Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 35: El comienzo del amor propio.

—¡¿Jackson?! —Se escucha la voz dentro de mi habitación, el pecho se me vuelve loco y no sé qué hacer.

¡Joanne!

—Que emoción, la ofrecida está a tus pies. —Dice con cierta malicia en su voz— Quiero ver cuál es su rostro cuando le diga la verdad. —Avanza a la puerta y toma la perilla para abrirla.

Lo aparto y cierro la puerta enojado—¡TÚ NO LE DIRÁS NADA! —le digo molesto y en voz baja.

—¡¿y por qué no!? —Me dice algo dolido. —Somos algo.

—Fuimos algo. —Le dije. — Y eso fue hace mucho tiempo, antes de que me enamorara de ella. —Lo señalé. —Si quieres que sigamos siendo amigos, cállate y has lo que te digo. —Lo miro con odio. —Dame un segundo, Joanne. —Digo en un tono leve. Luego me vuelvo hacia él. —Voy a ir a su habitación, y cuando vuelva quiero que te hayas ido de aquí, y que en tu vida vuelvas a besarme. —Lo amenazo señalándolo, comienzo a cambiarme, había dejado mi maleta adentro del baño así que no tuve que meterla.

Él comienza a reír. —No seas hipócrita, Jackson. No me salgas con que ahora estás jugando el papel de heterosexual, fingiendo que no te gustan los hombres, como un vil santo, que no te queda. —Dice molesto.

Estaba colocándome la camiseta del pijama y lo miré. —No, en realidad me siguen gustando, lo único que cambió es que ya no me interesas tú en ningún aspecto, —Sus ojos se cristalizan y me niego a sentir piedad por él, no después de hacerme tanto daño— en cuanto a mi sexualidad, no debe de importarte, sólo respétala y punto. —Dije molesto

Su rostro empapado en lágrimas y esa mirada llena de odio, provocaba que mi cuerpo tuviera escalofríos. —Prometo que vas a arrepentirte. —Susurra con un nudo en la garganta, quedándose quieto a un par de pasos.

No dije nada, sólo apreté la quijada y asentí.

“¿Qué más podía decirle? ¡No por favor, no lo hagas! ¿ah?”

Ahora el concepto de “No puedes obligar a alguien a que te ame” se sienta en mí.

Abrí la puerta, Joanne estaba en ella, emito una sonrisa y ella parece tímida.

—¿Qué pasa? —Le pregunto.

—Yo, he cambiado de idea. ¿Dormirías esta noche conmigo? —Dice algo nerviosa y suelto una pequeña sonrisa.

—Por supuesto que sí. —Le sonrío y tomo su mano, ella me dirige a su habitación.

No importaba cuantas veces me girara en la cama, el sueño no venía a mí, Alex me había quitado mi paz mental esta noche, el miedo de que me descubriera en frente de Joanne me atemorizaba, tanto que podría decir que me aventaría del primer puente que se me cruce por enfrente, ya no veía una vida sin ella. Ya no, ahora que la tenía, me daba mucho más miedo el perderla a que mi padre me descubriera el romance que tuve con Alex.

No puedo imaginar que sería de mi vida si ella se fuera—Pensé mientras acariciaba la mejilla de Joanne mientras dormía. —Estaba enamorado de ella hasta el culo. Necesitaba estar con ella, lo deseaba, porque por primera vez en mi vida siento que tengo paz en alguien, siento que tengo a alguien estable que me quiere y no va a ver a nadie más que a mí. Joanne me da la seguridad que nunca he tenido, me da la estabilidad emocional que siempre he deseado tener.

No he pegado el ojo durante esta noche, rendido y pensante me levanté de la cama, necesitaba aire fresco, miré el reloj de pared. 5:49 a.m. Necesitaba dormir, sería un día movido, necesitaba dormir, pero ¿Cómo?

“¿Cómo dormiría? Teniendo aquí a Alex, el chico con quien tuve un romance de casi cuatro años a escondidas y que ahora había rechazado, no sé hasta donde pueda llegar un hombre rechazado, no lo sabía y no quería saberlo.

7:38 am.

La noche pasaba y los cálidos rayos del amanecer llegan a mi rostro, miro hacia la cama desde el pequeño balcón que está en la habitación de Joanne, ella duerme de una manera muy tranquila, se mueve un poco, y lleva la sábana hasta tapar su cabeza, una señal de que no quiere que los rayos del sol le impidan dormir un poco más.

No pude evitar soltar una pequeña sonrisa. Ella me baja un poco la sábana, mostrando sus ojos con sueño y un entrecejo fruncido. —¿Puedes reírte un poco más bajo?

—O podrías no beber tanto para la próxima vez ¿bien? —Dije en broma y riéndome. Ella saca una almohada y me la lanza, la atrapo y sigo riéndome.

Deposito la almohada sobre la cama, destapando sus pies, tomándolos y jalándolos hacia a mí. —¡DESPIERTA! —Grité riéndome.

Ella grita un “AAAA” Y comienza a reír. —¡Déjame! —Se ríe.

Ella no se mueve, la flojera está en ella, y me inclino hacia ella para besarle los labios. —Vamos, tenemos que empacar. —Le susurro y uno de nuevo nuestros labios en un beso corto.

Las comisuras de sus labios se elevan y sus manos rodean mi cuello. —¿Podemos cambiarle la hora al reloj y suponer que aún son las 12 de la noche? —Pide y suelto una carcajada.

—No. —Susurro y beso su nariz, tomando sus manos, rompiendo su agarre. Le abrazo y la cargo depositándola en mi hombro derecho. —Vámonos. —Ella comienza a reír.

—¡Oye! —Gita riéndose. —¡Estás loco! ¡Bájame! —Grita, riéndose. —¡AYUDA, UN LOCO NO ME BAJA!

Comencé a reír.

La puerta se abre de repente y me quedo estático.

Mierda.

Leonel.

Él está mirándonos en silencio, yo rápidamente bajo a Joanne y ella se acomoda a un lado de mí, nerviosa, acomodándose el pijama, debido a que la cargué.

—P-Papá. —Dice y puedo sentir su pena y nerviosismo.

Su padre mira hacia la cama y ve que ambos lados están destendidos.

—¿Quieren explicarme? —Dice serio. Y trago la saliva que se me ha acumulado por los nervios.

—Papá nosotros no estábamos haciendo nada malo, lo prometo. —Su padre cruza los brazos y nos mira algo molesto.


 

—S-Señor, he venido a levantarla para empacar las maletas, e-el vuelo sale pronto y quisiera que haya tiempo suficiente para despedirnos, yo…—¡Joder, estaba nervioso! — sé que debí de dejar la puerta abierta, yo no quise faltar al respeto. —Su mirada no cesaba, y me paré en seco sin más que decir.




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