Un laberinto está en alguna parte del bosque, pero hay algo particular acerca de este laberinto: Nunca está en el mismo lugar, no importa lo que pase. Es un laberinto que al salir la luna desaparece por completo, va al cielo, y cuando sale el sol, reaparece en otro lugar distinto.
Allí en el laberinto habitan una hechicera maligna y una bestia feroz, temible, que era tan grande como una casa y más fuerte que un dragón, con colmillos del tamaño de un árbol y garras fuertes como piedras.
La hechicera era conocida por todas las hadas del bosque como Oscura, la mujer más peligrosa en todo el bosque, pues tenía tanto poder que ni ninguna de las hadas podía vencerla, así que siempre hacían lo que ella decía, con tal de que ella no saliera del laberinto.
Un día, el laberinto apareció al lado de una aldea pequeña que no tenía nada, solo sus habitantes y algunas plantas. Oscura ordenó a los habitantes que le dieran a una muchacha, pero todos ellos se negaron.
Oscura se enfadó tanto que lanzó un maleficio sobre la hija de uno de los aldeanos, dormiría eternamente, y todos, día tras día, caerían dormidos por siempre, si no le entregaban a una chica como ella ordenaba. El laberinto se quedaría allí mientras tanto.
Las hadas, que estaban asustadas, pidieron a los aldeanos que entregaran a cualquier muchacha para poder salvarse, pero ninguno de ellos accedió, así que Sol, la chica que había recibido el maleficio, cayó dormida.
Así fue, día tras día, todos cayeron dormidos, hasta que solo quedaba una chica, Aura, la mejor amiga de Sol. Ella, al ver todo su pueblo sumido en el sueño, decidió entrar al laberinto y vencer a Oscura de alguna forma.
Las hadas trataron de prevenirla, de decirle que si llegaba la noche caería dormida para siempre igual que todos, pero Sol no le importó.
Entró al laberinto y caminó durante mucho tiempo, tanto que ya no sentía sus pies. Se sentó un momento a descansar, pero se encontró con la bestia. La bestia rugió, golpeó las paredes y la miró con ira, pero Aura no hizo nada.
Como ella no le temía, la bestia comenzó a chillar de dolor, se alzó en el cielo y se convirtió en un joven fuerte, con una espada y un escudo. Le contó a Aura que Oscura lo había hechizado para ser una bestia, y mientras las personas tuvieran miedo de él, nunca volvería a ser humano.
Aura se sorprendió mucho al escuchar esto, pero supo que aunque Oscura fuera poderosa, igual podía ser vencida. Con eso en mente, siguió caminando, ahora acompañada del joven, que dijo llamarse Adrián.
Adrián y Aura estuvieron mucho tiempo caminando, igual que había estado Aura antes de encontrarse con él, hasta que se vieron cara a cara con otra bestia. Solo que esta estaba dormida y se veía triste, pues de sus ojos salían lágrimas.
Cuando Adrián y Aura pasaron enfrente de ella, la bestia despertó y comenzó a llorar inconsolablemente, por lo que los dos decidieron ver en qué podían ayudarla.
La bestia resultó ser otro joven, llamado Esteban, pero uno que había hecho un trato con Oscura. De estar eternamente en el laberinto, Oscura no le haría nada a su pueblo. Con esto, algo se le ocurrió a Adrián.
Se la bestia decidía pertenecer al mismo pueblo que Aura, significaría que Oscura había roto su promesa, por lo que quedaría libre. Se lo hicieron saber al joven y este aceptó. En ese momento se convirtió también en un hombre apuesto y fuerte, que les estuvo tan agradecido como para acompañarlos a vencer a Oscura.
El único problema que tenían era que ya el sol estaba por caer, y Aura en cualquier momento caería dormida. Decidieron darse prisa en encontrar a la hechicera, pues cuando se hiciera de noche el laberinto volvería al cielo. Ya había estado mucho tiempo en el mismo lugar y tenía que cambiar de sitio.
Cuando la luna se alzó, una flor negra salió de una pared, y de ella salió Oscura. La hechicera se sorprendió al ver al grupo en frente de ella. Estos le exigieron dejarlos libres, pues ahora que Esteban era de otro pueblo, Oscura debía cumplir su trato y no hacerle nada a este.
Enfadada, la hechicera aceptó, los sacó del laberinto y revirtió el hechizo, pero Sol no despertaba, sin importar qué tanto la llamaran o la sacudieran. De repente, una ráfaga de viento hizo que Adrián y Esteban salieran volando, lejos del pueblo, y llevados de regreso al laberinto, justo cuando este volvía al cielo.
Oscura, furiosa, había convocado un bosque de espinas alrededor del pueblo, condenándolo a estar solo por toda la eternidad. Los chicos, enojados por las mentiras de Oscura, decidieron escapar y salvar al pueblo.
Escalaron os muros y saltaron al bosque, pues ya el laberinto había alzado vuelo al cielo. Las hadas del bosque los vieron, y asustadas por lo que pudiera pasarles, invocaron un montón de flores y plumas para que la caída no fuera fuerte. Los chicos llegaron al bosque de espinas, pero ahora era dos bestias de nuevo.
Por su parte, Sol y Aura estaban atrapadas en el pueblo, pero una de las hadas se acercó a Aura, pues Sol seguía dormida, y le contó todo lo que había pasado. Cuando Aura escuchó, tomó una espada de su casa y cortando las espinas a su paso, llegó hasta las afueras del bosque, justo al frente de Adrián y Esteban.