Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 25: Me quedo con cada una de tus facetas.

Unos pequeños quejidos se escuchan y abro mis ojos, me senté y miré hacia la cama, encendiendo la lámpara. —¿Joanne? —La luz me cegó por algunos segundos hasta que pude acostumbrarme a ella.

Ella comienza a toser y se sienta rápido, y corre al baño, me levanto rápido y la sigo, hincándome a un lado de ella, sostuve su casi seco cabello para que no se manchara. —Mierda...—Dice su voz apagada, debido al amargo sabor de la bilis en su garganta. Sobé su espalda. —No me mires así, por favor.

Solté una pequeña sonrisa y negué. —¿Por qué no? —Le miro y ella seguía evitándome con la mirada, estaba tan apenada y no sabía si hacerle sentir que nada de esto debería darle pena, estaría con ella en cada una de sus facetas. —V-voy a estar contigo en cada una de tus facetas, Joanne. —Le susurro y ella comienza a vomitar.

La he visto trabajar, la he visto sonreír, la he visto bailar, reír, correr por la lluvia, le he sostenido cuando llora, ¿Por qué ahora debería dejarla?

—Esto es asqueroso. —Susurra.

—Tienes razón. —Le sonreí. —Pero eso no hará que cambie de opinión. —Acomodé un mechón detrás de su oreja y alcancé una pequeña toalla para dársela. —Ven, vamos, te daré algo que te ayudará con el malestar. — La sostengo y ella se levanta, juntos bajamos a la cocina, hago que se siente en el sofá, ella mantenía su cabeza agachada. Le llevé un vaso con agua y unas pastillas para el malestar. Miré el reloj y noté que eran las tres y cuarenta minutos, la dejé en la sala y comencé a preparar una sopa.

Ella se sienta en la barra a un lado de mí y sigue tomándose el agua, le di una mirada rápida y le sonreí, sus mejillas estaban rojizas y se mantenía callada. Miraba como vaciaba la sopa instantánea en el agua hirviendo y emitió una leve risa. —Te preparé un platillo especial. —Jugué.

Ella me mira con una sonrisa. —Muero por probar ese banquete. —Susurra y seguí meneando la sopa.

Se tardó alrededor de quince minutos y comencé a servirle en un tazón. —Bon appétit, señorita. —Le coloqué el tazón en la mesa y ella bajó de la barra riendo. Ella toma la envoltura de la sopa instantánea y lee. —Chikin ramen. —Me mira y se sienta.

Serví un tazón para mí y me senté junto a ella. —Lamento darte una sopa instantánea. —Le digo y ella me mira. —Es sólo que...—Me quedé callado y ella comienza a soltar algunos quejidos haciéndome saber que le ha gustado.

Reí leve. —¿Bromeas? Está deliciosa. —Me dice sonriente y sigue comiendo.

—Es sólo que...desde que mamá murió, supongo que no heredé sus deliciosos platillos. —La miro y ella me mira con los ojos brillosos. Su mano llega hasta la mía y me sonríe. —Yo... —Comencé, pero no supe que más decir.

—Es lo más delicioso que he comido en mi vida. —Me dice y comienza a comer. —Gracias, Jackson. —La miré comer algunos segundos y ella me mira, comencé a comer.

Una vez que terminamos con la sopa, comencé a lavar los platos y accesorios que utilicé, ella me miraba hacerlo desde la barra, la miré y su mirada estaba perdida en mí. Sonreí—¿Qué ocurre? —Ella sonríe y niega.

—Nada en lo absoluto.

—Veo que la sopa te ayudó. ¿Ya te sientes mejor? —Le pregunto cerrando la llave del agua y recargándome en la barra. Ella asiente y toma mi mano.

—Sí, gracias por todo, Jackson. —Sonríe.

Encerré sus manos en las mías. —Sabes que no tienes que agradecer. —Le digo. Ella me mira un par de segundos y se acerca uniendo nuestras frentes, podría sentir su aliento tan cerca, haciendo que todo en mi estómago se avive de emoción y algo que seguían alimentándome completamente.

El color de sus ojos se ve más claro desde esta distancia, sus manos están sobre mis hombros y al no acercarme ella me abraza. Y la abracé de igual manera.

Bobo, bobo, bobo.

—Vayamos a dormir ¿Bien? —Le susurro. —Le he hablado a tu abuelo y me ha pedido que estemos a las seis en punto. —Ella suelta una risa y asiente.

—Bien. —Asiente y se baja de la barra. Ella camina hacia la sala y me mira. —Antes de ir a dormir, dime ¿Cómo sabías que la sopa ayudaría?

La miré y me tumbé en el sofá. —Bueno, creo que no lo sabía. —Le digo, y ella se sienta junto a mí.

—¿A qué te refieres? —Me pregunta, mirándome con ese par de ojos color miel.

—Sí, bueno, cuando mamá vivía y yo llegaba borracho a estas horas. —Emití una sonrisa, recordando hace unos años. — ella me preparaba cosas calientes, una semana era café, otra semana era una deliciosa sopa, aunque casera, por cierto, —Reí y ella me siguió. — otra semana era lentejas. —Susurré, poniendo mi vista en un punto imaginario. —Ahora que lo pienso, siempre le di muchos problemas a mamá. —Le susurro y ella me abraza.

—Debes extrañarla mucho —Me susurra, con su cabeza en mi pecho, la abracé y la miré.

—Como no tienes idea. —Le susurré. —Ella siempre me sacaba de problemas con mi papá, siempre me defendía y hasta lo engañaba diciendo que me había quedado a estudiar en casa de Robert, muchas veces fingió llamar a casa de Robert para que él escuchara. —Le confesé. —Creo que nunca fui un buen hijo.

Ella me mira y niega. —Por supuesto que lo fuiste. Es decir, ¿Quién no se escapaba de casa? ¿Quién no hacía travesuras? —La miro—Creo que tu mamá te amaba y supongo que le encantaba saber que te divertías ¿No es así?

Reí. —Sí, creo que sí, aunque también se reía que papá todo le creía. —La miré y ella sonríe. La mantuve abrazada durante un rato, hasta caer dormidos.

>>>

La puerta cerrarse se escucha y abro los ojos, Joanne estaba dormida en mi pecho y lo miré ahí parado en la sala, mirando a Joanne, y soltando una leve risa. —Vaya, ahora el pensamiento de que seas un fenómeno se descarta totalmente. —Me dice y me acomodo, sosteniendo a Joanne, quién dormía aún, me levanté y la recosté, cubriéndola con una sábana.

Lo miré y él me miraba con los ojos rojos. —¿Has estado bebiendo mientras conduces? —Le pregunto con el ceño fruncido.




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