Estábamos comiendo todos en una de las mesas de la cafetería. Estaba disfrutando mucho la comida.
—¿Y díganme que tal les fue anoche, chicos? ¿Pudieron terminar la mudanza de tu mamá Robert?—Me contengo, y miro a Joanne.
—¿Mudanza?—Pregunta Mery.—¿Jannet se cambia de consultorio?
Comienzo a toser.
Jess y Jimmy nos miran, Robert parece nervioso, abre los ojos en dirección suya.—Si, mi amor, ya te lo había comentado.
—No, no lo recuerdo.—Dice Mery, sin entender, Joanne me mira y parece que sospecha algo.
—Si, terminamos la mudanza anoche. Terminamos exhaustos. ¿verdad, Robert?—Dije nervioso.
—Si, eran muchas cajas.
Joanne no nos cree, sin embargo sólo se dedica a asentir. Y algo dentro de mi se siente mal por mentirle nuevamente.
—¿Tu mamá ha decidido cambiarse?—pregunta Jimmy.—No entiendo el porqué, si ahí era su punto de venta.
—Bueno, ya sabes, siempre tenemos que cambiar algo ¿no?—Dice Robert nervioso.
Jimmy asiente.
—Entonces, si ya terminaron con la mudanza, eso quiere decir que estarán disponibles esta noche ¿no es así?
—No, nosotros dejamos algo pendiente.—Aseguró Robert.
—¿que dejaron?—pregunta Joanne.
—Pintar el local.—Fue lo primero que se me ocurrió.
Joanne frunce el ceño.—¿Se mudaron sin pintar?
—¿Eso no les costará doble esfuerzo?—Pregunta Frank.
“Yo y mi boca”
—Bueno, así lo ha decidido su madre.—Aseguré.
Joanne no dice nada, se mantiene pensante y sigue comiendo, mientras que los demás parecen no tener importancia en mis mentiras.
La hora del receso termina, y Joanne se adelanta a su clase. Robert y yo, caminábamos por el corredor.—Mas te vale que esta noche terminemos con todo esto.—Le digo.—¡¿Notaste como Joanne se puso seria conmigo después de nuestras obvias mentiras?!
—Tranquilo, seguro que esa carita cambia después de este fin de semana, te lo aseguro.—Se ríe.
Giré mis ojos.—¿puedes ponerte serio?
—Bien.—Dice.—Tranquilízate, ¿bien? Más tarde la invitas a salir, y después aclararás todo. No tardaremos mucho el día de hoy.
—Bien.—Solté.
-
Había pasado toda la tarde en el departamento de Robert, cerré la puerta del Ginetta y me despedí de él. —¡Suerte hermano!—grita en una pequeña risa, moviendo sus dedos indice y el del medio, haciendo referencia a lo que habíamos practicado.
Él acelera y yo decido entrar a casa, había decidido bañarme, para preguntarle a Joanne si quería ir a cenar conmigo, quizá por una ronda más de juegos o algo así, no quería que siguiera pensando cosas que no eran, cerré la puerta.—¡Ya llegué!—grité y al girarme me contuve al verlos ahí.—Hola cielo, ¿que sorpresa?—Miré a mi padre, y luego a ella.—¿Olvidé nuevamente una salida?—Me senté en el sofá junto a ella y ella me sonríe.
—No, nada de eso.
—Yo iré arriba, por si me necesitan.—Dice mi papá, Joanne le sonríe.
—Gracias, sr. Williams.
Mi padre asiente y se retira.
—¿Gracias por qué?—Le pregunto y ella me mira.
—Por nada.—Dice sospechosamente.—Me prestó un casete.
Fruncí el ceño.—¿Un casete?
—Nada de importancia.—Dice, tratando de cambiar de conversación.—Pero, dime ¿que tal les fue?
—Muy bien.—Le digo y la observo, sus ojos me miran, como si tratara de escanearme o algo así.—T-Terminamos de pintar.—Mis nervios salieron a relucir al ver esos ojos escanearme.
—A ¿si?—Me dice.—Debes de ser un pintor excelente.
Sonreí.—¿por que lo dices?
—Bueno, porque no te has manchado la ropa, ni una sola gota, eso debe ser admirable.
“Mierda”
—Bueno, es que llevaba un cambio de ropa.
— A ¿sí?—Me pregunta convencida—¿Y donde la dejaste? Por que veo que no traes una bolsa contigo.
Tragué saliva.
—Dime algo, ¿A que se debe este interrogatorio?—Estaba tan nervioso y eso era notorio.
Ella se sume de hombros.—No lo sé, tu dime, cielo. ¿Por que tan nervioso y misterioso últimamente?
La miré.—¡Ya veo!—traté de evadir su pregunta.—¡Estás celosa!—Me escondí entre mis palabras tratando de cambiar el tema.
—Claro que no.
—¡Claro que sí!—Comencé a hacerle cosquillas.
Ella intentaba detenerme pero no lo lograba.—¡Para! ¡No trates de cambiarme el tema!
Me detengo.—No trato de hacer tal cosa.
“Claro que sí”
Ella cruza sus brazos y me mira inconforme.—¿Me lo prometes?
La miré, ella con una sonrisa se sube sobre mis piernas y yo sólo la observo.
—Anda, dime.—Ella muestra una pequeña mueca y rodea mi cuello con sus manos.
Solté una pequeña risa.
—¿Decirte qué?—la miré, sus dedos recorren lentamente mi nariz, luego mi quijada, bajando por mi pecho, una vez que sus manos llegaron a mi sudadera, me mira traviesa.
—Tu sabes a lo que me refiero.—Susurra y se mantiene más cerca de mis labios, estos forman una sonrisa y decido romper la distancia que existe, su rostro se aleja y me susurra.—Hasta que me digas que tramas.—Esa voz seductora en mi oído, me hace estremecer.
“¿Como era posible que esta mujer me hiciera sufrir de esta manera?”
Sus manos acarician mi dorso lentamente, enviando un poco de adrenalina a todo mi cuerpo, mis manos están en sus caderas.
—¿Piensas castigarme?—Mi voz sale ronca, por nivel de excitación que mi cuerpo está experimentado.
—No sería necesario, si me dijeras la verdad.
—¿Sabes que puedo resistirme?—Le digo tragando saliva.
Una ceja se alza en su bello rostro, de manera sorpresiva.—¿Quieres que te demuestre que no?—pregunta y nuevamente acerca sus labios, sus labios lamen sus comisuras, mientras que una mano traviesa baja a mis pantalones, cortándome la respiración por completo, su mano entra en ellos, y yo cierro los ojos.
—¡Mierda! Me la harás difícil, ¿verdad?—Susurré.
Mi corazón ya estaba golpeando mi pecho. Una sonrisa ya estaba en sus labios.
Su mano se enrosca en él y siento como mi cuerpo se tensa, mi quijada está dura y exhalo.