Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 34: Un pasado el que contar.

Las lágrimas de Alex resbalaban por sus mejillas, haciéndome saber cuan hijo de puta había sido.

Mierda.

Es ahora que me doy cuenta de mis palabras, las solté sin haberlas pensado, era así como se hería a las personas que te rodean, sin pensarlo, sentí el remordimiento en mi pecho, quise acortar nuestra distancia, estirando mi mano para alcanzarlo. —Alex, yo…—Susurré con un nudo en mi garganta, antes de poder tomarlo del brazo él retrocede bruscamente y limpia sus mejillas.

—¡NO! —Grita con la voz entrecortada. —¡NO TE ATREVAS A TOCARME! —Exige y me quedo paralizado, bajo mis brazos sin seguir insistiendo

—Lo lamento. —Le susurro, expulsando mis palabras desde el corazón. Había llegado muy lejos, el rencor que aun sentía por su engaño me impulsó a decirle eso, y yo sé que no era justificación. —No quise herirte de esa manera, yo…—Me sumí de hombros.

Las lágrimas seguían brotando de sus ojos, su mirada era fría y sin más camina por aún lado de mí, sin decir nada más, sale por completo azotando la puerta del baño, me recargué con ambos brazos en el inmenso lavabo, agaché mi cabeza, cerrando los ojos un par de segundos, intentaba controlarme de toda la adrenalina que había acumulado.

—Mierda. —Escupí, observando aun mi bulto. Sabía muy bien lo que tenía que hacer antes de salir de nuevo a buscar a Joanne. Entré nuevamente al baño, bajándome los pantalones antes de sentarme en la taza, mi vista al techo mientras que mi mano se metía entre mi bóxer. Mi cabeza estaba acunada hacia atrás, mientras que mordía mis labios para cubrir los sonidos que escapaban continuamente subiendo por mi garganta, mi mano se movía en repeticiones.

El sonido de la puerta ser empujada por mí suena, enfocaba entre la gente a Joanne, pero me di cuenta que ella seguía esperando por mí en el jardín. Mientras me acercaba divisé a esa chica sonriente que acercaba una botella de cerveza, mirándome con un atisbo de burla, caminé hacia ella tomando mi cabello jalándolo hacia atrás levemente, le sonreí y me uní a ella en un instante, tomando la botella de cerveza que estaba tomando anteriormente.

—Te has demorado mucho. Estaba por irme. —Dice sonriente, mientras sus brazos me rodean el cuello, no pude evitar reír un poco, tomé de mi cerveza y abandoné prontamente la botella, lamí mis labios, limpiando la cerveza que los había mojado al principio.

—Bueno, creo que has sido culpable de que me haya tardado. —Le digo, mientras ella se acerca más, tomando mis labios sin previo aviso, el aliento a alcohol de su boca se mezcla con el mío, me sentía extasiado, embriagado de esos labios tenues y suaves.

—Te ofrezco una sincera disculpa. —Menciona risueña y mostrando sus dientes en una pausa, para después volver a unir nuestros labios. Mis manos bajan a su cadera y me permito separarme de pronto, dejándola confundida pero aún con esa sonrisa.

—No querrás que vuelva encerrarme en el baño ¿o sí? —Le sonrío y ella comienza a carcajearse.

—No, seguro que no. —Susurra y une nuestros labios nuevamente.

La faceta que me estaba mostrando Joanne esta noche, era una la cual no había experimentado con nadie, llevarme al punto de encerrarme en el baño, pensando en ella, en esta manera, teniendo una cita tranquila, sin gritos, sin lágrimas, sin nada de eso que hiere y rompe el corazón. Y lo más importante, que ella sólo está mirándome a mí y a nadie más, es decir…no me hace sentir inseguro al ver a otros hombres porque me hace sentir especial, me hace sentir en que realmente me quiere y que sólo desea estar de esta manera conmigo.

Mis manos toman su rostro, mis labios la siguen besando, en un beso tranquilo ahora sin algún deseo más, sus dedos comienzan a entrelazarse en mi cabellera larga en forma de caricias. —¿Me acompañas? —Susurra, apartándose algunos segundos, mis ojos la miran y en seguida asiento.

Nos escurrimos entre la gente, ella me guiaba entre la gente, no comprendía a donde me dirigía, pero la seguiría a donde ella quisiera ir. Me llevó escaleras arriba, brincando los cuerpos alcohólicos de los chicos que habían perdido la cuenta de sus botellas.

Llegamos al piso de arriba, ella tocó la puerta, esperó algunos segundos, nadie contestó y siguió. Una habitación.

Entré, era una habitación mediana, una cama de tamaño matrimonial estaba a mitad de la habitación, ella cerró la puerta detrás de haber entrado, me giré a verle, sin decir nada, ella llega hasta a mí, sus manos encierran mi rostro entre sus manos y adentrándome en un embriagador beso.

Mis manos se postran en su cintura nuevamente en esta noche, sus manos se deslizan sobre mi pecho de una manera lenta, provocando en mí una electricidad que recorría todo mi cuerpo. Sus manos se deshacen de mi chaqueta y después sujetan mi camiseta y la elevan, quitándola por completo como si tuviera urgencia de hacerlo, dejando mi dorso desnudo, sus manos trazan unas caricias temblorosas, podía sentir el nerviosismo que cruzaba en su ser al recorrer mi pecho, su mirada está en mi piel erizándose al sentir su tacto, cerré los ojos unos segundos, disfrutando sus caricias, hacía que mi corazón golpeara mi pecho de una manera tan fuerte, nuevamente abro mis ojos y ella nuevamente me besa, abrazándome, y juntos caímos al colchón.

Me sentía embriagado, un cierto porcentaje de alcohol ya me había alcanzado, estaba seguro al sentir mis manos hormiguear y por la sensibilidad que tenía al tacto de Joanne.




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