Los colores del alma|lg(b)tq+

Capítulo 65. Tú eres el culpable, Jackson.

“¿Qué habrá detrás de esa llamada para que su abuelo estuviera así?”

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Llegué a casa y observé que mi padre estaba en la sala.

Él parecía serio, me quedo pensando en que me ha esperado para que lo ayudara a subir.

—Hola, papá. Te imaginaba dormido en el sofá. —Dije con una media sonrisa y luego escuché algunos golpes arriba, extrañado miré a mi padre. —¿Qué sucede?

—No lo sé, Jackson. ¿Puedes explicarme? —Pregunta y estoy realmente confundido. —¿Por qué Elena está arriba haciendo sus maletas?

El pecho se me comprime y niego. —No…—Susurré y corrí escaleras arriba.

El miedo y el sentimiento de abandono nuevamente habitan en mí, me aterraba saber que podía perder a alguien más en mi vida.

“¿Por qué no podía retener a mi lado a las personas que amaba? ¿Por qué siempre los dañaba?”

Abrí la puerta de mi habitación, revelándome a la pelinegra corriendo de un lado a otro, guardando sus cosas en la maleta, se podía percibir el ambiente algo negativo.

Ella se detiene, me mira enojada y sigue empacando.

—¿Q-Qué estás…? —No me deja terminar, y entonces me lanza una mirada de muerte.

—Me voy.

El pecho se me comprime y niego.

—El, espera, por favor. —Le pido, pero ella no me escucha, trato de tomarle el brazo, pero en cuanto mis dedos rozan su piel, ella se aparta y me grita furiosa.

—¡No te atrevas! ¡Ni se te ocurra! —Grita con coraje, señalándome, haciéndome retroceder y negar.

Tragué el nudo en mi garganta, retrocediendo. —El, por favor, hablemos, no me hagas esto.

—¡No, ya te he escuchado antes y lo único que sale de tu boca son palabras hirientes! —Dice y cierra la maleta, tomándola y bajando las escaleras, corría detrás de ella, con el corazón desbocado, la quería y no quería perderla.

—¡Elena, por favor! ¿Sí? —Insistí y veo que mi padre nos observa. —Sé que fui un idiota, sólo escúchame por favor, sé que podemos solucionar esto hablando. —Le pido sintiendo el nudo de mi garganta asfixiarme, no quería perderla, no quería herirla, la quería, lo hacía como a la hermana que nunca tuve.

—¡¿Por qué no vas a decirle a alguien más que es la causa de todos tus estúpidos problemas?! —Dice girándose de repente y empujándome el pecho, estaba tan enojada. Sus palabras me dejan paralizado, nunca la había visto tan enojada, y sé que en realidad lo arruiné con ella. —¡¿Sabes qué?!... estoy empezando a creer que en realidad TÚ ERES EL PROBLEMA, Tú y tu egoísmo, te gusta ver a la gente a tu alrededor desmoronándose, para después hacerte el héroe y que creamos que eres bueno, pero sólo eres un hijo de puta que se esconde detrás de ese héroe ficticio que te has creado en la puta cabeza. —Me grita, provocando un nudo en la garganta.

Mis ojos se cristalizan.

—Ni siquiera sé por qué Joanne sigue contigo. —Suelta tan de repente, haciéndome quebrar por dentro, de una manera que no lo había hecho en un tiempo.

Mis lágrimas estaban al borde, sé que estaba molesta y que no sabía que sus palabras repercutían mucho en mí, porque ella significaba tanto en mi vida que tenía ese poder ahora.

Me quedo parado ahí sin habla, procesando sus palabras y escuchando como estas mismas quebraban más partes dentro de mí.

“¿Qué si ella tenía razón?”

—Nadie debería de estar contigo, porque sólo vas por la vida jugando y dañando a la gente. —Escupe, sé que no sentía lo que decía, estaba dejándose llevar por el coraje. — Es por ti, que mi tía murió, es por ti que mi tío sea infeliz, es por ti que Joanne va a terminar herida, porque nada en ti es estable, nada en ti es real, todo es una farsa, todo gira entorno a ti solamente, todo es un maldito juego si se trata de alguien más, porque sólo tú puedes sufrir, sólo tú puedes ser la víctima. —Dice y sus ojos se cristalizan. —Pero ¿adivina qué?, mi tía fue víctima de tus niñerías y por eso está muerta, de tu maldita inmadurez, y Joanne terminará igual si sigue a tu lado, porque sólo sabes dañar a la gente.

Las lágrimas resbalan por mis mejillas, dejándome paralizado, ella se da cuenta de sus palabras, y se queda callada ahora, agitada después de sacar sus palabras hirientes.

La puerta se abre y su amiga está ahí. —Vamos, linda. No tiene caso que te gastes con él.

Asentí.

—Tienes razón. —Dije con la voz quebrada y limpiando mis mejillas. —Mi madre fue víctima de mi inmadurez y por eso ya no está aquí. —Trago el nudo en mi garganta. —Sentí que fue mi culpa y sigo pensando que el único culpable de su muerte he sido yo. —Le digo, los ojos de Elena están brillando, sé que se arrepiente de sus palabras. —Y por eso quería protegerte a ti, para que no te pasara lo que estuvo a punto de pasarle a Joanne y lo mismo que le hicieron a mi madre frente a mí, un niño de catorce, viendo como…—Cerré los ojos. —Ultrajaban a su madre, tres hombres. El tipo que intentó abusar de Joanne estaba ahí. —Se me quiebra la voz, tomé aire para seguir hablando. —¡Me dijo que quería estar contigo, quería aprovecharse de ti! —Elevé la voz—¡¿Sabes al menos un poco de lo que pasó por mi cabeza en ese momento?!

Miranda se acerca a ella y le insiste que se vayan. —No le creas, conozco a los de su tipo, sólo quieren victimizarse para que les creas.

—¿Quieres dejar de meterte? —La miré enojado. —Me da igual si me crees o no, esto es entre Elena y yo. —Le dije grosero. Y me dirigí nuevamente a Elena. —No tienes la jodida idea de lo que sentí. —Dije con rabia. —Todo el miedo, el coraje y la impotencia, los gritos de mi madre de fondo en mi cabeza ¡UNA Y OTRA VEZ! —Dije, y las lágrimas caen. —¡¿PUEDES IMAGINARLO UN POCO?! —Le dije. —No tienes una jodida idea de cómo arde aquí dentro. —Toqué mi pecho. —Porque no le han hecho eso a alguien a quién amabas frente a ti.

Elena comienza a dejar que sus lágrimas caigan.




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