Los Colores de la Vida

12# Pecados

—¡Emily arréglate el vestido! —su madre se acercó hacia ella para luego acomodar su vestido.

—Mamá... Ya sé —aún no podía entender porque su madre seguía tratándola como una niña.

—¡Mary! —exclamó su madre saludando a la mujer que se acercaba a ellas.

—¡Sara! Estaba hablando con el padre... —dijo Mary apretando la biblia en su manos hacia su pecho.

Su madre empezó a conversar, miro a su alrededor y no había nadie conocido. Esta vez Hanna no había ido su madre y ella debían cuidar a su abuela.

Noah no pisaría la iglesia y mucho menos Felix.

Recorrió el largo pasillo y a lo lejos divisó a Zack que se encontraba hablando animadamente con unas señoras.

—¡Zack! —se aproximó hacia él, llevó su vista al cabello de este— ¿Qué te hiciste en la cabeza?

—Hola Emily hermoso tu peinado amigo, ¿no? —contestó divertido.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con curiosidad ya que nunca se imagino encontrarlo ahí.

—Lo mismo que tú —ella estaba a punto de contestar pero unos gritos se hicieron escuchar en toda la iglesia.

—¡Esto es una locura! ¡Una falta de respeto hacia Dios! ¡Usted prefirió cometer pecado antes que el amor del padre celestial! —el hombre con túnica tenía todo el rostro rojo debido al enojo— ¡No quiero verla aquí nunca más!

Aquellos gritos retumbaban en el templo.

¿Qué había ocurrido? Pensó mirando hacia el lugar donde salió la chica cubriéndose el rostro.

Ninguno de los presentes dijo una palabra.

Ella sólo se quedó al lado de Zack y tomaron asiento giro su mirada hacia atrás con el objetivo de ver a su madre.

—Esto va especialmente dirigido a los jóvenes de nuestra comunidad —habló el señor que anteriormente gritaba.

Su madre se encontraba detrás de ella, recorrió el lugar y detrás de su madre estaba él.

Los latidos de su corazón empezaron a acelerarse.

—...lo sagrado esta en la pureza, en el amor verdadero...—el hombre caminaba de un lado a otro— el respeto a uno mismo perder aquello que dios nos regala... ¿Con que objetivo? ¿Solo por el placer? —con cada palabra aumentaba cada vez más la voz.

Empezó a darse cuenta de lo que había pasado y su incomodidad crecía más y más.

—...¡rameras! Debería sentirse avergonzada... Su familia lo está pasando muy mal por esto ¡la reputación! ¡el honor! —el hombre volvió a sonrojarse — ¡no tendrían que entrar en esta iglesia! ¡Faltar el respeto a Dios! Estas personas no tienen el per... —ella ya no podía contener las lágrimas.

Muchos pensamientos se hicieron presente en su mente. No podía seguir allí giró su cabeza y su madre miraba a el pastor fijamente asintiendo en cada cosa que decía el hombre.

Pero su visión se cruzó con la de él, su mirada era fría pero su rostro estaba neutro.

Necesitaba salir de allí.

—Zack yo... Yo necesito... Salir —sus palabras salían dudosas de su boca.

Zack la miró con preocupación pero ella solo sonrió débilmente.

Salió lo más rápido que pudo tratando de pasar desapercibida.

El patio trasero era un hermoso lugar lleno de flores, pasto verde y un camino a una fuente.

Sin pensarlo más rompió en llanto.

—Emily... Yo lo siento —aquella voz la sobresaltó— creo que no hablamos sobre eso... Sobre aquella noche...

No podía creer y tampoco quería hacerlo, esa persona la cual era una de sus razones por la cual lloraba en las noches.

—No me digas nada y vete —respondió aún entre lágrimas.

El no tenía intenciones de irse sin aclarar las cosas, en el momento que vio salir a la castaña supo que tenía que hacer algo más.

—¡Maldita sea! ¡Quiero arreglar las cosas! —dijo levantando el tono y con molestia.

—¿Qué quieres arreglar maldito imbécil? —ella lo miro aun con sus ojos llorosos.

—¡¿Por qué complicas las cosas?! —ella estaba por contestar pero unos sollozos los interrumpió.

Ambos hicieron silencio para descubrir de donde provenían.

Se acercaron hacia un gran arbusto y detrás de el se encontraba Sam, quien era su compañera en la universidad.

—¿Sam? —Emily no dudó un segundo y se arrodilló a un lado de la chica que no paraba de llorar.

—Yo... ¿Por qué tienen que...ser así? —dijo entrecortado.

—Oye tranquila —sintió algo en su pecho e envolvió a la chica en sus brazos— todos cometemos errores somos humanos... ¿Por algo existe el pecado, no?

Trago saliva y no quería llorar de nuevo.

—Aquí tienes —Ethan extendió su mano hacia ellas con un pañuelo— no te atrevas a decir algo.

Como dijo el tomo el pañuelo y se lo dio a la muchacha que lloraba en su hombro.

—Ya tranquila aquí estamos contigo —sonrió mientras observaba como la chica limpiaba sus lágrimas.

¿Por qué? ¿Por qué todo tenía que ser así?

—Mi familia esta decepcionada de mi —pronunció estas palabras y nuevamente sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Puedes venir con nosotros si quieres –ella la invito amablemente.

—No quiero ser una molestia —Emily se levantó sacudió su vestido y la ayudo a que se pusiera de pie.

—Vamos —la tomó del brazo y se dirigieron hacia la salida.

Ethan venia detrás de ellas en silencio.

Las personas salían de la iglesia y miraban con desprecio a Sam.

—¿Hija que haces con esta mujerzuela? —las palabras que salieron de los labios de su madre la dejaron sorprendida al igual que a Sam e Ethan.

Los tres hicieron silencio mirando atónitos a la mujer que miraba con desagrado.

—¡Mamá! ¿Cómo puedes decir eso? —dijo con molestia en su tono.

—¡Es la verdad además no eres como esta cualquiera! —la mujer tomo de su otro brazo libre.

No podía permitir que su madre insultara de esa forma a Sam no era una criminal.

—Iremos por unos batidos —miró fijamente a los ojos de su madre que estaba inmóvil.

—¿Quiénes? —ignoró a los otros dos que la acompañaban.




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