Los Cuatro Príncipes

Amor de Hadas

Mientras Joshua y su banda ensayaban en el Salón de Música, en el parque, las chicas estaban platicando…

—¡Ánimo, Sharon! Yo creo que deberías hablar otra vez con Joshua —aconsejó Melany.

—Deben arreglar la situación cuanto antes, habrá una fiesta en casa de Dany el sábado —comentó Nelly—. Oh… eso me recuerda… Lucero, ya te conseguí pareja para esa fiesta.

—¿Qué?

—Mañana te voy a presentar a Dany, es un chico muy popular y yo te lo conseguí.

—¿Con un chico popular? Pero… alguien así solo saldría conmigo si apostara a hacerlo.

—¡No seas pesimista! Él aceptó sin ningún problema.

—Tal vez aceptó porque no me ha visto, pero en cuanto me vea…

—¡Por favor! —Nelly se estaba hartando de su baja autoestima.

En ese momento, Sherly pasó por ahí…

—¡Hola, Sherly! —saludó Melany.

—Hola, chicas… —estaba un poco desanimada.

—¿Qué sucede?

—Ahora tengo que andar sola… Emilio está muy ocupado con su novia.

—Bueno, nosotras también somos tus amigas.

—Melany… —llamó Nelly.

—¿Vas a ir a la fiesta del sábado? Después de todo, gracias a ti, el equipo está inscrito —preguntó Sharon.

—No creo… no tengo pareja.

—Es verdad, Dany puso esa estúpida regla —dijo la pelirroja.

—Ahora te molesta eso… —comentó Nelly.

—Pero, tú deberías estar ahí —dijo Melany.

—Todos van a estar con sus parejas, no quiero ir.

En otro lado…

—Es verdad lo que decía Emilio… ¡el perdedor es novio de Violeta! —decía Kenneth, sorprendido.

—Sí… ya sabes cómo es ella. Quiere conocer un poco de todo —comentó Sarah.

—Increíble.

—Por cierto, no te noto estresado. ¿Acaso ya renunciaste a lo del Torneo Juvenil?

Kenneth sonrió de manera nerviosa y desvió la mirada.

—Dime que renunciaste.

—Estaba a punto de rendirme, pero…

—¿Pero?

—Sherly inscribió a todo el equipo, firmó por mí.

—¿Qué? ¿Quién demonios es Sherly?

—Una chica que va en mi salón, creí que era la novia de Emilio.

—¿Cómo puede ser que pasara eso? ¿Qué se cree esa niña idiota?

—Sarah… no te enojes. Deberías apoyarme… la verdad yo espero que me apoyes. ¡Por favor! ¡Asiste a mis partidos! Te dedicaré goles.

La chica estaba muy molesta, pero tuvo que tranquilizarse.

—Hemos estado tan distanciados, Kenneth… y ahora esto.

—Por eso te pido que vayas a mis partidos.

—El futbol es para idiotas, pobres y analfabetas, ¿te has puesto a ver cómo se pelean en los estadios? ¡Es terrible! ¡Yo no quiero andar en ese ambiente!

—No todos somos así.

—Bueno… si quieres participar, participa, pero… yo no voy a ir contigo —la chica se levantó y se fue.

Kenneth se quedó muy desanimado.

En el Liceo…

—Ya entendí lo que la Reina Ámbar quiso decir cuando dijo que habría personas inmunes… —decía Arthur— El equipo de futbol que se ha inscrito al Torneo Juvenil no vino a inscribirse… tampoco vinieron esas 5 chicas de las que sospecho —revisaba la lista—. Va a ser muy difícil asegurar que ellas sean las aprendices.

—No hemos usado magia, solo hemos usado la influencia que Alan tiene sobre los jóvenes —comentó Christopher.

—Pensé que con Alan ya no necesitaría usarla. Mañana iré a clases y haré un hechizo… debemos atraer a todos los que nos sean posibles. Por el momento, comienza con el entrenamiento.

—Sí.

Los jóvenes que se inscribían en el Liceo llegaban con la idea de querer ser actores, cantantes o, por lo menos, ser mejores en clase. Este lugar prometía enseñar las técnicas que los ayudarán a sobresalir en la vida. Alan estaba conviviendo con todas las chicas que se le acercaban, era un sueño hecho realidad para ellas. Les enseñaba cómo comportarse y cómo ser populares. Al final de la sesión, les dio un anuncio muy importante.

—Van a tener que llevar un entrenamiento especial —anunció el rubio—. Este entrenamiento puede parecerles muy raro, como si estuvieran en un ejército… —rio, los demás también rieron— …pero les aseguro que una estrella debe saber defenderse. Debe saber qué hacer en el momento exacto, en el momento en que se enfrentará al mundo.

Todos se emocionaban, no solo eran mujeres, también había hombres que querían ser como él y estaban dispuestos a seguir el entrenamiento.

—Se seleccionará a los mejores al final del programa. Espero que todos demuestren que pueden ser buenos competidores.

Aplaudieron, estaban muy motivados a hacer todo lo que fuera necesario para ganar. Elizabeth, que estaba recargada en la puerta del salón, sonreía al ver que todo estaba saliendo bien.




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