Los corazones negros 2

Capítulo 20: Aliados

Pasamos varios días en nuestra guarida y también buscando mejorar los trajes. El cargamento está ubicado cerca de la costa, pero no ha descendido, esta información nos la provee el dispositivo que coloco Andrew.

No sabemos el por qué, pero tarde o temprano lo sabremos. Kas y Tania parece que pasaron mucho tiempo juntos y ahora esta surgiendo una linda relación entre ellos, una que pudo ser con Galata. Ahora lo único que puedo pasar es en los momentos que pasamos en la otra línea de tiempo y de que ella no era mi enemiga.

— Estas bien— dice Kas.

Por ahora me siento de la mejor forma, pero ahora no quiero hablar del tema y quiero recuperar a Hanna y Axel.

— Lo estaré cuando ellos vuelvan — digo.

Andrew fue a patrullar la zona en caso de que nos detecten. Nuestra guarida puede ser ubicada por dispositivos especiales de tierra que detectan anomalías en la tierra, pero esa tecnología solo la posee el ejercito y no tiene control el ministro sobre ese territorio. Además de que contamos con la tecnología para pasar desapercibidos, pero al mismo tiempo lograr comunicarnos con alguien de fuera.

— Detecto algo— dice Tania.

El mapa muestra que el cargamento se dirige nuevamente a un punto nuevo, cerca de la escuela de aviación.

— Adelante— digo.

Nos vamos en motocicletas/trajes, lo mejor es ir separado para cubrir terreno y también estar listos para el ataque. Divide y vencerás es como dice el dicho.

Llegamos al punto central y vemos que los drones conllevan el contendor y aterrizan en los hangares privados, tratamos de entrar de la forma más sigilosa y debemos tener cuidado porque en cualquier momento nos atacan. Nos estamos introduciendo a un área militar y ellos tienen todo el derecho atacar para defender.

— Entre— digo.

El modo sigilo me permite ver el panorama, utilizó la visión térmica para detectar las fuentes de calor que emiten los cuerpos de Ficha y de Galata.

— Los encontré. Hangar 5— digo.

Me acerco lentamente y activo uno de los dispositivos de comunicación para escuchar a través de hiper-frecuencias. Disparo y logro darle a una caja.

— Lo tiene— dice el ministro.

— Claro que sí— dice una voz misteriosa.

— Necesito financiar este proyecto y ustedes me han traído lo que necesitan— dice el ministro.

— Un trato justo y uno muy bueno— dice la voz misteriosa.

— La dianima les sirve para controlar la mente de sus subordinados. La he perfeccionado gracias a un departamento científico alemán. Será muy fructífero para usted y los planes que tengan— dice el ministro.

— Veo que sus discípulos están muy bien manipulados— dice la voz misteriosa.

— Claro que sí. Mírenlos, peleando con su yo interno y solo me obedecen— dice el ministro.

Hacerle eso a mis amigos es caer muy bajo. Haré lo que sea para recuperarlos.

— Creo que nosotros nos llevaremos bien. Es un placer hacer tratos con usted— dice la voz misteriosa.

Al parecer harán el intercambio y necesitare refuerzos.

— Necesito su ayuda— digo.

— Estaremos en un momento— dice Tania.

En ese momento lanzo una granda aturdidora.

— ¿Qué mierda? — dice le ministro.

Escucho la explosión y entro activando mi espada. En ese momento Ficha trata de golpearme, pero logro evadirlo y luego lanzo una carta explosiva.

Me lanzo a tomar el paquete y luego salir volando con él, pero en ese momento me toman con las cadenas. Trato de liberarme, pero poco a poco logran impulsarme hacia abajo y también pierdo fuerza.

— ¡Chicos! — digo.

En ese momento las cadenas se destruyen y parece que alguien me salva, pero no es de mi equipo y tienen un equipo diferente al nuestro. Me lleva al suelo.

— Estas bien— dice.

— Sí — digo.

En ese momento salen otro sujeto y lo que parece ser una señorita.

— ¿Quiénes son? — digo.

— Proyecto Elite— dice uno de ellos.

En ese momento me di cuenta de que necesitaría en algún momento la ayuda de más aliados. Los soldados de la elite se unen conmigo y trataremos de pelear.

— El ministro no tiene tiempo para esto— dice Inmagic.

Lanza una granda de humo y cuando intentamos atrapar solo vemos varias cartas tiradas al suelo y algunas aves volando.

— Una buena ayuda me viene bien ahora— digo.

— Sí— dice uno de ellos.

En ese momento llevo a los solados de la elite a nuestra guarida para darnos a conocer mejor.

— Es un honor estar con ustedes — digo.

En ese momento ellos no se sientan y no se quitan los trajes, lo cual me da una pequeña sensación de miedo y a la vez respeto.




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