Los Cuatro Príncipes

Cita Grupal

Las prácticas de futbol de ese día pasaron, dejando atrás todo lo que había sucedido. Emilio estaba desanimado y sus compañeros de equipo estaban muy tensos al convivir con Joshua y su grupo. Terminó el día y comenzó el viernes. La tranquilidad estaba presente durante las clases, poner atención a sus materias era otra de las cosas más importantes. Al final de la jornada, la banda fue al Salón de Música. Mayra estaba con ellos, pero un imprevisto la hizo salir temprano.

—Oigan… ¿no sienten como si todos los del salón nos trataran diferente? —preguntó Dany de repente, en medio de un breve descanso.

Joshua estaba distraído, mirando a Francis, que tocaba su instrumento. No podía creer que, después de verlo en ese estado, pudiera seguir con sus actividades normales. El día anterior pudo jugar futbol sin problemas y ahora estaba haciendo las maravillas de siempre con su guitarra.

—Yo también siento lo mismo —habló Jamie, siguiendo a su amigo rubio.

—Joshua, ¿estás bien? —preguntó Francis, dejando de tocar.

—Sí… es que… estoy sorprendido.

—Yo también estoy sorprendido —Dany dejó la batería para acercarse a ellos—. Nos tratan con desprecio, aunque quieran ocultarlo.

Francis miró a Joshua y pensó que no estaba sorprendido precisamente por ese asunto.

—¿Tú qué piensas, Francis? —preguntó el rubio.

—Ah… siempre se han portado así.

—¿Cómo dices eso? ¡Claro! Olvidé que tú no diferencias el trato de las personas.

—Dany, no seas insolente —pidió Joshua.

—Yo estoy de acuerdo en lo que dice Dany —Jamie se acercó—. Primero solo eran Kenneth y Emilio los que nos trataban mal y ahora es todo el equipo. Eso se pudo sentir durante las prácticas de ayer.

—Tal vez es porque ellos pusieron a todo el equipo en nuestra contra —supuso Joshua—. Era de esperarse.

—Ya quiero terminar con esto de los poderes, solo nos han traído problemas —se quejó Jamie.

Mientras tanto, las chicas estaban hablando aparte.

—¿Es verdad? —Sharon estaba sorprendida— ¿Dany y tú son novios?

—Sí —respondió Lucero.

Nelly y Melany se miraron, tampoco lo podían creer.

—No pude contarles ayer porque hubo un gran escándalo, luego, ustedes se fueron temprano y mi grupo se quedó a ver lo de la fiesta de Primavera.

—¿La fiesta de Primavera? —preguntó Melany— Es verdad, se realiza cada año.

—¡Muchas felicidades, Lucero! —Sharon la abrazó— Y pensar que al principio creías que sería difícil tener novio. Ahora tienes a Dany, uno de los chicos más populares de la escuela.

—Gracias, Sharon. Aún no lo puedo creer. ¡Estoy muy contenta!

—Ahora solo faltan ustedes, chicas.

—Ah… yo ya no sé nada —Melany se quejó de inmediato—. No me habla después del rescate.

—Tú tampoco le hablas, ni siquiera te acercas a él —dijo Sharon.

—Si no te habla después del rescate, quiere decir que no le importas mucho.

—¡Nelly!

—¿Qué? Es la verdad…

—Se acerca la fiesta de Primavera… y no sé si ilusionarme —la chica estaba un poco triste al imaginarse lejos de Jamie.

—No te preocupes, Melany. Lo que necesitamos es una salida grupal —a Sharon se le ocurrió una idea.

En el Liceo, Arthur ya había dado el primer paso de su plan. Ahora tenía a su ejército, era pequeño, pero los jóvenes ya estaban convencidos de quien era el enemigo. Le faltaba ocuparse de otro asunto. Pensaba y pensaba en la forma en la que pudiera atacar a Uriel sin usar magia. Los sentimientos de un humano podrían destruirse fácilmente, pero… ¿Cómo?

—¿Cómo destruyes a una persona sentimentalmente…? —preguntó.

Nancy lo miró.

—Todos tenemos una debilidad —comentó la mujer—. ¿A quién quieres destruir?

—¿Recuerdas a Uriel?

—El que ‘renunció’ y luego ‘traicionó’ al Liceo… sí, pero no lo he visto en persona.

—Entonces será difícil que me ayudes en esto.

—Podría darte una pista. ¿Tiene novia? ¿Le gusta alguna chica? Podemos atacar a alguien importante para él.

Con esa idea, Arthur mandó llamar a Kenneth y a Emilio. Tenía que confirmar ese dato y de acuerdo con el reporte que ellos habían dado de esa misión, Sandra podría ser un blanco perfecto.

—Sandra… sí, ella sigue siendo la novia de Uriel —decía Kenneth—. Estuvieron separados, pero parece que las cosas se arreglaron entre ellos.

—También háblale de los poderes… —murmuró Emilio en voz baja.

—Y ella también tiene poderes.

—¿Qué? —Arthur se quedó perplejo, ¿Cómo era posible que no le mencionaran eso al principio? Pero ya no le convenía molestarse con los jóvenes.

—¿Ahora todo el mundo tiene poderes? —preguntó Nancy.

—No lo habíamos dicho porque pensamos que nadie nos creería.




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