Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 38: “Ese beso ¿Lo cambia todo?”

El reloj que descansaba sobre la mesita de noche se oye. Pronto mi mano lo golpea, sentado sobre la cama me doy cuenta que no he dormido nada. Me había pasado la noche entera pensando en ella y la razón por la cuál había ocurrido todo.

Me quedé sentado un par de minutos, en un estado estático, no podía sentir nada más que el frío de esta mañana.

La puerta de mi habitación se abre y lo miró, sentía que mi rostro estaba más pesado de lo normal, y todo por el cansancio.

Lo miré sin alguna emoción.—¿Listo?

—¿Listo para qué?

—Para ir a verla.—Me dice.—Para que solucionen las cosas.

Lo miré sin decir nada, estaba tan cansado que ni siquiera sabía que decirle.

—Anda muchacho, ve a bañarte. ¿No querrás abrazarla oliendo mal?—Suelta una pequeña risa y un nudo crece en mi garganta.

“¿Por que sentía que Joanne no quería estar cerca de mí ahora?”

—¿T-Tu crees que ella me reciba?

Él se recarga sobre el marco de la puerta y me mira.—Si se fijó en un Williams, ¿por que no debería recibirte?—Muestra una sonrisa, lo que me hace sonreír un poco, asentí y él hace lo mismo.—Te espero abajo.

La puerta se cierra y me levanto, sentir el calor de mi padre me hacía sentir querido, me hacía sentir que por fin en esta casa había una familia.

Abrí el grifo, permitiendo que el agua caliente saliera y mojé mi rostro. Me miré frente al espejo y observé esas pequeñas bolsas oscuras adornándome el rostro junto con los golpes de anoche, mi labio abierto y la ceja media abierta.

“Mierda, estoy espantoso”

Me bañé, demorando algunos minutos, sequé mi cuerpo y me vestí. Frente al espejo, comencé a desinfectar mis heridas y a colocar algunas banditas con cuidado.

—¡JACKSON!—Gritó mi padre, exhalé.

—YA VOY.—Grité, tomando mi mochila y una sudadera, a medida que bajé las escaleras el olor a café me llena la nariz.

Me detuve y miré a mi padre servir el desayuno, me acerqué lentamente.—¿Qué es esto?

—El desayuno. ¿no lo conocías?—Pregunta y se sienta. Ahora veía de donde mi buen humor.

—Quiero decir ¿por qué?—Lo miré dejando mi mochila en la silla de un lado y me senté.

Él se sume de hombros.—Supongo que nunca habíamos tenido una comida tranquila.

Asentí con detenimiento y comí un pedazo de tocino.

—¿Puedo preguntar por el motivo de tu extraño cambio?—Le pregunté y bebí del café, él no me mira hasta después de unos segundos.

—Leónides Lean.—Susurra.

El nombre del abuelo de Joanne me hace mirarlo sorprendido.—¿Que tiene que ver el señor Lean con todo esto?

—Él...vino a hablar conmigo después de haberlos dejado en el aeropuerto.—Me dice.

Fruncí el ceño.—Él y Joanne habían estado escuchando nuestra pelea... durante un rato ese día.—Me cuenta—Él... me dijo que si seguía con esa actitud, iba a poner una denuncia en contra mía y haría que te quitaran de mi lado... m-me dijo que no volvería a verte si el juez decidía quitarme tu custodia.—Dice, teniendo problemas al hablar.—Yo...

Lo miré, verlo débil me provocaba un nudo en la garganta y unas inmensas ganas de llorar.

—Jackson, yo sé que desde siempre he sido un padre terrible, y que lo he sido aun peor desde que Lauren....bueno a ella la...—No terminó la palabra, sus ojos comenzaban a cristalizarse y los míos ya estaban por echar lágrimas.—Murió...—Susurró, tratando de aceptarlo.

Asentí.

—Eres una pieza fundamental en mi vida hijo, y al escuchar que te perdería a ti también, todo dentro de mí se sintió perdido. Y yo...le prometí a tu madre que desde ahora iba a velar por ti.—Dice y traga el nudo de su garganta.—He decidido dejar de tomar...es por eso que la vitrina está vacía.—Mis ojos se enfocan en esa particular vitrina donde guardaba sus botellas favoritas y me doy cuenta que está diciéndome la verdad.—Yo quiero que empecemos nuevamente.—Dice tomándome la mano, un par de lágrimas salen y las limpio rápidamente, una pequeña risa sueltan los labios de mi padre.—¿Eso es un “si”?

Solté una pequeña risa y asentí.—Ven acá.—Dicen sus labios y me abraza.

-

—Vamos, hijo.—Me alienta a tocar la puerta de Joanne. Estábamos sentados en su camioneta. Asentí, y exhalé.

—Bien.

Dije, y bajé de la camioneta. Subí los escalones y toqué la puerta. A los segundos la abuela de Joanne se asoma y me sonríe.—¡Jackson, hijo! ¡Que sorpresa! Pasa.—Me invita a pasar.

Sonreí.—Gracias, señora Lean. Yo preferiría esperar por Joanne aquí, quería hablar con ella y para irnos juntos, mi padre está en la camioneta.—Le digo y lo señalo, mi padre la saluda con una seña y ella hace lo mismo.

—Lo siento mucho,hijo. Joanne se ha ido hace más de diez minutos, al parecer había quedado con Jessica de hacer un trabajo.—Sus palabras me habían desanimado un poco.

—Comprendo, señora Lean.—Le digo, con una media sonrisa y me despido.—Entonces me retiro, salúdeme al señor Lean.

—Con gusto, hijo. Cuídate.—Mencionó, cerrando la puerta, caminé hasta la camioneta y me subí algo cabizbajo.

—E-Ella se ha ido temprano.—Le dije y él me mira.—Estoy seguro que ella está evadiéndome.

Mi padre da marcha y niega.—No te desanimes hijo. Tengo una solución para todo esto. —Él me mira sonriente y sólo lo miro.

-

Sostenía una rosa en mis manos, miré como mi padre se alejaba, solté una pequeña risa y negué.

—¿Quién lo diría? Todo un romeo ¿a?—Dije para mí.

—¡Suerte muchacho!—Gritó mi padre a lo lejos y sólo le dije adiós con la mano.
 

Comencé a buscar a Joanne por los corredores, tenía el corazón acelerado de la emoción de verla nuevamente.

La alcancé a ver a lo lejos, frente a su casillero, estaba metiendo algunos libros a este, el timbre se escucha provocando que pronto se llenara los pasillos, comencé a evadir a las personas.

—¡Con permiso, con permiso, a un lado!—Dije y a lo lejos observé como ese idiota de Jason se le acercó. Él se recargó en el casillero y le sonrío, estaba conversando con ella. La sangre se me sube y quiero golpearlo.




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