Los Cuatro Príncipes

El Poder del Fuego

Arthur había vencido. Le dio la espalda a su rival, listo para salir de la barrera, pero algo sorprendente sucedió. Se dio la vuelta al notar una fuente de energía que renacía. Se acercó y miró el cuerpo de Joshua, que se iluminaba por completo. Eran llamas cálidas que rodeaban a su dueño. Se estaba quemando, sin hacerle daño, por supuesto. Al contrario, esas llamas lo estaban reviviendo.

—¿Qué demonios está pasando…? —murmuró Arthur al ponerse en guardia.

Joshua abrió los ojos y se puso de pie poco a poco. Al recuperar el total de su fuerza, las llamas lo abandonaron elevándose encima de él, formando la figura de un ave fénix.

—Esto no ha terminado —sentenció. Molesto al haber sido atacado de esa manera tan cruel.

—¿Cómo es posible…? —Arthur formuló sus hechizos y lo atacó rápidamente.

Las bolas de energía oscuras fueron hacia Joshua, quien levantó una barrera y las hizo desaparecer. Ese ‘renacimiento’ lo había vuelto mucho más fuerte. Sus poderes del Fuego estaban listos para ejecutar otro máximo hechizo. Joshua se concentró y formuló una energía entre sus manos. Comenzó a moldear un arma tal como lo había hecho Jamie. Separó su energía en dos partes y fueron tomando la forma de un arco y una flecha. Este era el Hechizo Final del poder del Fuego.

—Prepárate para ser derrotado —amenazó, al acomodar la flecha en el arco.

Arthur rápidamente levitó para no ser alcanzado con facilidad. Joshua disparó la primera flecha y falló. Gracias a la energía de su hechizo, pudo aparecer otra flecha en su mano derecha.

—¡Recuerda que la seguridad de tus amigos depende de mí!

Una segunda flecha fue lanzada. Joshua sabía que no podría darle fácilmente si Arthur seguía levitando, así que tuvo que usar parte de su magia para hacer algo que nunca había esperado su rival. Comenzó a levitar también. Ahora Joshua podía volar como lo hacía Arthur. Hubo una batalla en el aire dentro de esa barrera. El villano estaba sorprendido por ese gran poder y la nueva habilidad que había adquirido el líder de los aprendices. Jamás le advirtieron sobre esto. Hacía un buen trabajo esquivando las flechas que le lanzaban y aun así se sentía atrapado. De repente, todo terminó…

—¿Qué quieres decir con que la seguridad de mis amigos depende de ti? —preguntó Joshua, al acercarse a él y apuntarle con una flecha muy cerca de la cara.

Ya no tenía salida, lo había acorralado gracias al limitado espacio que ofrecía esa barrera.

—¡Sácanos de esta barrera! ¡Más te vale que ellos estén bien!

—Adelante, Joshua. No creo que seas capaz de clavarme esa flecha.

—¿Quieres ver que soy capaz? —se alejó un poco para hacer que la flecha tomara impulso.

Estaba decidido a terminar con él. Arthur se dio cuenta de esto y tuvo que dejar su cinismo a un lado. Rápidamente invocó un hechizo que hizo que la barrera se abriera detrás de él.

—¡Ahora es tu turno de ayudarme! —gritó, llamando a alguien.

Ante la mirada incrédula de un sorprendido Joshua, apareció Uriel flotando encima de Arthur. Con las manos extendidas y llenas de poder, sin duda, estaba dispuesto a enfrentarse y a ser su enemigo. Joshua no podía ver sus ojos debido a la luz que se reflejaba en los lentes del joven, no sabía si estaba siendo controlado o simplemente era un traidor.

—Te enfrentarás a los dos… a ver si puedes derrotarnos —dijo Arthur, sintiéndose seguro.

—¡Claro que podremos derrotarlos! —se oyó una voz.

Detrás de Joshua, aparecieron Francis, Dany y Jamie, listos para pelear al igual que Uriel.

—¿Qué? ¿Cómo fue que escaparon de las barreras? —preguntaba.

—No hay problema —dijo Uriel—. Los dos podemos vencer a todos.

Arthur se preparó para pelear. Todo estaba listo para ese gran enfrentamiento. Joshua se alegró al ver a sus amigos con vida, pero no había tiempo para saludar, debían estar en guardia. Enfrentarse a Uriel, un Hechicero, y a Arthur con el 100% de sus poderes no sería nada fácil.

—Ahora te enfrentarás a los cuatro, imbécil —sentenció Joshua.

Afuera de la barrera, en el Liceo…

—¿Por qué no podemos entrar nosotros? —preguntaba Britanny— ¿Es por qué nuestro equipo ya no está completo? Solo falta Uriel y… John…

—Parece que tu amigo no quiere entrar a la barrera —observó Nancy.

—¡John! —Britanny fue hacia él— Debemos cooperar con el Liceo.

—De ninguna manera. Ya entraron los equipos que querían, creo que nosotros no somos requeridos.

—Es verdad —intervino Nancy—. Además, todo está bajo control.

Se alejó la mujer. John y Britanny quedaron apartados de los demás.

—Tenemos que salir de aquí, es necesario que hablemos.

—¿Sobre qué? —preguntó ella, sin entender.

—¿Ves esa barrera mágica? ¡Tenías razón todo el tiempo! ¡Los poderes mágicos existen!

—Sí, es verdad. Lo que me hace recordar que tú me trataste mal por eso —la chica cruzó los brazos.

—Y realmente me siento mal por herirte —dijo, bajando la cabeza.




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