Los Colores de la Vida

25# Día agotador

Habían pasado dos semanas desde que le había dicho a Ethan, en todo ese tiempo no se supo nada de él, era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Nadie sabía dónde se encontraba pero poco le importaba eso a ella tendría que criar a un bebé sola sin nadie a su lado.

Había estado algunos días en cama como el doctor le indicó pero tenía que volver a la universidad.

—Me parece muy bien señorita Miller en cuanto sienta que no puede, puede pedir el plazo para no perder exámenes pero trate de mantenerse al día con los trabajos, cualquier problema puede comunicarnos —la señora directora sabía lo que había ocurrido.

Salió de dirección y se dirigió a su casillero, por ese momento no había nadie en los pasillos así que se encontraba tranquila. Su barriga había crecido bastante y le era imposible ocultarla.

Recorría los pasillos recordando aquellas veces en la que se iba a la biblioteca. Se sentía tan sola que ese era su refugio. Por su mente se cruzó la idea de que en unos días sabría el sexo del bebé.

Pero la tranquilidad le duro poco el timbre sonó y los alumnos comenzaron a salir de sus respectivas aulas.

Tenía que esperar a Hanna.

Algunas miradas se dirigían a su barriga algunos sorprendidos, otros sonrientes.

Definitivamente todo el que pasaba por su lado miraba su pancita, no aguantaba estar allí y decidió que esperaría a Hanna en la puerta.

Salió evitando mirar a cualquier lado.

—¡Vaya!¡Vaya que sorpresa! —Connor se encontraba en la ronda con sus amigos— ¡mira a quien tenemos aquí a la zorrita de Emily!

—No molestes Connor —respondió tratando de pasar por su lado.

Pero él se corrió impidiendo que siguiera su camino.

—¿Es producto de tu abuso?¿Quién será el padre de ese bastardo? —preguntó en tono de burla.

—¡No compares a mi hijo contigo maldito bastardo! —solo reacciono y le propinó una bofetada— ¡A ti tu madre te abandono! ¡Estas solo!

—¡Maldita hija de perra!¡Me las pagarás!¡Ese bastardo no va a nacer! —gritó con enojo acercándose a ella de manera amenazadora.

Sus ojos desprendían enojo por  lo que ella acababa de decir. Emily retrocedió tropezando y  provocando que cayera sentada hacia atrás. El apretó sus puños enrojecidos por la presión, cerro los ojos esperando cualquier impacto pero llevando las manos a su vientre.

Pero alguien apareció y se interpuso, empujándolo y abalanzándose sobre el.

—¡MALDITO IMBECIL!¡LE HACES ALGO A EMILY O A NUESTRO HIJO Y TE JURO QUE TE MATO CONNOR! —luego de esto le propinó dos golpes en la cara.

La situación la había dejado inmóvil y sin palabras.

—¡Emily! —Hanna la tomo de los brazos y la ayudó a levantarse.

Todos alrededor habían quedado en silencio por la situación y por las palabras que salieron de la boca de Ethan.

—¡Emily! —él rápidamente se alejó de Connor que también había quedado en silencio y con el labio sangrando.

Volviendo en si se levantó de su lugar mirando con enojo a Ethan.

—¿Qué haces? —gritó para propinarle un golpe en el pecho— ¡¿Como te atreves a venir aquí imbécil?!

—Emily tranquilízate que le hace mal al bebé por favor —Hanna la tomó del brazo para alejarla de allí.

-.-.-

Aquella mañana la había dejado anonadada Ethan luego de dos semanas se apareció allí.

¿Dónde había estado todo aquel tiempo? No lo sabía y tampoco quería saberlo.

Hacia dos semanas que tampoco iba a trabajar así que se dirigió hacía la pizzería por lo menos allí podría distraerse.

Al llegar recordó porqué había empezado a trabajar allí.

Lo siento mi pequeñito

Una lágrima salió de su ojo. Definitivamente el embarazo la había vuelto más sensible.

Entró al lugar y se dirigió a la caja, al ver quien se encontraba allí su cara cambió.

—Emily —dijo él mirando expectante a la reacción de la pelirrubia.

—Quiero una pizza a la napolitana por favor —dijo ignorando a él por completo.

Tomó asiento en una de las mesas que daba hacía la calle.

En el lugar no había casi nadie, la música estaba a volumen bajo y por el vidrio veía los autos pasar, era un bello atardecer.

En frente suyo alguien tomó asiento.

—Emily quiero que hablemos por favor —al decir aquellas palabras dentro de ella sintió como si tuviera un pececito que se movía— se que estuvo mal como reaccioné...

Cada palabra que él decía era como si el pececito se moviera aún más. Sus ojos se cristalizaron, y su mirada se dirigió a Ethan quien ahora miraba preocupado.

Al callarse el pececito dejó de moverse, ella posó una mano en su vientre para tener cuatro meses el bebe se movía mucho.

Era la primera vez.

—¿Emily te sientes bien? —el se levantó de su lugar y se sentó al lado esperando alguna respuesta de su parte.

—Nunca se movió de esa forma —dijo entre lágrimas sin despegar la mano de su barriga.

Ethan

Ese era su momento sin decir nada levantó su mano llevándola al vientre de Emily.

—Perdóname Emily —soltó— y perdóname tú también pequeño —al decir aquellas palabras sintió el movimiento debajo de su mano.

Aquel momento lo dejo sorprendido.

—¡Se movió! —dijo sorprendido al percibir otro movimiento.

—¿Te das cuenta del daño que me causas a mi él también lo siente? —sus ojos estaban rojizos por tanto llorar.

Aquella situación no le agradaba para nada.

—Emily no quise hacerles daño —era la primera vez que sentía una ganas tan intensas de llorar.

Ella sólo desvió su mirada y apartó su mano lentamente.

No, no quiero que te vayas...no se vayan...

Pero Emily estaba decidida a salir de allí.

Emily

Luego de aquel encuentro con Ethan volvió a casa y sin su pizza.

El timbre sonó.

No estaba esperando a nadie. Abrió la puerta y frente a ella estaba su madre.




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