Después de las clases, Joshua y sus amigos no podían quedarse al ensayo por la ausencia de Francis, así que decidieron ir a las canchas a esperar a sus compañeros del equipo de futbol.
—Joshua, tenemos que resolver esto. Vamos a jugar futbol, Kenneth es el capitán y… es normal que defienda a su hermano —decía Jamie—. Hay que entender su enojo.
—¿Quieres que me deje?
—Oigan. Oigan… —Dany intervino— ¿Por qué estamos aquí? Deberíamos visitar a Francis.
—No iremos.
—¿Por qué? —preguntó Jamie.
—Porque necesita descansar —Joshua no quería que sus amigos supieran el secreto de Francis.
—¿Qué tan grave está? Parece que nos ocultas algo —dijo Jamie.
—¡Oye, Jamie! ¡Deja de estar molestando y vete con Melany! —exclamó, harto de sus regaños en todo lo que iba del día.
—¿Qué?
—Sí —apoyó Dany—. Después de que se besaron, deberían ser novios. Deberían salir y tener citas.
—¡Cállate, Dany!
El rubio hizo una cara de molestia, era la segunda vez en el día que le pedían que se callara.
—Voy a verlo —dijo Jamie, decidido.
—¡No! ¡Tenemos que entrenar! —Joshua lo sostuvo del brazo.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué no quieres que vaya?
—Oh, no… —ahora la tensión estaba entre ellos y Dany no sabía qué hacer.
Se miraron de forma desafiante. Para fortuna de su compañero que observaba, John llegó a donde estaban.
—¡Qué bueno que los encuentro! Fui al Salón de Música, pero… olvidé que sin Francis no pueden ensayar.
—¿John? —Dany estaba muy extrañado.
Joshua soltó a Jamie. También lo miraron.
—Necesito que me ayuden. Es muy complicado, pero… solo ustedes pueden hacerlo.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó Joshua.
—Tengo que contarles una historia. Sé que ustedes tienen poderes mágicos, podemos hablar sin problemas.
Joshua, Jamie y Dany quedaron impactados.
Otra jornada había iniciado en el Liceo. Arturo y Elizabeth iban de regreso a casa, la joven estaba decepcionada de su padre. Creyó que él la defendería y que podría regresarla a ese lugar, pero no hizo nada. Estuvo más preocupado por otras cosas que por ella. Ya no era la niña preferida o al menos ella ya no se sentía así.
En el interior del Liceo…
—Oye, ¿de verdad terminaste con Sherly? —preguntó Emilio.
—No terminamos.
—Pero ella cree que sí. Está muy triste.
—Tú mismo viste cómo derrotaron a Kevin, ¿podrías hacerla entrar en razón?
Emilio guardó silencio ante la pregunta de Kenneth. Los jóvenes aún no tenían órdenes de actividades, así que podían platicar sin interrupciones. Luego, reaccionó, como si se acordara de algo.
—Antes de dejar la escuela, Violeta habló conmigo —dijo, muy feliz—. Quiere que salgamos de nuevo.
—Bien por ti —fue la respuesta más seca que pudo recibir.
—Pero… ella dice que solo podemos salir si me acompañas.
—¿Por qué tendría que acompañarlos si es una cita? —preguntó, con cierta molestia.
—Parece que Sarah también irá… —dijo, bajando la mirada, admitiendo cuál era el punto de esto.
—Violeta quiere verte… y Sarah también irá. ¿No te parece que solo te está usando? Seguramente Dora y Azucena ya fueron a contar lo que pasó hoy en la mañana. ¡No voy a ir!
—¡Por favor! —rogó Emilio— Es posible que pueda convencer a Violeta de que regrese conmigo. Es mi única oportunidad.
—No voy a salir con Sarah. El hecho de que esté enojado con Sherly no significa que salga con otra chica… ¡y menos tratándose de mi ex!
—¡Hazlo por mí! Yo te he estado apoyando últimamente. No es necesario que regreses con ella. Solo una salida. ¡Por favor!
—¿Quieres regresar con Violeta después de que te engañó?
—Esos son rumores tuyos, yo jamás la he visto con Giovanni.
Kenneth no se esforzó en convencer a su amigo, lo veía tan ilusionado con la chica que no le quedó otra más que acceder a su petición.
Se sentaron a platicar en el terreno de juego, aprovechando que no había nadie más…
—¿Por qué sabes que nosotros tenemos poderes? —preguntó Joshua.
—Los escuché hablando con Uriel el lunes por la mañana. Francis está herido, ¿verdad? Y Dany… él fue secuestrado.
—¡Los espiabas! —saltó el mencionado— ¡Eres un espía del Liceo!
—Tranquilo, Dany, no creo que sea malo —Jamie trató de tranquilizarlo.
—Yo estoy en contra del Liceo —declaró—. He cometido muchos errores… yo, yo debí creer en Britanny. Debí creer en mi prima… Selene.
—¡Selene! —reaccionó Joshua— ¿Ella es tu prima? Y aun así no creías en la magia. ¡Qué terrible!