Los cuentos de mi abuelo Chucho

EL CONTADOR DE CUENTOS

De la laguna era un caserío  separado de tierra firme por  dos porciones de agua bien definidas (una impresionante laguna que al abrazar al caserío, desembocaba por dos caños al impetuoso mar Caribe). 

Las pocas casas existentes, hechas de barro y palmas, se hallaban ocultas entre cocotales, uvas de  playa, hicacos, mangles y las atarrayas dando un pintoresco paisaje. Paisaje matizado por las coloridas plumas  de las garzas y los pájaros, que al revolotear sobre sus nidos construidos en los techos de las casas brindaban una espectacular vista.

Para llegar a aquella tierra se debía cruzar un estrecho caño, el cual era aprovechado por los pueblerinos para transportar a los visitantes en sus pequeños botes, los cuales impulsaban por largas varas de madera.

  Eran pocas las mercancías intercambiadas con los pueblos cercanos, lo que hacía a los habitantes de ese casero depender de los recursos  provistos por la laguna,  el mar y los pocos espacios cultivables.

Quienes visitaban al caserío podían disfrutar de paseos en botes por las inmensas aguas de la laguna, admirar los centellantes colores (negro, blanco, rosado y rojo intenso) emergido de las verdes copas de los árboles y deleitarse al escuchar el saludo de la aves con su chismorrear escandaloso.

Nunca había de faltar algún baquiano que gritara desde la orilla:

—¡No se adentren muy a la noche! ¡No se los vayan a tragar el espanto del viejo caima o ser secuestrados por los encantos! —, o encontrarse con algunos pescadores en espera de la señal del cardumen de peces como el  momento de su sacrificio para dar vida a la región con su variedad de sabores.

Ya en tierra, los pobladores invitaban al visitante a degustar de exquisitos platos basados en productos provenientes de la laguna o el mar: el lebranche asado (en su puesto de honor), las saltarinas mojarras fritas, el sudoroso sancocho de bagre o el apasionado cruzao de camarones, guacucos y chipichipis.

El ámbito religioso también jugaba un papel importante en todo aquel escenario: la adoración a los santos de la iglesia católica, el espiritismo, el curanderismo y las leyendas sobre seres místicos. Todo este compendio de hechos se conjugaban para ofrecer   una cultura polifacética.

A todas estas, cabe recordar, la época de los contadores de cuentos: como Chucho (el viejo cuentista).

Chucho era un conocedor de los más mínimos rincones de la zona y de las historias de aquella tierra. Desde Joven había improvisado, con su cuatro, las más fascinantes historias; y, ayudado por las tibias arenas de la costa,  ofrecía  veladas nocturnas entre fogatas, cantares y cuentos; momentos propicios para alimentar las leyendas del pueblo con ocurrencias de otras tierras (algunas hasta de lugares muy distantes); aunque Chucho  acostumbraba a decir: —me sucedió por estos lares.

Sentados en círculo sobre la suave arena y alrededor de una fogata siempre había quien solicitara el inicio de algún relato, al cual acudía Chucho como el contador de cuentos.

Al atardecer Chucho y Bobby (el hombre y su fiel amigo), luego de una tarde de cuentos; se retiraba a su hogar situado más allá del cementerio. El chapotear de los pasos del viejo, el perro dando algunos saltos, el mar (como siempre, bravío o sereno acariciando la arena); creaban un suave sonido que ningún instrumento podría entonar.

Chucho inspirado por todo aquello tomó nuevamente su cuatro para entonar el  siguiente canto:

     Vengan recuerdos  lejanos,

     a contar los cuentos de caminos

     sea su origen espiritual o profano,

     han de marcar mi destino.

     Viejo, retoma esas hojas sueltas

     para reescribir esas viejas historias;

     has de dibujar una realidad incierta

     por su insolente y pesada memoria.

     Cuentos de amor, sexo y miedo

     hechos arrancados de un  ayer

     cuando un ser marcaba el sendero

     y otro ser moría al transitar por él.

De esa manera; el hombre y su perro andaban a pasos y cantos por aquellos viejos senderos…

 



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En el texto hay: amor, temores, valientes caballeros

Editado: 26.09.2021

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