Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 50: Los problemas de una pelirroja.

Las ganas de acercarme a ella incrementan totalmente, pero eso me haría contradecirme por completo.

Retrocedo y me giro, pero rápido me contengo al ver al chico frente a mí.

Alex

Tiene una mirada oscura, mirándome fijamente. —¿Problemas en la relación? —Al escucharlo, mi rostro se frunce.

—Es algo que no te importa. —Suelto y decido esquivarlo, pero sigue interponiéndose en mi camino, cansado exhalé. —¿Quieres dejarme en paz? —Solté.

—En realidad disfruto mucho esto, cielo. —Levanta su mano para acariciarme la mejilla y retrocedo.

—¿Qué mierda? —Le digo.

—Te gustaba que lo hiciera seguido. —Me dice, sé que está burlándose ahora. Le mantengo la mirada. —¿Ya le dijiste? —Me sonríe algo vacilante. —Sobre nosotros, quiero decir. Sería una lástima que le dijera yo primero. —Levanto una ceja.

—¡¿Qué me tratas de decir?! —Digo empujándolo, atrayendo la atención de los demás, mientras que sigue burlándose. —¡¿Por qué no aceptas que lo he dejado atrás?!

Alex muerde su labios, está riéndose de mí y eso me hace enojar, juro que si sigue burlándose un segundo más… Mis manos van a su camiseta, a punto de golpearlo, odiaba que creyera que podía controlarme.

Robert se une a nosotros. —Tranquilízate, Jackson. —Me dice a regañadientes, mirando que todos nos miran ahora.

—Juro por Dios, Alex, que, si te sigues burlando de mí, olvidaré todos esos días en que te amé y te romperé la cara. —Le susurré, lleno de coraje.

—No hagas esto, Jackson. Sabes que ella no dejaría de preguntar por qué le has pegado y se enterara de todo. —Me insiste Robert, con sus manos en mi pecho para detenerme, en voz baja. —Tienes mucho que perder, tranquilízate.

Sus palabras eran correctas. Alex no tenía nada que perder, lo de nosotros ya no existía, pero yo si podía perderla a ella. Miré a Robert, con mis puños hechos en coraje, y luego la miré a ella frente a su casillero observándonos, devolví la mirada hacia a Alex, soltándolo.

—No sabes cuanto me arrepiento de haber estado con alguien tan horrible por dentro como lo eres tú. —Le susurré, lleno de coraje, y sus ojos se cristalizan.

Robert me mira sorprendido por mis palabras, y luego me giré, llegando a la salida, me apoyé en el primer muro que vi y tomé aire, quería eliminar cualquier sentimiento de odio, por que no me hacía bien.

—Jackson, ¿cierto? —Dice una chica, levanté la mirada y luego me sonríe. —Soy Alli. —Me dice.

—Hola, si soy yo. —Le dije, recuperando mi postura. —¿Puedo ayudarte en algo?

La pelirroja me mira anonadada, sus ojos están sobre mí algunos minutos, sus mejillas se sonrojan y parece ahora nerviosa. —E-Es que yo…—Me mira y aún espero por lo que tiene que decir. Zack, un chico de americano pasa a un lado.

—Hola, muñeca ¿lista? —Le pregunta y ella lo mira. No ha notado que estoy aquí al parecer.

—Dame un segundo ¿sí? Estoy por preguntarle algo a Jackson—Le dice y entonces Zack me mira.

—Jackson. —Me sonríe y asiento.

—Zack.

—Estuviste muy bien, el día de hoy. —Me dice, Zack era uno de los más amigables del equipo y el que menos buscaba una pelea, era un agradable sujeto.

—Gracias, espero mejorar, me hace mucha falta. —Le digo.

—Tranquilo, así será. —Me dice. —Bueno, yo…te espero con Jason ¿bien? —Le dice y ella asiente, él le besa los labios y ella parece apenada.

Él pronto se retira y se une a su grupo de amigos que esperaban más adelante en uno de los carros.

—No me has dicho si podía ayudarte en algo.

—Si, yo… es que soy la encargada del uniforme del equipo, y… quería saber si podía medirte. No me tomará más de diez minutos. —Observo el reloj y veo que es la una de la tarde con quince.

—Seguro. —Le dije.

Ella asiente y deja sus cosas aún lado, y comienza a sacar su cinta. Alli sin problema comienza a medirme en silencio y yo sólo la observo.

—¿Estás nervioso por el partido de este sábado? —Me pregunta después de unos minutos de silencio.

—No mucho. —Le digo.

—Debería, los chicos del Valle son algo rudos. —Me dice, tomando mi brazo y midiéndome, la miré, un par de ojos verdes esmeraldas me miraban dilatados.

—Creo que ya me acostumbraré a ello. —Le digo y ella asiente.

Ese silencio nuevamente está, ella sigue midiéndome sin problema, y me mira de nuevo.

—Dime Jackson ¿ya tienes un número elegido?

—¿Un número? —Le pregunto y ella asiente.

—Sí, para tu camiseta, el entrenador deja que los chicos lo elijan desde el 1 hasta el 28. —Me mira. —Tengo algunos sin pedir. —Observa la libreta.

Comencé a pensar en algún número.

—¿Tienes libre el 25? —Le pregunté con una sonrisa grande, ella parece sorprendida de mi sonrisa después de un rato.

Ella busca en su libreta y niega. —No, ese lo acabo de entregar hace un rato.

La desilusión llega a mí en segundos.

—Sólo tengo el 23, 26, y 28.

—Mierda. —Exclamo.

Ella se ríe. —¿Significa algo para ti el 25? —Me mira.

Asentí.

—Si me dices el significado, quizá pueda ayudarte a conseguirlo. —Me sonríe, la miro y suelto una pequeña risa.

—¿Harías eso por mí? —Ella asiente. —Bueno, quería darle una sorpresa a mi novia, es el día y el mes en que comenzamos a salir. —Le informo y ella me muestra una sonrisa.

—Así que de eso se trata. —Me sonríe. —Sólo por que me dejaste tomar tus medidas sin problema, te ayudaré. —Me toma de las manos, por lo que me veo algo extrañado. —¡Zack! —Grita en dirección al grupo de chicos que estaban a unos metros.

Zack se gira y la mira, les dice algo a sus amigos y se acerca. —¿Qué sucede? —Dice y él nos mira.

—Cielo, ¿podrías intercambiar tu número con Jackson? —Le pregunta y él se ve extrañado.

—¿Por qué? ¿Significa algo? —Ella asiente.

Asentí. —En realidad si tu no estás de acuerdo, lo entenderé, en verdad.




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