Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 02: Todo está mal, Joanne.

Unos días después.

Estaba en la bañera, con un frasco de pastillas en mis manos, no soportaría una humillación más por parte de mi mamá, quizá lo mejor sería terminar todo esto aquí. Y las tragué como si fueran dulces caramelos.

Y me hundí en la bañera.

No sé cuánto tiempo pasó, pero todo era borroso y mi pecho subía y bajaba, la persona que estuviera frente a mí me gritaba "Que no me fuese", era un grito desgarrador.

¿Cómo alguien puede sufrir de esa manera por mí?

Mi boca era invadida por las manos de este, sentía la bilis subir por mi garganta. Cuando estuve en mis cinco sentidos miré al chico de piel suave frente a mí, con el rostro hundido en lágrimas.

— ¡Maldita sea, Joanne! ¿Por qué lo hiciste, mi amor? Estuve a punto de perderte— Me abrazo en un abrazo firme y sostuvo mi rostro.

— ¡Perdona me mi amor! —Solté en llanto.

—No vuelvas hacerlo nunca más, ¿Entendiste?

17 de Abril de 1991. Un mes después.

Romina tomó mi cabellera, ella me ayudaba a peinar los cabellos rebeldes de esta misma, mi corazón estaba tan agitado tan lleno de emoción. ¡Dios!

Tenía un obsequio en mis manos temblorosas, esperaba que este obsequio sea del agrado para quien corresponde.

— ¡Basta, Joanne! Le encantara— Dijo mi compañera de salón.

— ¡Okay, Okay, estoy bien! —Respiré profundo. — ¿Cómo me veo?

—Fabulosa, ahora ve, no pierdas más tiempo. —Dijo dándome pequeños empujoncitos por la espalda.

Caminé fuera del baño. A paso lento y tímido.

El motivo de toda esta locura es que llevaba un obsequio en mis manos y una respuesta a la propuesta de Milton, la noche anterior, llegó a mi casa, entró por la ventana y me propuso estar con él por el resto de nuestras vidas. No en sí el matrimonio, era una promesa.

Y mi respuesta era totalmente un "Si".

Era la única persona que me hacía feliz y que me demostraba que me amaba, nuestro amor es una locura, lo sé, pero somos tan jóvenes para esperar más.

Llegué hasta el aula de Milton, afuera estaban un par de amigos de él, quien tenían en sus rostros una sonrisa lujuriosa.

—Hola, chicos ¿Han visto a Milton? —Mencioné tímida pero alegre.

Ambos quitaron su sonrisa y se observaron el uno al otro.

— ¿Qué pasa? ¿Se quedaron mudos? —Sonreí de nervios.

—B-Bueno Joanne, Milton nos dijo que no vendrías a la preparatoria hoy, por problemas. No esperábamos verte aquí. —Dijo tartamudo.

—Bueno sí, pero no podía faltar necesito hablar con él. —Mencioné alegre y enseñé mi muñeca con el anillo de promesa en mi dedo anular— ¡Le diré que sí!

Ambos parecían haber estado en un funeral, sus rostros eran tristes.

—Bueno, ¿Saben dónde está? —Pregunte al fin.

—Él está en el salón, Joanne.

— ¡Perfecto! Iré a dentro. —Dije y pase por en medio de los dos.

— ¡No! —Me detuvo el otro chico — Él Hmmm... ésta ocupado en unas actividades pendientes.

—No hay problema, puedo ayudarle, es mi novio, Jean Carlos. —Dije intentando pasar entre ambos.

— ¡No! Joanne, míralo más tarde. —Insistió.

—No chicos ¿Qué pasa? ¿Le pasó algo?

Mi cuerpo comenzó a tensarse por la preocupación y el agarre de estos dos compinches de mi novio.

—No, él está bien, solo quiere estar solo.

Mi cuerpo se relajó cuando el amigo de mi novio me dijo que él estaba bien. Entre forcejeos y de más llegó mi amiga Romina quien los fulminó con la mirada y dijo.

— ¡Basta! Tontos, ¿Qué no ven que ella quiere darle una sorpresa a Milton? ¡Quítense!

La voz de mi compañera de artes marciales hizo que ambos consiguieran moverse.

Con una sonrisa en mi rostro abrí la puerta y conseguí entrar al salón.

La escena frente a mí, estaba más que clara, sobre el escritorio del profesor estaba Milton con los pantalones abajo y una chica rubia sobre él. Ambos soltaban pequeños quejidos de lujuria.

Mi corazón dio un último latido en ese momento, mi pecho dolía y quebré en llanto. En cuanto al par de infieles sobre el escritorio, solo consiguieron mirarme y separarse al fin.

—Joanne, N-No es lo que parece amor.

Pude haber me ido hace milésima de segundo, pero no, aún estaba aquí, tratando de asimilar lo que acababa de pasar.

Milton subió sus pantalones y rápido tomo mi rostro entre sus manos.

Tragué duro.

—Puedo explicarlo, Joanne. N-No es lo que piensas. —Dijo alarmado.

Mi mirada estaba en un punto imaginario, en ese momento solo podía existir mi mente y yo, en cuanto volví a la cruda realidad lo mire y le di una cachetada en la mejilla.

<<Y entonces te das cuenta, que cuando eres joven amas tan estúpidamente a quien quizá no lo merece, trabajas muy duro por un amor que no lo aprecia y después todo tu mundo tambalea>>

—Ya no importa más el "juntos para siempre".—Mencioné con el corazón hecho pedazos y mis lágrimas cayendo por mis mejillas.

 




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