Era el primer día de clases del tercer año. Las vacaciones de verano pasaron muy rápido.
—Me alegro de que esta vez los grupos quedaron tal como estaban —decía Sharon, quien seguía siendo la jefa de grupo—. No nos separaron.
—Nadie reprobó. El ganar el Torneo Juvenil los dejó muy motivados —comentó Joshua.
—Y ustedes ya tienen otro concierto. Todo va de maravilla.
—Por cierto, Sharon. ¿Aún sigues recordando lo que pasó? —preguntó Joshua.
—Sí. Creo que nosotras nos quedaremos con los recuerdos como ustedes.
—Ya veo. Eso es bueno, así podremos recordar entre los dos.
Le dio un beso.
En la biblioteca, Melany ponía los libros en orden…
—¿Quieres que te ayude? —preguntó Jamie, al llegar.
—¡Jamie! —se emocionó al verlo.
Estaba en la escalera y se distrajo tanto que cayó. Afortunadamente los brazos de su novio la sostuvieron.
—¡Debes tener cuidado! —dijo él, un poco asustado.
—Es que me da mucho gusto verte.
Se besaron. Luego, él la puso de pie y se miraron felices.
—Vamos al salón. Hoy comenzamos el tercer año.
Comenzaron a caminar, tomados de las manos.
—Karl tiene razón… —decía Nelly al entrar al salón— Los científicos tienen mejor tecnología. Además, si quieres ayudar a alguien como tú, debes saber las mismas cosas que saben Tania y Karl.
—Es cierto. No lo había pensado de ese modo —dijo Francis.
—Ya verás que lo lograrás.
Los dos hacían una grandiosa pareja, aunque no fueran tan cursis como lo eran sus amigos. Tomaron asiento, Dany ya estaba en su lugar.
—Este es mi último año de libertad —se lamentó—. Cumplo 18 el siguiente año.
—No es tan malo trabajar en el negocio familiar —Nelly trató de tranquilizarlo—. Muchos lo hacen.
—Lamento haber tenido grandes momentos con nuestros poderes y ya no volver a repetirlos.
—Dany… no estoy seguro de que ella lo recuerde —murmuró Francis.
—Todavía lo recuerdo —alcanzó a oír—. Pensé que nosotras nos olvidaríamos de todo, pero Sharon, Lucero y Melany también lo recuerdan.
—Eso es extraño, creí que ustedes se olvidarían de todo primero.
—¿Es por qué no tuvimos poderes?
—Esa podría ser la explicación —se limitó a responder, Francis sabía que ella seguía siendo la misma chica que reclamaba todo.
—Pero dices que Selene ya no se acuerda de nada —comentó Dany—. Ella debía quedarse con tus poderes, Francis.
—Sí. Fue lo que Mark dijo. Cuando fuimos a visitarla durante las vacaciones, no sabía de lo que le estábamos hablando.
—Eso fue muy extraño —agregó la chica.
—Si las cosas estuvieran raras, nos preocuparíamos —se acercó Joshua—. Nada ha pasado desde entonces.
—Tal vez Selene quiso tener una vida normal —supuso Sharon—. Apenas es una niña de 8 años.
—9. Acaba de cumplir 9
—Sufrió mucho cuando se enteró del disparo de Alan, es normal que le asuste involucrarse en peleas con poderes —comentó Francis—. Dany y yo la pasamos muy mal.
—Casi nos matan, pero, aun así, quisiera tener mis poderes de vuelta —dijo el rubio.
Sus amigos solo lo miraron. No tenía remedio su situación.
Terminaron las clases del primer día y la banda se reunió en el Salón de Música.
—Este será nuestro último año juntos, como una banda —decía Joshua—. Debemos aprovecharlo al máximo.
—¡Sí!
Juntaron sus manos en señal de equipo. Se separaron y tomaron sus instrumentos para comenzar con la práctica. Mayra tenía más trabajo ahora que Alan era el nuevo Director del Recording Studio, así que podía dejarlos solos. En los últimos días, después del Torneo Juvenil, asistían diario. La confianza se restableció. De repente, una luz blanca apareció frente a ellos. Quedaron pasmados al mirar que se trataba de algo mágico. Una niña con vestido blanco y un cetro en la mano apareció ante sus ojos.
—¿Qué demonios…?
Se quedaron en silencio. Por suerte, el salón estaba cerrado.
—Así que ustedes son los Príncipes… —dijo la niña, de cabello largo y negro.
Su mirada se les hizo conocida, como si la hubieran visto en otro lado.
—¿Quién eres tú? —se atrevió a preguntar Joshua.
—Mi nombre es Lucy, soy un hada del Mundo de la Magia.
—Ya veo…
Se miraron entre sí, preguntándose qué estaría pasando como para que alguien de ese mundo se presentara en el Mundo Real.
—Soy la hija de la Princesa Kristal.
—¿Qué?
Todos se quedaron con la boca abierta. ¿Cómo era posible?