Despierto a las cinco y gruño. Dormí solo una hora me duelen los ojos y todo mi cuerpo troncho, estoy adolorida, me desvele terminando los planos de Marco y ahora mi cuerpo pasa factura.
Ya falta poco para que cambien mi horario de trabajo a uno más cómodo. En el horario que tengo trabajo todos los días hasta las siete, solo falta dos semanas para que acabe mi tortura.
Me levanto de la cama y voy al baño, pero como el mundo odia a Karen Parker, me llevo un buen golpe en el dedo pequeño, ahogo un grito de dolor y la uña de mi pequeño dedo sangra, curo la herida y hago mis necesidades, luego salgo a la cocina teniendo cuidado al pisar por mi pequeño dedo herido y me dispongo a hacer el desayuno y preparar la lonchera de noah.
Ya todo listo entro a la habitación de Noah, lo despierto, hago que se aliste dejando su uniforme sobre la cama.
Entro en mi habitación, la ordeno y entro al baño para luego comenzar alistarme. Elijo un jean azul oscuro y una blusa blanca encima me pongo una chaqueta marrón claro y unos zapatos bajitos ya mis pies sufrieron bastante y eso que no ha empezado bien el día. Para mi cabello hago una coleta. para finalizar me maquillo para ocultar las ojeras.
En la mesa ya se encuentra Noah listo y comiendo, hago lo mismo hasta que llaman a la puerta. Creo saber de quién se trata. Abro la puerta y veo a la señora de enfrente.
—señora Anderson— digo a modo saludo. Ella es mi vecina, que siempre me busca pretendientes sin que yo se lo pida— aquí tan temprano—la señora sonríe.
—no me vas a dejar pasar— me hace a un lado y pasa como perro por su casa.
—señora Anderson no puedo recibir visitas en estos momentos voy de salida— trato de llamar la atención de la señora que no me hace caso.
— donde está el pequeño Lucas— va a la nevera y toma jugo directamente del envase.
—Noah—corrijo rodando los ojos —está arriba buscando su mochila— digo cuando se sienta y comienza a comer de un pan relleno que quedo sobrante— más bien dígame ¿a qué debo su visita? — digo mirando mi reloj. ¡Excelente! ya voy tarde.
—Dios niña y esos modales no sabes que soy mayor que tú y me tienes que respetar—Se enfada la señora Anderson levantándose retrocedo, camina a paso apresurado hacia la puerta, voy detrás de ella— he hecho que mi sobrino quede en una cita con usted— suelta sin más deteniéndose frente a la entrada de mi casa. Abro los ojos sorprendida.
— ¿has hecho qué? — hablo medio grito por el atrevimiento de la señora.
—Bájame la voz mocosa—apunta con su regordete dedo rozando —mi nariz —y no te estoy preguntando te estoy avisando... es el sábado a las ocho— me mira de abajo hacia arriba con desagrado— y vístete decente— iba a responder, pero cerró la puerta en mi cara. Literalmente en mi cara, me sobo la nariz. Si antes me dolía el cuerpo a hora me duele la vida.
—Noah— le llamo y baja enseguida— vámonos ya, se nos hizo tarde.
—Mami, ¿qué quería la señora Anderson? — pregunta mi niño desde el asiento trasero del auto— y ¿por qué tienes la nariz roja?
—Me invito a una cena el sábado— le cuento omitiendo casi toda la verdad—y sobre mi nariz me choque con la puerta.
—Ah... Y.… puedo ir— pregunta entusiasmado.
—Lo siento hijo es una cena de adultos —se entristece— vamos Noah no te pongas triste será súper aburrido— lo animo un poco.
Mi hijo se baja del auto dejándome un beso en mi mejilla, me despido también de él y dejo que entre a su escuela. Manejo a mi destino oficial mi trabajo. VMLconstructora.
Llego a la empresa y ... esperen... ¡sorpresa! el ascensor se descompuso ¡genial! Yupi. Parece que hasta aquí están colaborando para hacer mi día peor. Sin más opción subo al quinto piso por las hermosas y maravillosas escaleras.
Voy a la sala de juntas después de llevar mis cosas a mi oficina. Soy unas de las arquitectas principales y por ende debo participar.
Dos horas después
Sé que me quejo mucho, pero me duele el trasero y tengo jaqueca cuando toque la hora de almuerzo tomare unas cuantas pastillas.
De paso a la oficina me enterró que sustituyeron al pervertido de Peter el director de la empresa, lo demandaron por acoso y lo tiene bien merecido, ese hombre se insinuaba con todas y si no le hacían caso te hacia la vida un infierno. Yo tuve que aguantarme ese infierno.
De seguro es por eso que no lo he visto en todo el día. Pero ¿quién abra ocupado su puesto hoy en la sala de junta? el día de hoy solo me he preocupado a que llegue a su fin.
Tocan la puerta de mi oficina, dejo que pase y veo a Marco entrar.
—Lo tienes— me pregunta refiriéndose a los planos. Le indico con el mentón done se encuentra y los toma como si fuera la cosa más valiosa de su vida— gracias Karen me has salvado el trasero— sonríe. Solo asiento con la cabeza mirando hacia la nada— que te ha pasado en la cara—dice con gracia sentando en la silla que está en frente mío—escapaste de un circo—ríe. Siento que aquí no me respetan.
Me recuesto sobre la silla giratoria y llevo mis manos al puente de mi nariz. ¡Agh! creo que no ha entendido que no quiero hablar.
—si te vas a quedar puedes por favor cerrar la boca— digo con fastidio en un tono muy bajo.
—que has dicho Karen—ríe a carcajadas— Karen está enojada, Karen está enojada— canturrea—sabes Karen estas faltas de un buen polv-
— ¡que te calles la maldita boca! — grito tan fuerte que creo que se escuchó en el último piso de arriba. Por otro lado, Marco me mira con cara de horror como si hubiera visto un fantasma y sale despavorido. Estoy un poco alterada y calmo mi respiración no veo la hora de que salga de aquí. Estoy al borde del colapso que creo que si el diablo me ve sale corriendo.
.......
Al fin libertad. Después de lo que paso hace unas horas nadie se atrevió a entrar en mi oficina. No me gusta reaccionar así, pero es que me tenía harta y hoy no vine tampoco de buen humor que digamos.