Esta historia es una adaptación libre del cuento de hadas original "La Sirenita" ("Den lille Havfrue"), una historia del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, que fue originalmente publicada el 7 de abril de 1837.
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Érase una vez, en la que los reinos del mundo no sólo se limitaban a las tierras heladas, los lugares secos y áridos o aquellos rodeados de bosques y montañas; existía uno cuyas riquezas eran incontables, sus límites eran muchos mayores a cualquier vasto imperio terrestre y sus ciudadanos eran criaturas fieras, de gran poder y belleza.
Este reino se encontraba en lo profundo del inexplorado océano. Allí gobernaba el temible y gigante tritón, conocido en algunas lenguas como Poseidón, quien con su poderoso tridente regía todos los confines del mar. Tenía el poder de desatar tormentas y grandes oleajes, así como también de invocar a los grandes monstruos marinos, entre ellos el más terrible de todos: El Kraken.
La descendencia de este rey era la raza conocida como "atlantes" ya que en un principio habitaban en una isla ubicada en medio del océano llamada Atlántida, donde todos sus ciudadanos orgullosos prosperaban rindiendo culto y obediencia a este poderoso soberano.
Favorecida por este, la tierra insular de Atlántida era abundante en recursos. Había toda clase de minerales, destacando el oricalco, traducible como cobre de montaña, más valioso que el oro para los atlantes ya que era un metal precioso y muy fuerte. A su alrededor grandes bosques que proporcionaban ilimitada madera; numerosos animales, domésticos y salvajes; y copiosos y variados alimentos provenientes de la tierra.
Tal prosperidad dio a los atlantes el impulso para construir grandes obras. Edificaron, sobre la montaña rodeada de círculos de agua, una espléndida acrópolis plena de notables edificios, entre los que destacaban el Palacio Real y el templo de Poseidón. Construyeron un gran canal, para comunicar la costa con el anillo de agua exterior que rodeaba la metrópolis; y otro menor y cubierto, para conectar el anillo exterior con la ciudadela. Cada viaje hacia la ciudad era vigilado desde puertas y torres, y cada anillo estaba rodeado por un muro. Los muros estaban hechos de roca roja, blanca y negra sacada de los fosos, y recubiertos de latón, estaño y oricalco. Finalmente, cavaron, alrededor de la llanura oblonga, una gigantesca fosa a partir de la cual crearon una red de canales rectos, que irrigaron todo el territorio de la planicie.
Pero pronto muchos gobernantes ambiciosos quisieron invadir este reino y descubrir los secretos de esta misteriosa raza, así que Poseidón, para evitar que algún humano llegase a poseer tales conocimientos, decidió hundirla y desde entonces los atlantes se adaptaron a vivir en el océano, desarrollando cuerpos semejantes a los peces, aunque aun una parte de ellos mantendría su antigua apariencia humana.
Poseidón tenía seis hijos predilectos, que eran considerados príncipes y princesas. Aquellos que eran los más destacados entre toda su descendencia: Tres hermosas sirenas, cada una con una belleza exquisita y una gracia digna de su realeza y tres de los más fuertes y fieros guerreros tritones, que representaban con orgullo su linaje. El mayor de todos era considerado el regente sobre los ciudadanos atlantes, mientras el poderoso tritón era el rey supremo sobre todo el océano.
El reino de la Atlántida era gobernado a través de leyes, las cuales se encontraban escritas en una columna de oricalco, en el Templo de Poseidón. La justicia y la virtud eran la base del gobierno, por lo que sus gobernantes debían ser moralmente íntegros para regir a los atlantes.
En sus leyes estaban aquellas que disponían que los distintos príncipes del linaje escogido debían ayudarse mutuamente, no atacarse unos a otros; tomarían las decisiones concernientes a la guerra y otras actividades comunes de los atlantes, siempre por consenso y bajo la dirección de aquel al que Poseidón escogió como el principal entre todos. Y asi en ese orden, orgulloso de sus hijos, el Poderoso rey del mar gobernaba en paz todo su vasto reino.
Pero los conflictos entre terrestres y atlantes nunca cesaron. Un día sucedió una gran tragedia que revivió el odio de estos hacía los habitantes de la superficie: Una de las hermosas sirenas de la estirpe real desapareció, Gadiira la segunda entre las hijas de Poseidón; al parecer había sido capturada por una nave pirata que avistó a la curiosa joven muy cerca de la superficie. Esto desató la ira de este poderoso rey, y el mar se volvió insurcable. Hundió decenas de barcos en su búsqueda y los atlantes capturaban vivos a algunos marineros con el fin de que estos hablaran sobre el paradero de la princesa. Luego de muchos días, al fin encontraron a un hombre que habló de lo que fue la suerte de la hermosa sirena.
"...Esta fue capturada por una nave pirata, "El dragón del mar" le llamaban. Su capitán le exhibía a todos como un trofeo vivo en una gran pecera, jactándose de su pesca. Muchos le ofrecieron grandes riquezas para obtener a la exquisita criatura, pero este se negaba a venderla.
Después de un tiempo, el pirata que temía volver al mar luego de escuchar sobre la ira del rey marino, desapareció con un gran botín. Nadie ha vuelto a saber más nada de él, ni de su nave, ni tampoco del paradero de la hermosa criatura."