Los cuentos de mi abuelo Chucho

UN CAMINO DOS DESTINOS

Por una estrecha carretera de arena y piedra cortada marchaba, muy despacio, un pequeño auto de pasajeros. El chofer evitaba aquellas piedras afiladas que pudiera pinchar alguna de sus llantas. En el interior de aquel auto viajaban Jimmy, su madre Josefina y el conductor. Es medio día, el sol inclemente del llano hace un lugar incomodo el interior del auto, lo que obligó a sus tripulantes abrir las ventanas para recibir un poco la brisa cargada de aire fresco. Al cabo de unas horas el auto abordó la carretera nacional, una vía  tortuosa de asfalto formada por muchos valles, lo cual obligó al chofer a mantener lenta la marcha para evitar algún sorpresivo accidente con autos que aparecerían de la nada.

Un camino dos destinos; uno de ellos llevara a Jimmy a un destino ya previsto por él:

—Madre, me llevas a un mundo de miseria, al cual no estoy acostumbrado. Me predestinas a ser un campesino que trabaja en un conuco de sol a sol, dueño de dos vacas, cinco cerdos y una chiva.

»A jornadas duras de trabajo incesante. A crear un hogar con una mujer pobre  que me procreará seis, siete, o hasta nueve muchachos, en espera de que estos hijos, al crecer, se hagan cargo de mi o como dicen por estos lares: “que saquen de abajo a su Taita”. Me has condenado a un destino de funestas rutinas: de estar pendiente del sol y de la luna en espera de un clima favorable para el cultivo de unos cuantos frutos que a la larga han de enriquecer a otro. Madre en ese mundo de explotado y explotador… yo seré el explotado. ¡No sabré como soportarlo! ¡Más me niego a aceptarlo!

»Hasta hace horas mi destino era ser un hombre de poder y riqueza, como mi padre. Hijo único del abogado más prominente de la región…

—Eres cruel, Jimmy. ¡¿Qué no daría yo para verte feliz?! —Increpó Josefina—No tienes idea de la situación de la que estamos escapando. Hasta hace horas eras un niño mimado de papá; lleno de lujos y sin obligaciones. Niño alejado de la pobreza, sin conocer todo el mar de peligros en que se había sumergido tu padre; acciones cargadas de  pecado que modelaron su trágico destino. Tu padre nos llevo a la pobreza y a ese destino al cual no crees merecer.

—¡Madre, ya calla!, ¡vuelves con tus salmones! Déjame dormir para olvidarme de ello.

Josefina ordenó al chofer a detenerse en  uno de los restaurantes a orilla de la carreteara. Jimmy decidió quedarse en el interior del auto para evitar discusiones con su madre. Al poco tiempo Jimmy percató de la existencia de un grupo de hombres discutiendo acaloradamente alrededor de una mesa, muy cerca del auto; aquella situación le llamó la atención y al enterarse que eran obreros en la construcción de la carretera, decidió acercarse.

—Somos prácticamente esclavos del gobierno—señaló uno de los trabajadores—, horas de sudor y lágrimas  y cuando nos malogramos la constructora nos da la espalda.

—Así, hicieron con el gordo alicate luego del accidente lo despidieron con tres centavos en el bolsillo, muriendo más tarde por falta de atención medica—señaló otro de los trabajadores.

Luego de un momento de observación Jimmy distinguió entre el grupo de trabajadores a cuatro obreros y el capataz. En plena discusión Jimmy interrumpió para decir: —¿Y… ninguno de ustedes protesto por los derechos de su compañero?

—¡Amigo!, en nuestro trabajo no hay derecho que valga—contestó el capataz — Quien protesta es reemplazado inmediatamente. Más deberíamos dar gracias que tememos un empleo y un salario.

—Entonces deben de organizarse y actuar como un solo hombre—señaló Jimmy—Yo soy hijo del mejor abogado de mi comunidad y conos…

Jimmy fue interrumpido por el capataz quien le increpó en forma agresiva: —Mire muchachito, no se meta donde no lo han invitado.

—Deja que el muchacho hable; que lo hace muy bonito—dijo otro de los trabajadores a lo que Jimmy expreso:

—¡Disculpen, señores!, tiene razón el patrón—y con una sonrisa en los labios Jimmy se alejó del grupo de trabajadores dirigiéndose al auto donde lo esperaba su madre con algo de merienda.

—¿Qué te dijeron esos hombres? —preguntó Josefina.

—¿Qué necesitan de mi ayuda para vivir dignamente? —respondió Jimmy.

Al continuar la marcha  Josefina se sentó en el puesto delantero, al lado del conductor. Por su parte, Jimmy cerro sus ojos y reposo su cabeza en la butaca trasera del auto, el joven intentó dormir pero el calor no le permitió conciliar el sueño; sin embargo, su mente le hizo recordar episodios de un pasado inmediato que les llevaron, a él y a su madre, a abandonar la vida de lujos y comodidades en que vivían.

 

***

En un jardín amplio y lujoso, se encontraban sentados en bancos de concretos Jimmy y su madre josefina, mientras Miguel (el padre de Jimmy), se hallaba de pie andando de un lado a otro, mientras narraba impacientemente la historia de su infortunio…

—Padre, ¿Ese prominente joven abogado eras tú? —Preguntó Jimmy a su padre.

—Eminente abogado que traiciono las ilusiones de su pueblo—interrumpió Josefina— Tu padre había ido a la ciudad para licenciarse en leyes. Los campesinos de este pueblo cubrieron parte de  sus gastos, con la esperanza de que, una vez licenciado, les defendiera del voraz apetito de los terratenientes de la región.



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En el texto hay: amor, temores, valientes caballeros

Editado: 26.09.2021

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