Quedaban pocos días de escuela. El año escolar estaba terminando. Los días pasaban desde la fiesta. Era raro no ver a Betsy, a Mark, a Karie y a Benny rondando por el salón. Y era más raro ver que nadie preguntaba por ellos. Los alumnos se ocupaban de sus tareas y demás cosas.
—De verdad nadie los recuerda —comentó Dany, luego miró el lugar donde se sentaba Uriel.
—Nosotros los recordamos por nuestros poderes —dijo Joshua—. ¿No les ha pasado que a veces intentan usarlos?
Francis y Jamie rieron.
—¿En serio? ¿Quieres prenderle fuego a tu casa? —bromearon.
—No de esa forma.
—Yo sí… —confesó Dany— He tratado de hacer llover y no pasa nada. Tampoco he visto a Rainbow.
—Bueno, tomará tiempo verlo de nuevo, solo han pasado días —dijo Jamie, tratando de animarlo.
—Se siente un vacío después de todo lo que vivimos.
—Me gustaría estar como ellos, que no recuerdan nada de nada —dijo Joshua, mirando a sus compañeros—. Son felices y siguen con sus vidas.
—Todo tiene un precio —dijo Francis—. Nuestros poderes no los tuvo nadie más.
—Bueno, no fuimos los únicos, Kevin aún recuerda todo lo que pasó.
En la tarde. Las calles estaban llenas de gente que caminaba de un lado a otro. En una cafetería…
—Perdón por traerlo, mis papás insistieron —decía Kenneth.
Kevin estaba sentado en medio de él y de Sherly. Contento por arruinarle el momento a su hermano mayor.
—No te preocupes. Hacía mucho que no lo veía —dijo la chica—. ¿Cómo has estado, Kevin? —le preguntó.
—Bien. Aunque… quiero cambiarme de escuela.
—¿Qué? Pero… ¿Por qué?
—No le hagas caso, ya va a empezar con sus historias —se adelantó Kenneth.
—¡Cállate! ¡No son historias! ¡Es la verdad! —el niño se defendió, estaba muy molesto ahora.
—Déjalo que hable —pidió ella.
—¡Tú deberías recordarlo! —la señaló— ¿Verdad que yo tuve poderes mágicos algún día? ¡La magia existe! Pero todos se olvidaron de ella de repente.
Sherly quedó sorprendida.
—Incluso los idiotas de Joshua y su banda dicen que no es cierto. ¡Ellos también tuvieron poderes!
—Te digo que son historias —intervino Kenneth—. Mis compañeros jamás tendrían poderes, nunca he visto nada raro en ellos.
—¡No puedo creerlo! —exclamó ella— Sigues recordando todo lo que pasó. No soy la única.
—¿Qué? ¿De verdad? —Kevin se alegró— En mi escuela se burlan de mí cuando hablo de esto, nadie me había creído.
—La verdad no sé por qué lo recuerdo, pero es cierto todo lo que dices —Sherly también se alegró—. La versión de la mafia en el Liceo es mentira.
—¡Sí! ¡Tú sí sabes! ¡Sabes la verdad!
Ambos se emocionaron. Kenneth quedó perplejo al verlos.
—Sherly, no le sigas la corriente.
Esa misma tarde, Elizabeth quedó de comer con Elysia e invitó a Britanny.
—Me alegra tanto saber que las cosas con John van bien.
Britanny se sonrojó en ese momento, causando que se le atorara la comida ligeramente. Estaba sorprendida al escuchar estas palabras, pensaba que Elizabeth la odiaba.
—Gracias… —dijo ella, al recuperarse— ¿Todo está bien? Me pareció raro que me invitaras a comer.
—Bueno, es que John me dijo que hace poco comenzaron a salir. Así que es bueno que nos llevemos bien.
—Ya veo… y… ¿Cómo te va en la nueva escuela?
—Muy bien, Elysia es un genio, me ayuda demasiado.
—No es para tanto, te has ganado tus grados —dijo la mencionada.
—Ya vamos a terminar la escuela. ¿Es verdad que serás historiadora? —preguntó Elizabeth.
—Sí. Tal vez suene loco para ustedes, pero esta ciudad oculta muchos secretos. Alguien debe descubrirlos.
—¿Secretos sobre la magia? —preguntó Elizabeth, siendo directa.
—No…
—No deberías decirle eso a Elysia —sugirió Britanny.
—De hecho, es curioso que ustedes dos se conozcan, porque Britanny estuvo investigando cosas sobre los poderes mágicos en la ciudad.
—Elizabeth…
—Ya veo. Eso es maravilloso —se alegró Elysia—. Saber que no soy la única.
—Dejé de hacerlo porque todos pensaban que estaba loca. Luego, ya no me importó seguir investigando, nada pasaba —explicó Britanny.
—¿Te refieres a que de repente dejaron de pasar cosas extrañas?
—Sí.
Al llegar a su casa, Elysia comenzó a buscar entre sus cosas. Algo le decía que ese encuentro había sido cosa del destino.
—Debe haber algo que se me haya pasado… ¿Por qué a una persona que le interesaba saber la verdad dejó de interesarse?