Los cuentos de terror de Teodora

La criatura del bosque

Teodora acariciaba a Simona on una sonrisa en la cara, Mirila no entendía como podía estar tan feliz, cada historia que le contaba era trágica y escalofriante, odiaba que ninguno tuviera un final feliz.

—¿Por que me miras así? ¿Ya tuviste suficientes historias de terror? Aun no llega la media noche y ya pareces perturbada.—le dijo Teodora con una expresión de indiferencia.

—No me gustan las historias de terror, mucho menos las que terminan con un final trágico.—le respondió mirilla con el ceño fruncido.

—¿A que te invité entonces? Sabías a loq eu venias ¿en que momento te dije que te contaría cuentos de hadas? Aun que tengo uno muy sangriento de ellas ¿quieres oírlo?

—Creo que ya tube suficiente.

—No importa, aun así te lo contaré, dudo que quieras regresar a casa tu sola, estamos en medio de un cementerio abandonado, hay cuervos y fantasmas por todos lados.

—Claro que no, yo no veo nada…

—Simona si ¿por que crees que la esta acariciando? Tenía el lomo erizado y miraba inquieta detrás tuyo.

—¿Que?

—Yo creo que había algún espíritu deseando poseer tu cuerpo.—le dijo Teodora con una sonrisa maliciosa.

—¡Ay no! No juegues con eso…—le pidió Mirila con un miedo espantoso.

—Bueno, sigamos, esta historia te gustará, lo prometo.

Había una familia que se había mudado al campo, la señora Bleer tenía asma y el doctor le recomendó mudarse aun lugar tranquilo, alejado de la contaminación de la ciudad, deseaban vivir cerca del bosque, rodeados por la naturaleza, además de que el señor Bleer soñaba con llevar una vida pacifica, bueno entre comillas, pues era amante de la cacería, especialmente en la temporada de ciervos, tenía trofeos en toda su casa con las cabezas de los animales que iba consiguiendo, algunos disecados, como osos, alces, venados, zorros, conejos y más.

Los Bleer tenían una hija de trece años llamada Aurora, de cabellos rubios y largos, sus ojos eran como los tuyos, enormes y azules como el océano a la luz del sol, era preciosa, Aurora tenía un alma temeraria, hija única con una vida llena de agotamiento, estrés y fatiga, su padre era muy estricto de de corazón duro y su madre apenas si reconocía su existencia, aun así tenía un carácter dócil y angelical, pues a pesar de ser maltratada, trataba de agradar en todo a sus padres.

Ella era muy curiosa y solía escapársele a las criadas para salir a jugar y muchas veces no se daban cuenta de su ausencia, pues como era muy astuta, regresaba antes de que su institutriz llegara a su habitación, pues la ponían a leer mucho y para no distraerla, la institutriz salía por una hora para darle algo de privacidad, pero la curiosidad le picaba las costillas inquietándola aun más, por que el bosque estaba tan cerca de ella que sentía que la llamaba.

—Muy bien señorita Aurora, tiene exactamente una hora para terminar la lectura, recuerde que una dama debe saber todos estos detalles para saber comportarse delante de la sociedad, el hecho de que viva en medio de la nada, no significa que no volverá a relacionarse con el mundo exterior, debe estar lista para el momento en el que alguien la escogí en matrimonio.—le dijo su institutriz con aquel duro semblante.

—Está bien ¿entonces viene en una hora verdad?

—Así es, así que no se distraiga, le advierto que tendremos examen de todo lo aprendido durante el mes.

—De acuerdo.

La institutriz salió y cerró con llave para que aurora no saliera, pero ella se olvidaba, de lo buena que era aurora para escalar y subir paredes, así que en cuanto sus oídos dejaron de escuchar sus pasos, Aurora sonrió feliz mente y se asomó por la cerradura y al no ver a nadie, se escabulló por la ventana y como pudo, salió de su casa.

—Gracias al cielo la altura de esta casa no es tan grande jajaja, por fin soy libre.

Aurora corrió con todas sus fuerzas y se adentró a lo profundo del bosque, su corazón ardía de deseos de descubrir cosas increíbles, soñaba con encontrar un unicornio o cualquier criatura sobre natural que le demostrara con su existencia que este mundo no era tan aburrido, además, Aurora quería escapar de su cruda realidad, pues su madre nunca le hacia caso, siempre esta enferma o con dolores de cabeza y su padre solo pensaba en mujeres, alcohol y escopetas, soñaba con pegarle un tiro a cualquier cosa que se moviera y como ya tenía trece años, sus padres no tardaban en comprometerla con algún hombre que le doblara la edad, pues al fin y al cabo, eso era muy común en su época.

—Me pregunto que encontraré esta vez…ojalá que la institutriz no llegue antes de la hora…

Aurora caminaba entre los arboles, fascinada con aquellos pinos altos y frondosos, fantaseaba con todo lo que veía, imaginaba que era la princesa de un mundo mágico y que vivía en la naturaleza, aurora recogía las flores más bonitas y en el camino se iba tejiendo una corona y solita dialogaba como si estuviera hablando con su corte.

—¡Así es señorita mariposa! Es mi voluntad que toda criatura en el bosque venga a mi fiesta de cumpleaños, no habrá distinción entre las criaturas que me sirven, me encantaría que mi príncipe se me sec Lara ese día.

Mientras ella jugaba, algo la veía entre los arbustos, una criatura que revoloteaba tan rápido como lo hacen los colibríes, Aurora se sintió extraña y volteó rápidamente hacia atrás.

—¿Eh?

Parecía que la estaba acosando, vigilándola con insistencia y Aurora se sintió como un conejo cuando el zorro lo esta acechando, así que volteó rápidamente hacía tras, pero no logró ver nada, pues aquella criatura era veloz, así lo hizo dos veces, hasta que en la tercera vez que volteó la criatura ya estaba delante de ella provocando se que fallera.

—¡Ay!—Aurora se quedó tiesa, no podía creer lo que esta viendo, tenía un hada frente a ella, una de color supura con ojos negros como los de un alienígena y unas antenas de mariposa, su piel brillaba como si tuviera escamas y media un metro de largo, era delgada y supo que era hembra por su pequeños pechos que resaltaban, los ruidos que emitía la criatura eran idénticos a los que hacen los murciélagos, se movía curiosa a su alrededor, levantaba su cabello, su vestido he incluso la mordió ligeramente.




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