Los Cuatro Príncipes

Historia

Kenneth llegó corriendo hasta donde estaba Kevin…

—Kevin, ¿estás bien?

—Hermano… —dijo con voz quebrada— …ellos me atacaron. Siempre me atacan y usan sus poderes para eso —se hizo la víctima.

—¡Oye, tú también…!

—¡Aléjate, Joshua! Solo eres un idiota que busca problemas en todos lados —interrumpió Kenneth, estaba molesto al ver a su hermano herido.

—Sí, por primera vez él tiene razón —apoyó Emilio.

—Oigan, tranquilícense. Debemos llevarlo a que lo atiendan en lugar de discutir —sugirió Dany.

—¡Tú no te metas!

—Yo me encargaré de llevarlo —dijo Kenneth al tomar a su hermano entre sus brazos—. Tienen suerte de que esto sea más importante, si no… ahora mismo lo pagarían.

Se lo llevó. Emilio lo siguió. Joshua y Dany solo se miraron entre sí.

—Supongo que no importa quien lo lleve, lo importante es que reciba atención lo más pronto posible —comentó Dany.

—¡Maldición!

Kenneth y Emilio caminaron por el pasillo y se encontraron con Melody…

—No puede ser. ¡Está muy herido!

—Debemos llevarlo al médico ahora, ¿hay algún transporte? —preguntó Kenneth.

—No te preocupes, en nuestras instalaciones tenemos habitaciones donde brindamos servicios médicos. Síganme.

Sin dudar, obedecieron a la mujer. Melody los llevó hacia el 4to piso donde estaban atendiendo a Arthur. Llegaron a un cuarto y dejaron a Kevin en la cama. Rápidamente, Nancy comenzó a atenderlo.

—Fue un ataque muy fuerte el que recibimos hoy.

Los jóvenes miraron a Arthur, quien decía esto al entrar a la habitación.

—¿Qué está pasando? ¿Por qué los idiotas de Joshua y Dany tienen poderes? —cuestionó Kenneth.

—Me apena mucho tener que explicarles todo después de este incidente —dijo Arthur—. Hay un poder especial que se les da a las personas que están en peligro… —comenzó a explicar— …Kevin estaba en peligro, esos tipos siempre lo atacaban. No creí que fueran capaces de venir hasta aquí para hacer esto.

—¡Debemos eliminarlos ahora mismo! —sugirió Emilio— Para eso fuimos entrenados, ¿cierto?

—Así es, pero les recomiendo que por el momento los dejen escapar. Tengo un plan de venganza para ellos. Ahora es importante que Kevin esté a salvo —dijo Arthur al acercarse a la cama—. Puedo absorber sus poderes y dejarlo libre de esta guerra.

Kenneth ni siquiera se preguntó cómo es que Arthur podía hacer eso, estaba tan preocupado por su hermano que creyó que esta era la mejor idea. Recordó cuando Sherly le había dicho que tener poderes podría ser una maldición.

—Estaría muy agradecido si le quitaras esa magia.

—Lo haré. Gracias a ustedes por confiar en mí, estoy orgulloso de que sean el mejor equipo del Liceo. Juntos derrotaremos a Joshua y a sus amigos.

Dicho esto, Melody les indicó la salida. Tenían que dejarlos solos para que Arthur pudiera ‘curar’ a Kevin. Una vez estando solos, Arthur comenzó a absorber sus poderes. El traje oscuro que Kevin llevaba como Unknown desaparecía, dejando ver el uniforme normal del Liceo. Ahora era un niño común y corriente que sufría por las heridas recibidas.

—Esos malditos pudieron derrotarte porque llevabas el 50% de mis poderes, pero ahora que yo tengo el 100% van a lamentar el haberse metido en mis planes —dijo Arthur, al sentirse más poderoso.

En el sótano, después del tierno beso, Melany abrazó a Jamie, que estaba muy avergonzado.

—¡Nos salvaste! —decía ella.

—No quiero arruinar el rescate ‘romántico y perfecto’, pero debemos irnos —intervino Nelly.

—No seas tan mala —dijo Karie—. Tú también habrías reaccionado igual.

—¡Claro que no!

—Lástima que Francis esté en cama y no haya podido venir.

—¿Qué? —la chica se preocupó— ¿Qué fue lo que le pasó?

—Te contaré, pero primero debemos irnos.

—¡Era lo que estaba diciendo desde el principio!

Joshua, Dany, Jamie y las chicas, incluida Karie, salieron del Liceo. Christopher los miraba desde el piso de arriba.

—¡No puedo creer que los hayamos dejado ir! —se quejaba Elizabeth— Y lo peor… es que esa chica pelirroja me mintió. ¡Maldita sea! ¡La odio!

—Yo te dije que no debías admitirla —recordó el Director.

—¿Por qué Arthur dejó que se fueran?

—Parece que está planeando algo.

—Siempre planea cosas y parece que no hace nada.

—Oye, Elizabeth, deja de quejarte —intervino Nancy—. Tú tuviste la culpa al dejar que entrara una desconocida. Tal vez eres la raíz de todos los fracasos aquí.

—¿Qué? ¡Tú no deberías estar aquí! ¡Maldita zorra interesada!

—¡Hago mucho mejor mi trabajo que tú! ¡Estúpida niña!

—¡Le diré a mi abuelo que te saque del plan!




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