Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 32: Promesas

Nuestros labios se movían a la par, sentía que el corazón podría salírseme del pecho, ese olor fresco llega a mi nariz como un relajante. Su cabello húmedo tocaba el mío al momento de que Joanne se sienta en mis piernas de manera de horcajadas.

Mis dedos suavemente suben y lo colocan detrás de su oreja, la mano libre está sujetándole de la cintura atrayéndola más a mí, con el profundo deseo de que fuera así para siempre, sus manos suben por mi pecho hasta llegar a mi cuello de una manera tierna e irresistible a la vez.

El abandono de sus labios en los míos me hace arrugar el ceño, no quería abrir los ojos, necesitaba sentir sus labios nuevamente en los míos, una pequeña risa hace que los abra, ese par de ojos mieles me hacen que todo dentro de mí sea un huracán en su máxima intensidad. Sus manos toman las mías, sin decir palabra alguna ella se limita a mirarlas con una tranquilidad que anteriormente no había experimentado.

Ella juega un poco con mis manos, sus dedos van y vienen por los bordes de mis muñecas, en forma de pequeñas caricias, me mantengo en la posición de admirar su rostro entretenido, me hacía experimentar un tipo de paz que nunca había tenido en mí.

—Creí que tenía el permiso de seguir besándote cuanto quisiera. —Suelto en un tono suave y ella sonríe, manteniendo su mirada en sus movimientos, noté que se muerde el labio levemente sin mirarme aún, tragué un poco para poder tranquilizar mi deseo de besarle nuevamente. —No mencionaste algún tipo de vencimiento. —Seguí diciendo con una sonrisa en mi rostro al verle sonrojarse.

Ella niega, sus manos comienzan a temblar, mostrándome que está nerviosa.

Mierda. ¡¿Le había puesto nerviosa?!”

Solté una pequeña risa.

—No es eso. —Suelta en un tono casi susurro. Parecía tener dificultad al hablar, ella seguía perdida en sus manos acariciándome. Mis ojos se posicionan en su rostro, ella me deja con la duda y comencé a preguntarme el motivo del cual se ha detenido.

—¿Te has arrepentido? —Le pregunto suavemente, sin reclamo alguno, simplemente como curiosidad, podría entender que se haya dejado llevar por el momento y que quizá no era lo que ella quería, y lo respetaba totalmente. Lo respetaría totalmente, aun así, si eso signifique que tengo que guardarme mis sentimientos por ella. —Yo lo entenderé si es así…—Ella me interrumpe con un tono bajo.

—No. —Suelta, aun sin mirarme. —No es eso. —Dice mientras que mi mano derecha sube a su mejilla, acariciándola, su mano entrelaza nuestras manos libres y al fin me mira, ese par de ojos preciosos brillan y no puedo leerlos, me mantengo en seriedad y completa curiosidad.

—¿Entonces qué es? —Le pregunto con el mismo tono.

—Es muy bobo. —Suelta, mi mano se mantiene en su mejilla en forma de cariño y apoyo.

—Nada de lo que estés sintiendo será bobo para mí ¿lo entiendes? —Digo acercándome un poco más, uniendo nuestras frentes y mirándola fijamente. —Sólo dime ¿Si? —Pedí en un susurro.

Ella asiente. —T-Tengo miedo. —Dice en un tono nervioso y baja la mirada, mi otra mano abandona su agarre y sube a su rostro.

—¿Podrías explicarme por favor? —Le pido.

Ella vuelve a asentir. — No quiero salir lastimada, Jackson. —Dice mirándome al fin. —No quiero que mi corazón se vuelva a romper. Yo te quiero, el estómago experimenta cosas que no sé cómo explicar cuando estoy cerca de ti, y muchas veces es inevitable ocultarlas, incluso detenerlas, y…tengo miedo, a que vuelva a abrirse después de tenerlo con cadena. —Mi pecho se estruje al escuchar sus palabras y verle sus ojos cristalizarse, podía sentir su miedo rápidamente. —No quiero volver a llorar en las noches preguntándome que es lo que he hecho mal.

Mis labios se unen a los de ellas en un tiempo corto, los presiono durante unos segundos y me alejo nuevamente. — Te prometo que no será así. —Le susurro. —En verdad te quiero, muero por ti de una manera que no sé cómo explicar, no tengas miedo, corazón. —Le susurro. —¿Puedes confiar en mí?

Le pregunto, ella me mira y una pequeña lágrima le resbala por la mejilla, se queda callada, y asiente, mientras me envuelve en un necesitado abrazo, mis manos la rodean y acarician su espalda.

Todo a nuestro alrededor se torna silencioso, pero a la vez pacífico. Joanne estaba sobre mis piernas y protegida por mis brazos, pequeños suspiros se escuchan y sonrío, el estar en silencio durante algunos minutos habían conseguido dormirla. Acaricio su cabello semi-seco y la muevo para mi brazo derecho, acunándola para poder cargarla, su rostro conserva algunas lágrimas que no han secado del todo, me preguntaba si algún día ella tendría la confianza de sacar lo que le atormentaba en ese corazón.

Me elevo, sosteniendo firmemente a Joanne en mis brazos, camino por el corredor y con mi pierna empujo la puerta de su habitación con cuidado de no dañarla o hacer ruido alguno, la volví a empujar para cerrarla una vez más. Lentamente me acerqué a su cama y la deposité en ella, con cuidado la acomodé y ella comenzó a removerse, comencé a cubrirla con las sábanas.

Deposité un beso en su frente, presionando mis labios unos segundos, lentamente comencé a levantarme, pero un par de manos delgadas me detuvieron. —¿A dónde vas? —Menciona desorientada y dormida.




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