Parte 4°: "¡No te enamores de mi, idiota!"
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—¡¡¡ARMAND!!!
El joven noble se despertó sobresaltado al escuchar el grito de su hermana. Recordando que tenían un huésped muy particular en casa, este se quitó el antifaz de dormir para levantarse de la cama y ver qué ocurría, pero se topó de sorpresa con dos ojos grises que le observaban y la enorme sonrisa del príncipe-mono.
—¿Qué demonios haces aquí en mi cama? ¡Me has dado un susto de muerte! Yo te acosté anoche en tu cuarto, este es el mío; no se irrumpe en las alcobas ajenas....
—Troy extraña a Armand...—Le respondió este y se recostó de su pecho como un cachorro.
—Espera un momento... ¿Qué es ese olor?
Al levantarse de la cama Armand notó un desagradable olor alrededor de esta, pero antes de analizar qué era su hermana entró furiosa a su habitación:
—¡¡¡ARMAND!!!
—¿Qué pasa, Aimeé? ¡Deja de gritarme que me atormentas!
—¡Tu loco hombre-mono! Hizo sus "necesidades" por toda la sala...y... ¡Asco! ¿Por qué hueles a orina?
—¿¿¿Orina???
Armand se horrorizó y volteó furioso a ver al príncipe-mono que lo miraba con ternura y algo de culpa.
—¿¡Me orinaste!? ¿En qué demonios estabas pensando?
—Armand, tienes que hacer algo con él, no puede estar defecando por toda la mansión, las criadas no quieren limpiar sus "desastres"; ni siquiera quieren limpiar ni cocinarnos porque no tenemos con qué pagarles...
—¡Bueno hazlo tú! ¿Quién es la mujer aquí?
—¿QUÉ? ¡Pedazo de imbécil! ¡¡¡Tú vas a limpiar también!!! Fue tu idea traerte a este loco a vivir con nosotros...
—¿Y quién será la reina? ¿Quién será mujer más rica y poderosa de todo ese riquísimo reino? En la vida siempre hay sacrificios que hacer, eso siempre nos dice nuestro tío. Así que vaya y busque con que limpiar los "desastres" de su futuro marido... ¡Yo tengo que ir a darme un baño urgente!
—¡¡¡TE ODIO!!!
—Soy tu hermano mayor y ahora el hombre de la casa, vaya y haga lo que le corresponde...—Armand entonces se dio vuelta y sujetó a Troy del brazo— Y usted, "alteza" va a tener que aprender a comportarse, porque sus tiempos de ser un salvaje ya terminaron. ¡Usted es un príncipe y se comportará como tal!
Un par de horas después, Armand sentó a Troy en un banquito y le puso una pizarra enfrente. Aimeé se sentó al lado del príncipe-mono y miraban con curiosidad lo que "el maestro" dibujaba en la pizarra.
—A partir de ahora, alteza, usted va a aprender desde el principio a cómo comportarse y voy a encargarme de educarlo y enseñarle a ser un caballero. Luego, cuando lo haya "civilizado" estará listo para ir a reclamar el trono y casarse con la hermosa Aimeé.
—Armand... ¿Cómo vas a enseñarle con una pizarra si no sabe leer ni escribir?
—Tiene la mente de un niño, entonces aprenderá como tal. Primero aprenderá con dibujitos y luego, podré enseñarle a leer y a escribir. —respondió Armand sin darse vuelta ya que estaba terminando de dibujar en la pizarra.
Cuando el joven noble terminó, tomó una larga regla en su mano y con porte de maestro autoritario, golpeó la cabeza de Troy para que prestará atención a lo que estaba en la pizarra.
—¡Alteza! ¡Es hora de que preste atención a la pizarra! Esta es su primera lección y es muy importante que la aprenda.
—¿Chocolate? —preguntó el tierno hombre-mono al ver la pizarra.
—¡NO! ¡No es chocolate! ¡No habrá chocolate si no aprendes la lección! ¡Ni mucho menos si vuelves a defecar fuera de la letrina!
Aunque Aimeé por el contrario aplaudió a Troy.
—¡Oye! ¡Aprendiste a decir "chocolate"! Aprendes rápido, ¿no es así?
—¡¡¡Aimeé!!! ¡No me interrumpas la clase! —Le regañó su hermano y le golpeó en la cabeza con la regla.
En la pizarra había dos figuritas dibujadas de forma muy detallada: Un mono y un humano. Bajo cada una de ellas se leía: «Mono» y «Hombre»
—Bien, alteza. Esto que está aquí es un "Mono", un animal salvaje que vive en la jungla. Y esto es un "Hombre" un ser civilizado que domina sobre los animales. ¿Puede señalarme que criatura es usted?
Y por supuesto que Troy señaló la figura equivocada. Él se creía un "Mono" porque por años había sido criado y tratado como tal. Armand le golpeó en la cabeza con la regla.
—¡No! ¡No! ¡No! ¡Usted no es un mono! ¡Es un hombre! ¿Qué no se vio en el espejo? Es un hombre, así como yo.