Los Cuatro Príncipes

Poderes Descubiertos

En la casa de la familia Beenzi un nuevo día había comenzado. Dany estaba impaciente…

—¿Estás seguro de que no quieres ir a México con tu padre? —preguntó Libby, mientras se arreglaba, mirándose al espejo.

—No… es que… siempre es lo mismo cuando vamos. Solo visitamos las oficinas de la tía Renata.

—Pero… te quedarás solo —dijo ella—. Yo saldré este fin de semana con una amiga, ¿recuerdas a Melissa? Ha estado muy deprimida y creo que sería buena idea llevarla al spa, lejos de aquí y de sus problemas.

—Es una excelente idea, mamá.

—¿Verdad que sí? Bueno, espero que estés bien.

—No te preocupes, ya estoy grande, puedo cuidarme solo —dijo Dany, sabiendo que eso era exactamente lo que quería para hacer la fiesta.

Mientras tanto, en un lugar lejano de la ciudad…

—Alan, ¿no se suponía que estarías en una campaña de fragancias europeas? ¿Qué es todo eso del ‘Liceo’ y por qué lo promocionas? Por favor, llámame cuanto antes.

Clara alejó el teléfono de su oído y finalizó la llamada, que ni siquiera había sido una llamada real, solo pudo dejar un mensaje en el buzón de voz.

—¿Todo bien? —preguntó Arturo.

—Mi hijo no contesta las llamadas.

—Señora Diamond, es momento de la escena en la lluvia —anunció uno de los tantos trabajadores que andaban en ese lugar.

—Ya voy.

Sin dar más explicaciones, fue al lugar donde le indicaron. «¿El Liceo es promocionado por Alan Faisher? Ya veo… espero que Elizabeth esté haciendo un buen trabajo por mí. Esta oportunidad de trabajar al lado de Clara Diamond no la podía dejar pasar. Estar con una actriz tan grande como ella, mejorará mi carrera.» Pensó Arturo, mientras se acercaba silenciosamente para no interrumpir la escena de Clara.

Kenneth tomó el teléfono…

—Hola, amor, solo quería disculparme, fui muy grosera contigo ¿me perdonas? —decía Sarah.

—No te preocupes, Sarah. Todo está bien. Me alegra que llamaras —estaba muy feliz—. No quería ir a la fiesta sin ti.

—¿A una fiesta? —se hizo la que no sabía.

—Dany organizó una fiesta para todos los que vamos a participar en el Torneo Juvenil, ¿quieres ir conmigo?

—¡Claro que sí!

—Paso por ti a las 8.

—Nos vemos hasta entonces. Te amo.

La chica colgó. Él estaba muy contento al ver que las cosas iban bien.

Salió de su casa para ir al Centro Entertainment un rato, pero se encontró con dos conocidos en el camino…

—Tan bien que iba mi día y me encuentro contigo —dijo al ver a Emilio.

Él iba acompañado de Sherly.

—¡Hola, Kenneth! —saludó la chica.

—Lo mismo digo —fue la respuesta del joven—. Vámonos, Sherly.

—Vamos a inscribirnos al Liceo, ¿ya te inscribiste? —preguntó ella.

—¿Al Liceo? —preguntó Kenneth— ¿Por qué querría entrar ahí? Tenemos que entrenar para el Torneo Juvenil y no necesitamos que nos roben horas después de la escuela.

—Es normal que alguien como tú no pueda con las dos cosas —dijo Emilio—. Yo voy a inscribirme porque escuché que van a dar un entrenamiento militar.

—No necesitamos de eso, idiota.

—Al final del curso seleccionarán a los mejores. Yo creo que te da miedo inscribirte porque sería una pérdida de tiempo para ti, no te seleccionarían, aunque fueras el único inscrito.

—Ah, ¿sí?

Sherly ya estaba en medio de los chicos.

—Voy a ir a inscribirme con ustedes, solo para que veas que al que van a hacer a un lado será a ti, Emilio.

—Quiero ver eso.

Los jóvenes comenzaron a caminar hacia el mismo rumbo. A la chica solo le quedó seguirlos.

En el parque, Sharon se había reunido con sus amigas.

—¡Qué bueno que se arreglaron las cosas con Joshua! —felicitaba Melany.

—¿Por qué nos reunimos temprano? La fiesta es hasta la noche —preguntaba Nelly.

—Gracias, Melany —dijo Sharon—. Pensé que podíamos reunirnos antes para ver cómo iremos vestidas.

—Pero…

—¡Qué buena idea! —exclamó Lucero, aunque Nelly no estaba tan emocionada como ella— De verdad me hace falta su ayuda para eso. Es la primera vez que iré a una fiesta.

—¿Lo ves? —preguntó Sharon a Nelly.

—Está bien.

—Entonces, ¿Qué esperamos? Hay que ir —dijo Melany.

—Había invitado a Sherly, pero creo que está ocupada —Sharon miró su celular—. Vámonos.

—¡Esperen un momento!

Las chicas se detuvieron y voltearon hacia la voz que les hablaba. Solo Sharon y Nelly reconocieron a la joven que estaba ahí.

—¿A dónde creen que van?

—Elizabeth…




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