Los Cuatro Príncipes

Conflictos

Después de recibir esa gran noticia, todos estaban muy contentos.

—¡Muy bien, Sherly! ¿Cómo no se me ocurrió eso? —felicitó Keren.

Gaby se acercó y estuvo de acuerdo con esas palabras.

—Oigan, ustedes ni siquiera van a jugar —dijo Kenneth.

—Pero les ayudaremos a entrenar —respondió Gaby—. Ahora que ya están inscritos, ¡tienen que ir con todo!

—¡Sí! ¡A ganar el torneo!

Aunque Keren y Gaby eran rivales, eran muy maduras en comparación a Kenneth y Emilio; ellas estaban dispuestas a trabajar juntas para ayudar a los chicos.

Francis y Jamie estaban sorprendidos, nunca creyeron que se inscribirían a un torneo oficial de futbol…

—¿Cómo le vamos a hacer?

—Dijiste que estaba bien —señaló Francis.

—No se alteren, verán que será maravilloso —intervino Dany.

—Ya tenemos la primera falta con Mayra, Sharon me dijo que estaba muy molesta —dijo Joshua, preocupado.

—Le diremos que ya era muy tarde para llegar a practicar y que, además, es obligatorio participar en el equipo de la escuela.

—Dany, eso es mentira —dijo Jamie.

—Sí, es mentira, pero ella no lo sabe.

Por otro lado…

—No puede ser… firmé creyendo que solo era una estúpida iniciativa —decía John.

—¿Por qué te molesta? Eres parte del equipo —Mark estaba a su lado—. ¿No quieres participar?

—En realidad no tengo ánimos. Solo juego para pasar los ratos libres de la escuela.

—Ya veo… pero no lo haces nada mal.

John ya no respondió. Mark pudo notar cierto estado de depresión en ese momento, aunque no tuviera sus poderes mágicos, tenía la intuición humana. «Está deprimido… el hijo de la Reina de la Magia…» Se quedó pensando.

—Si tuvieras que pedir un deseo, ¿Qué pedirías? —preguntó de repente.

El pelirrojo quedó confundido ante tal pregunta.

—¿Por qué pediría un deseo?

—No lo sé… creo que… tal vez Emilio pidió de deseo que se inscribiera el equipo y se cumplió. Como si hubiera magia en el ambiente…

—Eres un idiota —John se alejó, dejando a Mark con más dudas.

—Podría ser…

En el salón, sucedían otras cosas.

—Yo me sentiría muy mal si mi novio estuviera coqueteando con otras chicas —decía Sarah, en voz alta.

Melany, Nelly y Sharon voltearon hacia los lugares de Dora y Azucena, ellas tenían visita…

—¿Qué hacen esas idiotas aquí? —preguntó Nelly.

—Como es hora libre, pueden andar donde sea —respondió Melany.

Sharon no dijo nada, pero sintió que todo lo que decían iba para ella.

—¡Imagínate! Yo aquí pensando que me ama y él… platicando con una chica —continuó Sarah.

—Ha de ser horrible. Sobre todo, si deja de hacer cosas importantes solo para ir a verla —le siguió Dora.

—Me sentiría degradada si me cambiaran por una mesera —dijo Azucena.

—¡Qué se le puede hacer! Si el tipo ya es de andar con muchas, seguramente la cornuda de su novia lo sabe.

—¡Basta! —Sharon se levantó de su asiento y fue hacia ellas— ¿Están hablando de Joshua?

Melany y Nelly se quedaron boquiabiertas.

—Tranquila, Sharon, nadie dijo el nombre de tu novio —respondió Dora—. ¿Acaso él…? ¡Ay, no! ¡No me digas que sí te engaña!

—¡Claro que no! Solo quiero saber por qué dicen todo eso… —Sharon se había dado cuenta de su imprudencia al acercarse así a las mujeres.

—Estábamos hablando de unos amigos que conocemos.

—¡Díganme la verdad!

—Es que… —Sarah quería contarle todo, pero se comportó como si le costara trabajo— Sharon… es muy feo lo que te voy a decir.

La mencionada trató de hacerse la fuerte.

—Ayer yo estaba con Violeta en el Centro Entertainment, cuando vimos que la mesera, la del cabello rojo, estaba platicando con Uriel.

—¿Eso es todo? O sea que… se referían a Uriel…

—No, mira… —continuó Violeta— …Joshua se acercó a ellos y habló con Uriel en privado. Después, Uriel se fue y la mesera se acercó a Joshua. Él le reclamó algo…

—Le dijo… ‘¡no puede gustarte él!’ —completó Sarah.

—¿Qué? —Sharon no lo podía creer.

Melany y Nelly habían escuchado todo…

—¡Es mentira! —exclamó Nelly— Ya sabes cómo son de odiosas y chismosas estas tipas —trató de consolar a su amiga.

—Oye, ya sabemos que no te caen bien ni Dora ni Azucena, así que no te la tomes con nosotras —se defendió Violeta.

—Sí, solo estamos diciendo lo que vimos. Si tienen dudas, pregúntenle a Joshua.

—O a la mesera…




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