Los cuentos de mi abuelo Chucho

SIN LAS HORAS DEL MILENIO

Erase una vez un reino muy lejano donde el trascurrir del tiempo era motivo de preocupación para sus pobladores; pues, sus pensamientos se hallaban atrapados entre las manecillas un reloj; ellos le temían a la llegada del nuevo milenio y los cambios que podrían ocurrir en el carácter de su soberano.

Eran las órdenes del rey que sus súbditos alargaran la duración de los meses y las horas o hicieran más lentas sus vidas. Este monarca temía perder a su hija primogénita (heredera de su reino) a causa de un hechizo que el mismo propicio al vincular la vida de su hija (por nacer) a la subsistencia de un frondoso árbol con silueta de mujer. La joven princesa no podría cumplir sus quince años por estar sentenciada a perder su corazón por su palpitar desmedido y sin control.

(…) Todo inicio cuando el monarca de aquel reino observó a través de la ventana de su habitación un árbol en forma de mujer. Como su esposa estaba encinta, el rey al ver aquel árbol,  se imagino a su futura y amada hija.

—Mirad mi reina, aquel árbol allá en la loma, al naciente, aquel con la forma de esbelta  mujer— dijo el rey mientras extendía su brazo derecho en dirección al oriente para señalar a un árbol plantado a la distancia, cuyo contorno asemejaba a una alta y elegante mujer (según la mirada del rey) —, nuestra niña así ha de ser; será una mujer de figura hermosa y esplendor radiante, como aquel árbol que allá podéis ver. Acércate mi amada reina para que disfrute lo hermoso que es.

La reina sintió un extraño presentimiento; ya que, recién se había despertado de un sueño donde vivió, exactamente, aquel momento. En ese sueño hubo un trágico acontecimiento donde una joven princesa había perdido su corazón por un sentimiento de amor muy intenso. El rostro de la reina palideció y apretando su vientre como queriendo proteger a su futuro bebe, dijo:

—Mi amor ¿No crees que al unir la existencia de nuestro bebe a un árbol, sufriría el mismo destino que este; si el árbol fuese cortado?, ¡temo que algún leñador derribe el árbol complicando el futuro de nuestra princesa!  

—Ordenare de inmediato a trasplantar ese árbol, lo plantaremos dentro de palacio, al lado de esta ventana— respondió el Rey— ¡será nuestro regalo a la princesa!, este árbol de gran belleza estará protegido de por vida por nuestros soldados y vigilado de cerca por nuestros magos.

—¡No mi rey!, presiento un sufrimiento similar a nuestra princesa si algo le pasara al árbol al ser trasplantado; observa que por su tamaño sus raíces deben estar bien arraigada a la tierra. Señor, ya habéis asociado nuestras vidas, todo lo que le hagan al árbol puede pasarle a nuestra hija.

El rey  también sintió aquel extraño presentimiento y ordeno construir una gran torre al lado del árbol para que allí viviera el más hábil de sus magos. Este mago seria el responsable de cuidar el árbol y mantener su forma y esplendor.

—Si algo le pasara al árbol y, por ende, nuestra niña sufriere; el mago y su mujer pagara con sus vidas —señalo el rey con tono amenazante.

(…) Pasaron pocos meses y una hermosa princesa llego para alegrar la vida a todos en la corte del rey (una bebe muy sana y de gran fortaleza). Los monarcas estaban orgullosos de la niña quien crecía rápidamente mostrando una gran inteligencia.

—Su llanto es como el canto de un ruiseñor que alegra nuestras vidas todas las mañanas—Indicó el rey al ser despertado por el llanto de la recién nacida—. Mi reina, despierta y observa como estas aves cantoras se posan en la ventana de nuestra niña para anunciarle un nuevo día. Deseo transcurra el tiempo y ver como crece nuestra amada hija.

—Exactamente escucho su llanto, la bebe deberá ser amamantada en mi regazo. Pero… ¡mi rey!, sigues comparando a nuestra niña con otros seres cuya existencia corren muchos riesgos de ser maltratados.

—Mandare de inmediato a atrapar esos pájaros y enjaularlos cerca de palacio para que estén protegido de por vida por nuestros soldados y vigilado de cerca por nuestros magos.

(…) Una tarde, el mago descubrió unas vainas muy llamativas en el árbol (Las envolturas de las vainas emitían colores como el arcoíris, cuando la luz del amanecer incidía sobre ellas). Atraído por la gama de colores el mago tomó esas vainas para examinarlas, las abrió una a una para ver su contenido. Las semillas de esas vainas  tenían diferentes tamaños y unas inscripciones en ellas, las cuales el mago colocó de mayor a menor tamaño y de izquierda a derecha descubriendo un acertijo alusivo a la princesa, el cual decía:

«Al umbral del próximo milenio el corazón de toda niña que cumpla sus quince primaveras latirá con tal fuerza que resonará hasta estallar haciéndole volar por estos cielos hasta llegar a las estrellas»

Inmediatamente el mago fue a informarle al rey, quien alarmado compartió su temor con toda su corte. El rey ordenó al mago que buscara mas mensajes entre las semillas para saber cómo superar ese peligroso destino.

El mago solo encontró una vaina más con los colores del arcoíris cuyas semillas ordeno de menor a mayor y de izquierda a derecha descubriendo el siguiente mensaje:

«El nombre de la niña ha de ser razón de vida, luz de la existencia y al quinientos uno, dará presencia».

El mago informo al Rey de este nuevo hallazgo, quien le ordeno buscara más mensajes, pero los esfuerzos del mago no dieron resultados. La búsqueda fue intensa en los días venideros sin encontrar otra vaina con los colores del arcoíris que contuviera nuevas predicciones; por ello, el mago le sugirió al Rey:

— Tome todas las  precauciones posibles hasta que el árbol nos brinde más información; para ello, hemos de contar con catorce años a partir de hoy.

El rey bautizo a la niña con el nombre de María, en honor a la madre de Dios; razón de vida por engendrar al salvador, quien libero a la humanidad de las sombras del pecado (luz de la existencia), el “quinientos uno” no pudo ser descifrado por el mago ni por los matemáticos expertos de aquel reino; hecho que generó  preocupación en la corte del rey por los años siguientes. El rey ofreció una gran recompensa a quien descifrara esta última clave, pero nadie daba respuesta razonable, por ello el rey mando a colocar en grandes carteles el “50l” y una nota que anunciaba:



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En el texto hay: amor, temores, valientes caballeros

Editado: 26.09.2021

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