Los Cuatro Príncipes

Vidas Personales

—¿Qué tan especial es el Liceo para ti? —preguntó Francis.

Alan estaba tenso ante esta pregunta.

—No es especial… —contestó.

—Entonces, ¿Por qué lo promocionas?

—Porque es mi trabajo. No soy como ustedes, simples estudiantes, no lo entenderían.

Joshua no estaba tan convencido con estas respuestas, notaba que Alan estaba muy incómodo.

—Eres tan arrogante, que no creo que te involucres con los ‘simples estudiantes’ aun tratándose de un trabajo. Preferirías perder ese contrato, ¿no crees? —cuestionó el líder de la banda.

—¡Déjenme en paz! ¡No tienen derecho a juzgarme! —se levantó de su asiento y comenzó a caminar entre los jóvenes para salir de ese cuarto lo más rápido posible.

—Espera, aún no… —Dany lo sostuvo del hombro para detenerlo, pero su mano perdió fuerza al sostenerlo cuando sintió una esencia mágica en Alan.

Así que el joven famoso pudo escapar fácilmente. Salió del cuarto, que tenía la puerta abierta, sin ningún problema.

—Dany, lo dejaste ir —regañó Francis.

—Cuando lo toqué, sentí una esencia mágica…

—¿Qué? ¡Eso no puede ser! Sería el colmo que también Alan tuviera poderes mágicos —se lamentó Joshua.

—No creo que sea eso… —Jamie trató de pensar en esa posibilidad, pero la descartó— Si tuviera poderes, sabría que nosotros los tenemos y no dijo nada.

—Exacto, no nos tendría miedo. Se veía muy tenso —agregó Dany.

—Pero la ‘persona oculta’ no podía sentir nuestra magia, es normal que Alan tampoco se dé cuenta, Jamie —aclaró Francis.

—Es que no pueden ser muchas personas con poderes —dijo Joshua—. Ya tenemos a Uriel, el Hechicero; a ese Kevin, la ‘persona oculta’; ¿Qué sigue? ¿Qué Elizabeth también tenga magia? Y luego Alan… y ¿Quién más? ¿Arthur?

—Nos dijeron que no podían ser más personas, esto ya no tiene sentido —comentó Francis.

—Tal vez Mark y Betsy no saben todo, perdieron sus poderes al entrar a este mundo —supuso Jamie.

—Bien, vamos a pensar que todos tienen poderes, así tendremos más cuidado —dijo Dany.

—Estoy de acuerdo, pero recuerden, no debemos atacar primero si no estamos seguros de que los tienen —aconsejó Francis.

—Hay que desmantelar al Liceo cuanto antes.

Todos estuvieron de acuerdo con lo que dijo Joshua. Quedaron en ya no confiar en lo que les dijeran los Jóvenes de Poderes Misteriosos, lo más viable era que investigaran y sacaran sus propias conclusiones. Por fin, después de tanto tiempo, tomaron en serio su misión en el Mundo Real. Ya no iban a dejar que sucedieran cosas tan raras y por fin enfrentarían a la ‘persona oculta’.

El día de Navidad llegó sin ninguna novedad. Cada quien estuvo con su familia disfrutando de la cena y de las vacaciones.

—Joshua, te ves más animado que antes, ¿es por ser Navidad? —observó su hermana.

—¿Cómo es posible que preguntes algo así después de ver mi concierto? ¡Es por eso! —respondió.

—No puedo creer que no quieras ser músico. Lo hiciste muy bien.

—Lo seré, pero no en estos momentos. Sabes que no podemos ser famosos todos, Dany tiene que ocuparse del negocio de su familia.

—Oh, es verdad.

Por otro lado.

—Muchas gracias por invitarme a tu casa, Francis —decía Karl—. No pude visitar a mi familia por un proyecto de ciencias que tengo que terminar al final del año.

—Eres bienvenido, no te preocupes.

—¿Cómo te has sentido? Ya no hemos hablado de esa descarga eléctrica.

Karl y Francis estaban en una mesa, comiendo y conversando, mientras que su familia se encontraba en la sala con los niños abriendo regalos.

—¡Estoy muy bien! —respondió al instante, ocultando la razón de por qué no le había afectado.

—Estaba preocupado, fue una descarga fuerte. Sé que tus prótesis te protegen, pero… debieron amplificar el riesgo.

—Karl, tranquilo, de verdad estoy bien.

—Es que no encuentro la lógica en esto.

Francis sonrió nervioso.

—¿Estás bien? ¿Puedes mover los brazos sin dolor?

—No te preocupes, Karl. Gracias a ti puedo seguir con mi vida normal.

En casa de Dany…

—Es Navidad y todos tienen que viajar por trabajo…

La televisión estaba encendida, al parecer, el joven se había quedado solo en casa. Literalmente solo porque Rainbow podía estar con él.

—…no quiero tener una vida así después.

—No puede ser tan malo viajar —contestó el hada, comiendo galletas.

—Es viajar por trabajo, no lo entenderías.

—¡Pero está bien! Es la primera vez que puedo andar por tu casa sin ningún problema —decía Rainbow al volar por la sala y luego regresar a donde estaban las galletas.




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