Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 22: Lazos.

Las palabras del abuelo de Joanne me mantenían dando vueltas en la cabeza. ¿Eso significa que confía en mí?

No podía borrarlo de mi mente, y tampoco podía borrar la sonrisa en mi rostro y el extraño sentimiento de "satisfacción" que se había colocado en el pecho desde que le di la espalda al señor Lean.

De pronto la imagen de mi apuñalando a Jasón en la fiesta de Jimmy me perturba y la imagen de Joanne asustada de mí y sus lágrimas empapando sus mejillas por mí, me hacen sentir miserable de alguna manera.

¿Por qué fui un idiota?

Ah, ya sé. Ese bastardo quería sobrepasarse con Joanne. Me enferma la sola idea de recordar las manos de ese idiota subiendo por sus piernas, y de repente el odio incrementa en mi sistema...quería matarlo de nuevo. Juro por Dios que quería destrozarlo.

Comenzaba a preguntarme si...todo esto... iba más allá de "la protegí porque era mi deber" o si de verdad Joanne estaba tomando un pedazo de mi corazón.

Parado frente a la puerta de madera de mi casa, inserté la llave y después empujé la puerta. Encendí las luces cuando di un paso adentro, la extraña sensación de vacío me hace recordar que estaré solo este fin de semana, a decir verdad, he estado solo desde que mamá...murió. Pero se volvió una rutina llegar a casa y que me recibieran con gritos y algunos ojos morados, mi padre siempre lo ha hecho de la manera difícil.

Cerré la puerta y por primera vez en días sentí paz interior, sentí por primera vez en años que estaba seguro en mi propia casa. Quité mi chaqueta y la colgué en el perchero.

Sentía la cara adormecida aún por la pelea de esta noche, lo mejor era que fuera arriba y me bañara para quitar la pintura verde por completo y desinfectar mis heridas por segunda ocasión. Brinqué los escalones de dos en dos, corriendo el peligro de dejar peor mi cara si tropezaba, pero la vida es un riesgo y era muy flojo.

La llave que me brinda el agua caliente, comienza a llenar la tina, pronto el espejo se ve afectado por el vapor que esta provoca.

Mientras que la tina se llenaba, comencé a quitar la pintura verde que aún quedaba en mi rostro, la verdad era que, a pesar de estar todo jodido, había dado una muy buena batalla para ser el debilucho que no practica ningún deporte.

Froté mi rostro un par de veces con jabón y pronto el agua del lavabo se escapaba por el resumidero con la pintura verde.

—Mierda, duele hasta el...—Me contuve y exhalé un par de veces. —¡Ah, pero bueno para dártelas del héroe! —Me regañé a mí mismo, apuntándole a mi reflejo.

Comencé a desvestirme y cerré la llave de agua caliente cuando creí que era suficiente.

—Muy bien, me baño hoy y mañana no....—Me susurré. —Tengo que cuidar el planeta ¿no? —Me sumergí en la tina, quejándome al sentir mi piel arder por el agua caliente. Recargué mi cabeza hacia atrás, tratando de relajarme y acostumbrarme al agua que parecía lava.

Estar en silencio me hacía darle más vueltas al asunto de esta noche, pero...no podía evitarlo.

Seguía preocupándome mi comportamiento, la persona que estaba golpeando a Jasón, no era Jackson Williams... era un loco enfermo, consumido por el odio y las enfermizas ganas de asesinarlo...podría jurar que ... era como mi padre, y eso... me aterraba. No quería ser como él, le había causado tanto dolor a mi mamá y yo no quería causarse lo a Joanne.

Joanne.

¿Joanne? ...

Pude haber dicho "no quería causarle daño a los demás" podría haber dicho a cualquiera, pero no.... ella estaba en mi oración, ella ya estaba en mi vocabulario. Me quedé pensativo con el rostro fruncido. Joanne, la chica que juraba que era insoportable y que todos la sobrevaloraban cuando llegó, Joanne, la chica latina que no tenía conexión en mi vida, y por la cual ahora podría matar a cualquiera que se cruzara en su camino queriéndola tocar.

Un extraño sentimiento se me arremolina en el abdomen y comienzo a sentirme un completo bobo. Mierda, Joanne ¿Qué es esto? y porqué demonios ahora estoy pensando en ti.

Mierda.

Mierda.

Me pegué en la frente con la palma de mi mano, lo había olvidado, ella estaría esperándome despierta hasta que le llamara. Me paré en la tina y salí sin importarte tirar gran cantidad de agua al poner mis pies en el suelo del baño.

¿Cómo pude olvidarme de llamarle?

Tomé el teléfono de mi mesita de noche y marqué el número que ya era costumbre marcar.

Un timbre sonó. Después del tercero alguien contesta, mantengo mi sonrisa y después se desvanece al saber que no era quien creía que contestaría.

—¿Diga? —Pregunta, la abuela de Joanne con un todo adormilado.

Sobé mi nuca en vergüenza y contesté tímido: —Hola, señora Lean, soy Jackson. Disculpe la molestia ¿Está Joanne? Sé que es tarde... pero quería avisarle que llegué bien a casa.

—Oh, Jackson. Gracias a Dios que llegaste bien, hijo. Joanne, se quedó dormida apenas te fuiste, estaba muy agotada, cielo.

El sentimiento de "decepción" se acumula en mi abdomen.

—Ya veo, entiendo. Lamento despertarla, si ella despierta y pregunta... ¿puede decirle que llegué bien? —Le pedí.

—Por supuesto, hijo. Yo le digo, buenas noches. —Dice amable.

—Buenas noches. —Susurré y ella cuelga. Presioné el botón para colgar y me quedé ahí sentado, pensando en un millón de cosas.

¿Y si ella ... estaba despierta y no quiso contestar? Quizá ella ahora me veía diferente... y ella se separaría de mí por mi reacción.

La preocupación me carcomía y me mantenía despierto, recostado en la cama y desnudo porque no había tiempo de ponerme el pijama.

Mierda, Joanne. ¿Porque me pasa todo esto a mí?

>>>

El reloj alarma suena a las seis exactas y golpeo sin tener éxito, pegándole a la mesita de noche. —¿No puedes sonar en media hora y que siga siendo las seis? ¿No te has dado cuenta que he dormido sólo una bendita hora? —Le dije al reloj. —¡Joder, debo estar volviéndome loco, por estar hablando solo! —Dije y apagué el reloj.




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