Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 39: Un plan entre manos.

Mi rostro se fija en una pequeña silueta bajo el frío y la lluvia, mi corazón se acelera al verla, mis manos desaparecen las lágrimas que habían mojado mis mejillas de una manera rápida. Mi padre baja de la camioneta y continua entrando a casa, lo que me indica que la ha traído hasta acá.


 

—¿Que esperas, Jackson? Ve con ella.—Dice con una pequeña sonrisa y me empuja.

—¿Crees que haya venido a terminar conmigo?—Dije en un tono apenas audible, sin contar que aún estaban esas ganas de llorar acumuladas en mi garganta.

—No seas tonto. Ve, nos vemos mañana.—Dice insistente, lo miro algunos segundos, moría por abrazarla y besarla, mi corazón me delataba, pero algo me impedía bajar del carro completamente y era el miedo....el miedo a que ella viniera hasta acá para decirme que no me quiere más, para decirme que necesitamos romper nuestro lazo, sin embargo Robert está muy sonriente, el palmea mi hombro y asiente.—Todo estará bien, mejor amigo.—Suelta y uno de sus pulgares limpia mi mejilla.

Robert siempre ha sido un amigo grandioso, desde que estábamos pequeños, siempre ha sido un soporte para mí, no me ha juzgado y sigue aquí apoyándome. Era con el único amigo con quien podría llorar sin pena y sabía que no iba a juzgarme.

Asentí y bajé del auto.


 

Estaba toda remojada por la lluvia, vi como Robert aceleraba y se marchaba. Joanne se mantiene a menos de un metro de distancia.


 

—Hola...—Susurra y me sonríe, sus mejillas están rojizas.

—Hola, Joanne—Susurré y pronto mi cuerpo también se empapó de la lluvia.

—Jackson yo... he venido a disculparme.—A pesar de la lluvia, puedo ver como sus ojos se cristalizan.—Anoche yo...perdí el control de todo—me acerqué para tomarle las manos y ella sonríe levemente.—me llené la cabeza con lo que dijiste...

Fruncí el ceño.—¿Dije?—Pregunté sin saber.


 

Ella apenada asintió.—Que ya había alguien más que había estado contigo y yo...—pausa—Es que yo, me sentí celosa, al estar los dos en el sofá... tú estabas como ido... y no me tocaste como un tiempo atrás.... yo imaginé que estabas pensando en ella.—Suelta apenada y la miré.


 

Ahora todo tiene sentido y mis manos llegan a su rostro, mis labios besaron su frente mojada y fría.


 

—¿Fue eso lo que te hizo irte así anoche?— ella asiente y negué.—Mi amor, en mi mente no había nadie más que tú.—Le susurré y mis labios llegan a los suyos. Ella pronto me abraza y comienza a besarme de una manera necesitada. Cuando nuestros labios se separaron, nuevamente le susurré.—Creí haberte dicho que me he vuelto loco por ti.


 

Sus lágrimas escapaban, mezclándose con las gotas de lluvia. Mis pulgares suben a limpiarlas.—Lo sé , lo sé, pero me dañaron tanto antes que mi mente creó una historia que no era. Perdóname...—Pide, con el nudo en su garganta notorio.—L-Lo de esta mañana, te juro que yo no lo besé, él me forzó, te lo juro.—Ella me suplica y se ve muy afectada, pronto su nariz se vuelve de un color carmesí por el llanto.—No me dió momento de reaccionar, por mi mente solamente estabas tú y ... yo....


 

Sonreí levemente y sin dejar pasar un segundo más mis labios atrapan los suyos, en un beso más intenso. Ella me corresponde, mientras que su manos suben por mi pecho hacia mi cuello.

—Te amo Joanne, no es necesario que me lo jures, te creo.—Le digo, ella está sorprendida por mis palabras y sonríe, ese particular brillo en los ojos me hace sentir vivo.


 

Era la primera vez que le decía que la amaba. Ella acaricia mi cabello mojado y une nuestros labios.—También te amo Jackson Williams, y sólo deseo que te quede claro que eres el único hombre que está en mi mente.—Susurra.


 

Sus palabras me hacen sonreír y vuelvo a besarle.

-

Juntos entramos a casa, el tibio aire de adentro nos abraza, estábamos empapados y mi padre se acercó con un par de toallas, las aceptamos y le agradecimos.

—Me da gusto que hayan solucionados sus problemas, chicos.—Dice mi padre, Joanne sonríe y me mira.—Yo iré a arriba, te quedas en tu casa, hija.—Dice.


 

—Gracias, señor Williams.—Dice Joanne y mi padre asiente, camina un par de pasos y luego se gira nuevamente hacia nosotros.

—Por cierto, recuerda lo que dijo tu abuelo.—La señala y me mira.—Nada de agitar la cama.


 

Pronto nuestras mejillas se sonrojan en vergüenza, mi padre se ríe.—Aunque bueno, ya saben yo... estaré dormido y... tengo el sueño pesado.—Me guiña un ojo y me siento muy apenado, miré hacia Joanne y ella tiene su rostro cubierto.


 

—¡Papá!—Le dije, regañándolo y él sube las escaleras riéndose.—Perdónalo ¿si?—Le pido a Joanne, muy avergonzado. Como si nunca hubiese visto más allá de su suéter.


 

Joanne se ríe y niega.—Pierde cuidado.

—Oye, explícame eso de que el señor Lean te dió permiso de quedarte aquí sin “pero” alguno.

Ella se ríe.—Bueno, tu padre le pidió permiso, mi abuelo y tu papá hablaron sobre nuestra pequeña pelea de anoche y... él se ofreció a llevarme temprano mañana por la mañana a casa, a demás que le prometió a mi abuelo que dormiríamos en habitaciones diferentes.


 

Asentí riendo.


 

—La verdad es que fue un gesto muy bonito de tu padre, esperar por mi a fuera de la cafetería  y después pedirle a mi abuelo permiso.—Me dice y besa mi mejilla.—Ya sé de donde lo sacaste, mi amor.


 

Solté una pequeña risa.—Si, todo este tiempo pensando que había sido por parte de mi madre.—Le confieso.—Ven, acompáñame, te prestaré un cambio de ropa.

—Que buen pretexto para agitar la cama, eeh.

Solté una carcajada al escucharla.


 

Cerré la puerta de mi habitación, Joanne se estaba cambiando, mientras que yo me dirigía a la habitación de mi padre. Toqué un par de veces y su voz me da permiso de continuar.




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