Finalmente volví a descargar las apps de redes sociales y descubrí decenas de mensajes de mis padres y de Adrith, preguntando primero ¿cómo te fue? después demandando enérgicamente con letras mayúsculas, ¿cómo demonios me había ido?. A todos les respondí lo mismo, que estaba bien y me estaba instalando, adjunté un par de fotos como prueba, la habitación más linda del departamento, una del atardecer en el centro y una del mercado con la variedad de frutas en uno de los puestos. Copié texto y pegué a todos. Solo a mi amigo le agregué una pregunta ¿cómo está todo por allá?
Salí con Sofía temprano por la mañana, pasamos al mercado pero a otra área, donde servían la comida. Aun no me acostumbraba al cambio de alimentación y aunque el pozole me cayó muy bien, no quise arriesgarme- Pedí unos huevos estrellados con tocino, algo básico, las tortillas estaban recién hechas así que pedí un par. Sofía no paró de hablar desde que salimos del edificio, dándome detalles del empleo, platicando sobre sus compañeros y sobre los jefes. Se trataba de una revista de variedad, lo mismo publicaban noticias del acontecer de la ciudad en artes como en actualidad, algo de salud y un poco de política porque era inevitable. La revista era impresa pero acababa de estrenar su sitio de Internet. La paga no era la mejor, asi que supuse solo sería un empleo temporal. El costo bajo de la renta era un aliciente, y por el momento solo pensaba en establecerme y comer, esos dos gastos eran los únicos que necesitaba cubrir. En el mercado había una carnicería y no me sentía atraído por la carne cruda que colgaba del local, eso me alivió.
Las instalaciones de la revista estaban muy cerca del edificio, a paso lento cerca de treinta minutos, lo cual me ahorraría transporte. Mientras caminabamos y escuchaba a Sofía, a veces confundido porque algunas de las expresiones no las reconocía, llegó un mensaje de Adrith bastante extenso. No quise presionarme así decidí ignorarlo y dejarlo para después.
No traje mucha ropa en las dos maletas que cargué, dejé espacio para libros y una figura de Shiva, no me decidía qué llevar en mudanza asi que no dejé mucho.No era una decisión complicada, había cosas más importantes que pensar. Llevé a la entrevista una camisa de manga larga a cuadros azules y un pantalón negro de mezclilla.
La fachada de las oficinas no tenían ningún logo, era como la entrada de cualquier casa, eso tampoco me dio mucha confianza, sentía ganas de irme pero Sofía estaba ilusionada y no quería decepcionarla. A un lado había un restaurante, ahí es a donde debía ir, así que en el mejor momento preguntaría sobre posibles vacantes ahí. Viví desde pequeño en cocina, ese era mi lugar. No conocía la preparación de la cocina mexicana pero eso no lo consideraba importante.
Habitaciones convertidas en oficinas, y cerca de treinta personas formaban el equipo. Alberto era el editor, el jefe supremo, un hombre con rostro preocupado, canas, de estatura media, amable desde el primer momento en que me recibió. Existían cuatro jefes de área que supervisaban las diferentes secciones, yo sería un comodín. De reojo miraba a Sofía observándonos desde lejos por una ventana cuando conversaba con él. No sonaba tan mal la oferta y el pago me dejaría libre un poco para gustos. Sin embargo creo que fue la presión que sentí de ella la que me hizo firmar.
Fuimos a comer al restaurante al lado, para celebrar ella y sus amigos pagaron mis platillos, era cocina sencilla pero muy rica. Sus encargados eran dos hermanos, Adrián y Marlena. Ella me pareció linda, y fue muy atenta. Mientras ellos platicaban y desahogaban la presión de sus jefes revisé el mensaje de mi amigo.
La sangre me bajó al piso en cuanto comencé a leer, Sofía me preguntó un par de veces si estaba bien, pero después me dejó, solo me observó mientras yo tragaba saliva. Me hablo de la bestia y relató todo lo que vio en las noticias, me lo platicaba con lujo de detalles como emocionado por compartirme una historia fantástica que jamás hubiésemos imaginado sucediera en nuestra ciudad. Habían encontrado a la chica cuando algunos perros la desenterraron por partes. No había conexión conmigo, solo que yo también la conocí, y sólo platicaba por compartirme aquello. Algo me tranquilizó por un instante. La bestia había matado de nuevo y yo ya no estaba ahí. Me platicó de dos casos más y las fechas eran recientes, hace uno o dos días. Eso me calmó pero no me limpió la conciencia.
Antes de regresar a la oficina le agradecí a los cocineros por los platillos, algunos de los chicos me vieron raro al hacerlo pero la sonrisa de ambos encargados valió la pena. Quería ganarme puntos para el día que decidiera ir a pedir trabajo. Pasé la noche leyendo una y otra vez el mensaje, mientras escribía en un cuaderno ideas para mantenerme oculto la siguiente luna llena y evitar un incidente, esperando encontrar una solución permanente que no incluyera mi muerte tampoco.