En el Liceo…
—Tenemos a esta sospechosa, intentó robarse un arma —decía Estela.
Elizabeth y Kevin eran los únicos con ‘autoridad’ en ese momento.
—¿Intentó robarse un arma? —preguntó Kevin— Bueno, son tan geniales que yo también lo haría.
Karie rio.
—Es verdad… yo hice eso.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Elizabeth— Podemos llamar a la policía y encerrarte.
—Es que… —la chica comenzó a actuar— …soy una gran fan de este lugar. Intenté inscribirme, pero decían que ya era demasiado tarde. Yo misma hice el uniforme, quedó igual al que llevan, ¿verdad? Quería pedir una oportunidad y llamar su atención, tal vez si me robaba un arma verían mis habilidades.
—Nosotros no robamos —aclaró Estela.
—¡Por favor! No llamen a la policía, ¡lo lamento mucho! —rogó.
—Karie, los del salón se inscribieron y no te veías interesada —comentó Elías.
—Porque no creí que fuera a ser tan cool, pero ahora estoy arrepentida y quiero formar parte.
Elizabeth y Kevin se miraron.
—¿Qué hacemos? —preguntó el niño.
—Está bien. Te admitiremos —dijo Elizabeth—. Hay un equipo que no cumplió con su misión y debemos correr a alguien. Podrías formar parte de él.
—¿Crees que sea buena idea? —preguntó Elías.
—Es una gran idea.
—Pero… no podemos confiar en ella. ¿Y si miente? —preguntó Estela.
—Soy Líder de Grupos y puedo decidir —Elizabeth levantó la voz—. Así que decido que se quede. Y no pueden cuestionar nada.
Estela y Elías se miraron entre sí, resignados. Karie estaba muy feliz, porque de ese modo, el obtener información sería más fácil.
En el estacionamiento.
—¿Qué clase de autoridad tienes en esta ciudad como para liberar a una ‘famosa ladrona’? —preguntó Arthur.
—Más bien, ¿Qué clase de poder tienes? Derrotaste a mis guaruras —dijo Melody, casi llorando—. Nunca había estado en peligro de esta forma. ¡Voy a morir!
Arthur desvió la mirada, tratando de pensar si sería buena idea lo que estaba planeando.
—El padre de Melody es parte de la mafia. Si le haces algo, te irá muy mal, aunque… se ve que tú no eres un chico normal —dijo Nancy—. ¿Cómo supiste que estábamos aquí?
—Tengo poderes —contestó, sin más.
—¿Ah? ¿Poderes…? ¿Cómo magia?
—Algo así.
Ella hizo un gesto de desprecio, como si sintiera que él solo estaba jugando.
—¡Nancy! ¡Créele! ¿Qué otra cosa podría ser? —decía Melody, con cierta paranoia.
—Puedo ayudarlas en lo que quieran a cambio de hacer equipo. No vengo a lastimarlas —explicó Arthur—. Hace poco, uno de mis aliados me traicionó.
—¿Quieres que nos encarguemos de él? Puedes hacerlo tú con tu magia —decía Nancy.
—Quiero que me ayuden a lograr algo más grande que eso. Voy a conquistar esta ciudad.
—Eres un mocoso de 15 años, ¡deja de inventar historias! —la chica seguía sin convencerse.
—¡Nancy, no! —Melody sostuvo su brazo, puesto a que iba a sacar su pistola— No lo ataques. Puede que sí tenga magia, mis hombres cayeron fácilmente contra él. Es mejor aceptar su oferta.
La mujer miró a su amiga. Consideró el hecho de seguir la corriente para ver lo que sucedía en realidad con ese joven.
Al día siguiente. En la escuela todos los alumnos murmuraban sobre la pelea, excepto algunos, que tenían otros temas más importantes que discutir…
—¿Necesitan nuestra ayuda? —preguntó Francis— Parece que ustedes no la necesitaban ayer, porque no nos dijeron nada sobre su misión secreta.
Mark se molestó.
—Sabíamos que estaban ocupados —dijo Betsy.
—Mark y Benny también tenían práctica de futbol —recordó Dany.
—El punto es que no queríamos que faltaran muchos —aclaró la chica—. Karie fue secuestrada por el Liceo, podría estar en grave peligro… quien sabe qué cosas tan horribles le hagan al saber que trató de robar una de las armas.
—No seas tan exagerada, Betsy —dijo Joshua, sin preocuparse.
—Déjame recordarte que el exagerado eras tú cuando se trataba de Sandra.
—Pero… Karie está bien.
Mark y Benny voltearon hacia la entrada del salón. Betsy hizo lo mismo.
—¡Hola, chicos! —saludó ella, muy feliz.
Llegó hacia donde estaban y comenzó a hablarles de lo que había sucedido.
—¡Eso es genial! —festejó Dany— Ya tenemos a una espía.
—No puedo creer que en ese lugar sean tan estúpidos —comentó Francis—. Te dejaron entrar como si nada.
—Lo sé. Les prometo que les informaré de todo.
—Parece que no sospechan de ella y tiene sentido —comenzó a explicar Jamie—. Si hubiera sido uno de nosotros, no creo que nos hubiesen tratado igual.