Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 23: Comida mexicana una parte de ti.

El abuelo de Joanne tose y ella suelta una risa leve, y la suelto. —Sí, abuelo, ya sabemos. —Dice y me mira. —Estamos bien.

—Estamos bien. —Repito y miro a su abuelo. —Lo siento, señor.

Su abuelo asiente. —Ya es tarde ¿no crees? —Dice su abuelo, debido a que la había abrazado hace unos segundos, ambos soltamos una leve risa y asentí.

—Con permiso, señor. —Le digo y bajo los escalones.

El camino a casa fue vacío, la verdad era que no quería estar en casa solo, y de verdad moría por comer algo, entonces decidí desviarme en el camino hacia el centro de la ciudad. La ciudad estaba llena de parejas riendo y paseando bajo este frío, y ahí estaba yo, caminando por la cera con las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón y solo como nunca antes.

En mi cabeza estaba pasando una y otra vez el rostro cerca de Joanne, el cual estaba a punto de besar, y algo dentro de mi estómago brotando sentimientos nuevos.

Me quedo parado frente a una ventana grande cristal que mostraba la gente de adentro comiendo. Mi estómago gruñe y me siento apenado ahora mismo.

—Si no le das de comer, va a terminar devorándote. —Dice esa voz, que provocó que mi corazón comenzara a latir más rápido y la miro. Sus mejillas rojas y esa sonrisa blanca, sonreí apenado y ella no paraba de sonreír.

—Hola, Joanne. —Le digo.

—Hola—Dice con una sonrisa. No tenía ni diez minutos de haberla visto, me sorprendía que estuviera aquí.

—¿Qué haces aquí? —Le pregunto.

—Bueno, no terminamos de hablar.

La miré extrañado. —Creí haberlo dicho todo. —Le digo.

Ella niega. —Bueno, supongo que fue una pésima excusa para salir de casa y alcanzarte.

—¿Has estado siguiéndome? —Sonreí.

—Bueno...si lo dices de esa manera, parece algo psicópata. —Reí. —¿Aceptarías ir a cenar conmigo algún lado? —Sus palabras hacen que mi rostro forme una sonrisa.

—¿Es acaso una cita? —Bromeo.

—Por supuesto, después de que aceptes, puedo dejar que pagues la cuenta. —Ríe.

—Me has convencido. —Le digo y estiro mi mano, para que me acompañe. Ella toma mi mano y juntos entramos a ese restaurante, todo estaba tan fino y elegante.

—Buenas noches ¿Tienen reservación? —Nos pregunta la chica mirándonos con desagrado y ambos nos miramos, sonriendo, juntos negamos. La chica nos mira algo molesta. —Si no han reservado, no pueden comer aquí. Este lugar sólo aceptamos a personas de clase.

Fruncí el ceño. —¿Disculpa? —Dije algo extrañado.

Joanne toma mi chaqueta, jalándola un poco. —Vámonos, esto es muy aburrido para nosotros. —Ríe y mi boca emite una sonrisa.

—Vámonos. —Digo, Joanne empujó la puerta de cristal y caminamos por la cera.

—Sé de un lugar que venden buena comida y que te gustará. —Me dice y me limité a verle.

Sonreí. —Bien, llévame. —Le dije y ella sonríe.

Joanne toma mi brazo y comienza a caminar, hasta llegar a un pequeño local que estaba a unos locales cerca de donde estábamos "Mexican World".

Comida mexicana.

Sonreí y miré a Joanne, quien estaba esperando por mi reacción. —¿El mundo mexicano? —Reí por el nombre del restaurante. —Comida mexicana.

—La verdad es intento de comida mexicana. —Me dice con una sonrisa. —Ya que somos amigos, me gustaría mostrarte un poco de mi... y al parecer no hay mucho aquí de mí, pero sería grandioso que lo probaras. —Me dice. —¿Estás de acuerdo con eso?

Le sonreí con una sonrisa amplia. —Definitivamente, Lean.

Ella sonríe y toma mi mano para que la siga. Al entrar la música muy conocida de México acarician y endulzan mis oídos, la temática mexicana con sus respectivas vestimentas revolucionarias, el bigote, y el sombrero un símbolo muy conocido, me hacían sentir fascinado.

—¡Guacamole! —Gritaron las personas al entrar, el acento británico mezclado con una palabra mexicana era totalmente divertido, ambos reímos.

—¡Uuuy si, igualito su acento!—Dije serio, haciendo estallar a carcajadas a Joanne.

Joanne constantemente me miraba con una sonrisa al ver que estaba viendo el lugar. —Es fantástico. —Le digo.

Nos sentamos en una mesa, una señorita nos trajo las cartas, comencé a leer sin conocimiento alguno. Y Joanne parecía divertirse muchísimo con eso. —¿Qué es una "Caguana"? —Reí, sonaba chistosa la palabra. Las mejillas de Joanne comenzaron a teñirse de rojo y después soltó una risa.

Caguama. —Me corrige. —Es cerveza, en un envase largo y gordo de cerveza.

Reí. —Vaya, suena divertido. Es decir, con todo ese alcohol seguro harías un buen show.

Ella ríe. —Seguro.

Ambos guardamos silencio y nos miramos. —¿Y bien...dónde está tu bigote? Comienzo a dudar que seas mexicana. —Le dije esbozando una sonrisa y ella estalla en carcajadas.

—Me depilo continuamente. —Me sigue la broma, parando el pico.

—Deberías hacer comerciales sobre la depilación, eres muy buena, no se te nota. —Reí.

La mesa estaba inundada de nuestras risas, y algo dentro de mí quería estar siempre así.

La chica se acerca y nos sonríe. —Buenas noches, Hmmm ¿ya han decidido que pedirán? —Menciona algo con dificultad, ya que se notaba que era británica y estaba apenas acostumbrándose al español.

—Yo...—Miro a Joanne—No tengo idea sobre qué es cada uno de estos platillos. ¿Puedes pedir por mí? —Le pido y ella sonríe.

Ella me brinda una sonrisa grande y no puedo evitar hacerlo. —Unas enchiladas y...—Se contiene y me mira. —Una caguama.

Solté una pequeña risa. —¿Quieres lograr algo emborrachándome? —Le digo apoyando mi rostro en mi mano, la cual estaba apoyada en la mesa y sus mejillas se tiñen.

—Y para mí lo mismo—Dice y la mesera se retira—Bueno, es momento de sacarte algunas verdades ¿no lo crees? —Me pregunta.

La miré pensativo. —¿Sobre qué quieres que te cuente?




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