Poco imaginaba Fermín, y eso que su imaginación era grande, que sus sospechas estaban muy bien fundadas y que además estaba en lo cierto, al sospechar de aquella dama.
Uno de esos días en que el trabajo se amontonaba y toda la gente estaba desesperada en la redacción del periódico más importante de la capital, cubriendo noticias de asesinos asesinando, ladrones robando, desastres naturales y demás sucesos; Fermín se encargaba tranquilamente de su columna diaria de opinión anónima. Él descargaba todo su potencial en el teclado cuando se dio cuenta de que algo raro ocurría. Uno de sus compañeros ocupado de la sección de deportes poco importantes no dejaba de trabajar.
_ ¡Qué raro! _Pensó Fermín _ Si a Álvaro no le gusta nada trabajar. Siempre está protestando por tener que cubrir las competiciones de damas o canicas y ¿ahora? Ahí está el tío, trabajando durísimo. Sí, muy raro.
Esa fue la primera vez que se percató de que algo a su alrededor no era normal.
Ese día no dio mayor importancia al incidente del Álvaro trabajador y cuando se cumplió su hora de salida se fue haciendo oídos sordos a las peticiones de ayuda de sus compañeros, a él no lo habían ayudado cuando lo necesitó, tampoco lo había pedido, ahora ellos tenían que aprender a hacer solitos su trabajo, sin ayuda.
Además, él tenía algo muy importante que hacer, una hermosa chica lo estaba esperando, una hermosa chica que lo amaba en secreto. Él lo sabía, era imposible no darse cuenta, pero no encontraba la ocasión de confesar que él también la amaba. Porque él era muy tímido, al igual que ella.
Fue hasta el restaurante donde ella trabajaba y se sentó a esperar que terminara su turno para poder al menos acompañarla a su casa. Sentado en la barra de pronto la vio, hermosa, elegante, venía de cambiar el plato a unos comensales a los que se había equivocado al llevarles la comida. Él se moría de ganas por correr a su lado y gritar que su amor por él era totalmente correspondido, que era un amor mutuo desde el primer momento en que se vieron hacía ya tres años, pero en lugar de eso la saludó cortésmente con una sonrisita y elevando una mano. Ella le sonrió levemente y pasó detrás de la barra donde le comentó lo cansada que estaba ese día y las ganas que tenía de llegar a casa a descasar. Fermín comprendió al instante y cuando acabó el turno de ella la llevó a directamente a un pub cercano muy acogedor.
Estuvieron un rato allí hablando de sus cosas, con la agradable música a todo volumen y con los borrachos rondando y empujando. Todo muy agradable, pero ella quería irse, “seguramente quiera un poco más de intimidad” pensó él y fue a pagar la cuenta.
Esa fue la segunda vez que descubrió algo raro. El camarero del pub tardó demasiado en atenderlo y eso que la barra estaba llena de gente; cuando él le pagó, el muchacho se lo quedó mirando como si faltara algo. “¿Propina? _ pensó Fermín _ Pues con ese servicio tan malo desde luego que no le voy a dar propina.” _ Y se quedó esperando incansable hasta que le trajeron el vuelto.
Al volver a la mesa encontró a su amada hablando con una especie de amiga.
_...Y me tiene harta_ le estaba diciendo a esa amiga que él no había visto en la vida.
Fermín supuso que le estaba hablando de un tipejo que venía a veces a verla, sobre todo los fines de semana y que a ella realmente no le interesaba, pero de vez en cuando sacaba cine gratis. Sí, debía estar hablando de ese tipo, ella lo utilizaba para darle celos a él y que fuera el primero en dar el paso. Pero él nunca encontraba la ocasión. ¡Maldita timidez!
_Hola_ dijo esa amiga, pero a quién, ¿a quién le hablaba? Él estaba esperando que se despidieran para poder estar a solas, aunque fuera un ratito.
_Este es Fermín, el chico del que te hablé. Ella es Eva.
_Hola_ repitió la amiga.
Fermín estaba deseando que dejaran de cuchichear, estaban hablando entre ellas sin dirigirse a él como hacen a veces las chicas y esa amiga lo miraba muy raro.
_Déjalo Rosa, si ya nos conocemos, fuimos juntos a la universidad y todo. Nos vemos otro día. `Ta Logo.
Por fin se despidieron y salieron de aquel pub, y menos mal, porque no solo esa amiga lo miraba raro, se estaba dando cuenta que todo el local estaba pendiente de él. Una chica fingió estar borracha para chocarlo y luego se quedó cuchicheando con sus amigos, seguro que hablaban de él, de eso estaba seguro Fermín.
Acompañó a la muchacha a su casa y la infinita timidez de ella hizo que ni siquiera lo saludara al irse, simplemente subió corriendo los escalones de la entrada y lo dejó allí solo. Él se encaminó a su hogar, satisfecho de haber estrechado lazos con su amada Rosa.
Días más tarde acabó demasiado rápido su columna diaria anónima y no tenía ninguna página por hacer, así que decidió ir a visitar a una amiga a la que hacía mucho tiempo que no veía. Ella había estado locamente enamorada de él, pero su amor no era correspondido, él no la quería y siendo como era un caballero, no se había aprovechado de la juventud de ella y la había rechazado con dulzura y cautela para que no sufriera. Así que ahora eran amigos, aunque ella seguía sintiendo algo por él, de eso estaba seguro Fermín.
La muchacha en cuestión tenía un programilla de bajo presupuesto en una emisora de televisión de poca monta y hacia allí se encaminó lleno de energía. Pero de camino a la emisora se dio cuenta de que un coche azul lo venía siguiendo, hacía cambios de matrícula al estilo James Bond, pero él se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Entonces empezó a hacer maniobras para despistar al coche perseguidor. Hizo zigzags, volvió por donde había venido, dio rodeos, cruzó la calle…, hasta que al final lo perdió de vista y se sintió orgulloso y aliviado. Por fin pudo ir a ver a su amiga.