Los Cuatro Príncipes

Regalo de Navidad

El día 24 se acercaba. La escuela ya no estaba pesada en esas fechas, había muchos eventos por las festividades. En el Centro Entertainment se anunciaba la visita de Santa Claus.

—Mamá dijo que me trajeras a ver a Santa —reclamó Kevin.

—No te va a traer nada, eres un malcriado —dijo Kenneth, al llevar a su hermanito al centro comercial.

—¿Ahora crees tener la razón solo porque fuiste de los mejores? Eligieron a tu equipo por la chica y por tu rival. ¡Tú eres un idiota!

—¿Sabes? Me basta con que estés molesto por ese nombramiento.

Llegaron a la fila para ver a Santa Claus.

—No puede ser… —dijo Selene.

Karie, que también estaba formada, aunque fuera la única grande, miró hacia Kenneth y Kevin.

—¿Ese es el niño que te gusta?

—¡Iugh! ¡No! ¡No me gusta!

—¡A un lado, niña! Me atenderá a mí primero.

—No me voy a mover.

—Mi hermano y yo, somos de lo mejor que hay en el Liceo. Tenemos preferencia por eso.

—Kevin… —llamó Kenneth, pero fue ignorado.

—¡No me importa! —respondió Selene.

—¿De lo mejor que hay en el Liceo? —preguntó Karie— Oh, cierto… tú estás tomando el entrenamiento militar básico, ¿Cómo te fue?

—Tal como dice mi hermano, fui seleccionado entre los mejores —respondió Kenneth.

—¿Ya los seleccionaron? ¡Qué bien! ¡Muchas felicidades!

Kevin comenzó a caminar para llegar a Santa Claus, valiéndole que hubiera más niños esperando y los reclamos de Selene. Llegó hasta donde estaba Santa…

—Mi nombre es Kevin. Este año he sido muy bueno y quiero un arma de regalo.

—Oye niño, tienes que formarte… —dijo Giovanni, que por parte de su trabajo en el Centro Entertainment, le había tocado disfrazarse de Santa Claus.

—Espera… yo te conozco. Eres uno de los que juegan futbol con mi hermano.

—Claro que no, soy Santa. Ahora ve a formarte o si no, no tendrás foto.

—¡No me des órdenes! ¡Santa Claus falso! —Kevin le dio una patada en la espinilla.

Giovanni se quejó por el dolor y usó sus manos para sobarse inmediatamente.

—¡Kevin! —reaccionó Kenneth y fue directamente hacia él.

—¡Yo no tengo la culpa de que sea un idiota!

Kenneth tomó a su hermano del brazo y se lo llevó.

—Es uno de mis jugadores y no puede lesionarse, ¡este año no tendrás regalos por eso!

—¡Pero yo quiero un arma! En el Liceo prometieron darnos armas y no nos han dado nada… —comenzó a hacer su berrinche.

Pasaron a un lado de Karie y Selene…

—¿Armas en el Liceo? —preguntó la chica del poder del Fuego.

Sharon estaba con sus amigas…

—Ya casi es Navidad… —dijo, con un aire de nostalgia.

—Es el momento perfecto para hacer las paces con ciertas personas.

—Melany, siempre dices lo mismo —se quejó Nelly.

—¿Saben…? Yo de verdad estaba cambiando cuando platicaba con Dany —dijo Lucero—. Él es tan alegre que contagia. Siento que, sin él, no puedo socializar con nadie más.

—Estás socializando con nosotras —remarcó Nelly.

—A mí me parece muy tonto eso de dejarles de hablar —dijo Melany—. Yo voy a hablarle a Jamie y le daré un regalo de Navidad.

Las chicas se quedaron boquiabiertas.

—¡Estoy harta! —exclamó y luego se retiró.

—Tal vez yo deba hacer lo mismo… —murmuró Lucero.

Sharon se quedó pensando en la actitud de sus amigas. A pesar de que ellas no eran novias de los chicos, estaban determinadas a acercarse a ellos.

—Sé que Joshua no me engañaba con Sandra… —dijo de repente— …ya llevamos meses separados y no le ha vuelto a dirigir la palabra. Siento que si él hubiera estado interesado…

—¿Te refieres a que se hubiera acercado a ella? ¿Aunque estuviera Uriel de por medio?

La chica suspiró, las preguntas de Nelly la hacían dudar.

Esa misma tarde, sería la fiesta de Navidad de la escuela. En el patio principal, techado y libre de nieve, estaban muchas mesas con comida que habían llevado los alumnos. Se organizaron en grupos para llevar comida, adornar el patio, preparar la música, etc. Los salones estaban vacíos porque las mesas y sillas eran parte de la fiesta. En uno de ellos…

—No es necesario investigar y lo sabes… —dijo Sherly.

—Pero son nuestras amigas…las atacaron con poderes mágicos y están muy confundidas —decía Britanny, mirando hacia las ventanas.

—La seguridad del Liceo es impecable. Quedamos en no hablar de esos temas, si comenzamos a preguntar, pensarán que estamos locas.

—Tienes razón… —dijo, al bajar la mirada, acordándose de lo que había pasado.




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