solo cargar con su billetera pero no fue así.

Dije que tomaría una ducha porque ciertamente apestaba y aprovecharía para ir a mi habitación. Cerré la puerta con el seguro, conecté mi celular a la corriente eléctrica para poder utilizarlo, y abrí el menú de videos. Comencé a sentir punzadas en la sien cuando vi las imágenes por primera vez, la manera tan grotesca en que mi piel de inflaba y transformaba. La curiosidad me incitó a darle volumen a la imagen y esa fue una equivocación, solo pude soportar unos segundos antes de callarlo de nuevo. Hubo momentos en que solo veía de reojo la pantalla, pero necesitaba ver absolutamente todo. Comencé a sentir comezón en la piel, sugestionado por las imágenes. Subí al archivo a mi cuenta de Drive y me llevé el celular al baño mientras me di una ducha, pero por más que talla mi piel la sensación de desagrado no se iba.

Tardé mucho en bajar, al grado que mi madre tocó repetidas veces hasta que tuve el valor de salir. Me puse unos pantalones de mezclilla y el primer suéter que tenía a la mano, estaba llegando el mediodía pero tenía un poco de escalofríos. Las risas y el murmullo aumentaban gradualmente mientras más me acercaba a la sala. Entre ellos escuché al cazador con mi padre, con un semblante prácticamente opuesto al que tuvo cuando estaba conmigo, incluso se veía amable. Respiré hondo y me sentí mareado por un segundo así que me sostuve en un mueble y sentí la tela del morral. Miré fijamente al cazador antes de tomarlo y llevarlo a la cocina. Ahí salí al patio de la casa por la puerta trasera e inmediatamente revisé, había una cajetilla de cigarros donde quedaban solo un par, un paliacate que apestaba, y una libreta vieja con muchos apuntes. La necesitaba, pero robarla justo en sus narices no era lo más indicado. Revisé otras páginas y hablaba de una bestia, que describía precisamente como un lobo enorme, y algunos apuntes de teorías que a estas alturas no me resultaban descabelladas. Arriesgando todo, subí de nuevo a mi cuarto, tomé mi celular y capturé todo cuanto pude, pasaron no máximo de diez minutos pero sudaba frío pensando que me vio o se percató de la falta.




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