Los Cuatro Príncipes

Insinuación

Después de descubrir a la Princesa Kristal, Uriel estaba decepcionado de Sandra. Ella le había ocultado sus poderes y lo que más le molestaba era el hecho de no ser capaz de darse cuenta. Estuvo tan confundido todo el tiempo. La Reina Ámbar se comunicó con él y le preguntó… «¿tu novia tiene poderes?» ¿Cómo era posible que ella lo sabía o, al menos, lo sospechaba? ¿Por qué él no se había percatado antes? Estaba tan cerca de ella desde que iniciaron su relación. Evitaba a toda costa hablarle después de eso, pero hubo una vez en que se encontraron. Era uno de esos días de escuela, después de saber que Nancy y Melody secuestraran a Dany Beenzi.

—¿Por qué me ocultaste algo tan importante? —preguntó él.

Sandra estaba triste.

—Te lo iba a decir. Es peligroso que use mis poderes en el Mundo Real, por eso estoy aquí como una humana. Estabas destinado a ser…

—¿Por qué es peligroso? —interrumpió.

—Hay una barrera que no puedo romper —respondió, sin dar detalles.

—Quiero saber esto: ¿tú hiciste que me enamorara de ti?

Ella se sorprendió ante tal pregunta.

—Yo no puedo hacer eso. Nosotros estamos destinados por la magia de Cupido.

—Entonces, ¿Por qué soy un Hechicero? Ni siquiera sé de qué lado estoy… veo a los aprendices y ellos tienen clara su misión. ¿Por qué yo no puedo tener las cosas tan claras?

—Tu destino fue interrumpido por la Reina Ámbar. Ella te… te buscó cuando estabas a punto de morir.

—Ya no quiero escuchar más, es mejor que me vaya y me olvide de ti.

—Sé que no me perdonarás, pero por favor, acepta lo que te voy a dar —Sandra hizo aparecer un emblema entre sus manos—. Todavía puedes tener el Poder Psíquico. Mark, como líder de los Poderes Misteriosos, te cederá parte de su magia. Eso era lo que realmente debía pasar.

Uriel miró fijamente el emblema. Quería irse, pero la idea de tener más poder le interesaba. Tal vez así entendería la razón de su existencia y de su destino como un Hechicero.

—¿Me lo darás, aunque destruya a tus aprendices?

—Confío en que no lo harás. Eres bueno por dentro, no importa que seas un Hechicero y uses los poderes de la oscuridad.

—¡Qué ingenua eres! —exclamó, al tomar el emblema.

—¿El Poder Psíquico con el Poder de la Lluvia? —preguntó Francis— Nadie tiene el poder psíquico.

—Es verdad. Mark lo dijo muchas veces, él jamás se lo daría a un humano —agregó Jamie.

—Yo solo estoy repitiendo lo que dijo la voz, si no me creen, pregúntenle a Sharon.

En seguida, Francis y Jamie fueron a preguntarle a la chica.

—¡Oigan, yo soy confiable! —gritó Dany, indignado.

Alan podía verlos a todos, las barreras se habían roto. Se acercó.

—Pudieron escapar. ¡Menos mal!

Todos lo miraron.

—Es Alan… —comentó Melany, un poco asustada.

—No te preocupes, está de nuestro lado —dijo Nelly.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó.

—Francis lo defendió, eso significa que confía en él.

—¡Vaya! Ya lo conoces muy bien —Melany estaba contenta—. ¿Qué fue lo que pasó para que se rompiera la barrera?

—Solo dijimos lo que teníamos que decir —respondió, sin muchos ánimos.

Nelly estaba muy rara y eso lo notaron sus amigas. Sharon escuchó esta conversación y se quedó pensando sobre el tema. Francis, Jamie y Dany se acercaron a Alan.

—¿Todo bien? —preguntó Jamie.

—¿Has visto a Joshua? —preguntó Dany.

—No. Solo los he visto a ustedes. Si fueron encerrados por esas barreras, quizá Joshua esté en una de ellas por aquí cerca —supuso Alan.

—Puede ser… —dijo Francis— Arthur dijo que quería pelear contra él.

—¡El muy cobarde lo separó de nosotros! —Dany estaba molesto.

—Sabe que si se enfrenta a los cuatro perderá —concluyó Jamie.

—¿Qué haremos para romper su barrera?

—Primero debemos saber dónde está.

—¡Es verdad!

Los tres pensaron en un plan. Ahora estaban juntos, podrían unir sus poderes para encontrar a Joshua, pero ¿Cómo lo harían? Esa voz misteriosa que les ayudaba se había callado.

—Trataremos de hacer un hechizo en conjunto, como lo hicimos en la casa de John, ¿recuerdan?

—¡Buena idea, Francis! —celebró Dany.

—Sí, me parece bien.

—Alan, ¿podrías cuidar a las chicas? No sabemos si los demás estarán inconscientes durante mucho tiempo.

Estela, Elías, Kenneth, Emilio y el trío de chicas presumidas permanecían en el suelo.

—No se preocupen, les daré las armas para que me ayuden en un caso de emergencia.




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