Los Cuentos se Mezclaron

Las de Cabello de Oro.

En una cueva, perdida en la selva, vivían dos esposos. Eran adultos, no tenían mucho, pero se amaban por sobre todas las cosas. Un día, la mujer le dijo a su hombre que estaba hambrienta. Este, buscando complacerla, fue a buscar algo de comer.

Caminando encontró un arbusto de moras jugosas y grandes, tomó algunas y se las llevó. La mujer comió una parte, el hombre otra y le dejaron casi todo a su hija pequeña, Rapunzel, que no tenía mucho tiempo de nacida.

Al día siguiente, la mujer volvió a estar hambrienta, y el hombre volvió a buscar las mismas moras. Comieron, jugaron, charlaron, y durmieron cuando llegó la noche. Al tercer día, cuando el hombre regresó por más moras, se encontró con una mujer joven, vestida de negro, que lo miraba furiosa.

Era una hechicera, dueña del arbusto y parte de la selva donde ellos estaban viviendo. La hechicera quería convertir en piedra al hombre y a su esposa, pero decidió que el mayor castigo sería quitares lo que más amaban, es decir su pequeña hija Rapunzel.

La niña creció encerrada en una torre, lejos de sus padres, donde la hechicera le llevaba comida, agua, libros y algunos juguetes. Creció sin saber qué era una familia, unos padres o lo que eran los amigos, pero siempre cantaba, aprendía chistes, adivinanzas, juegos y trabalenguas.

A pesar de estar encerada, y de ser maltratada por la hechicera, Rapunzel tenía un corazón de oro como su cabello, que, al no cortarse nunca, había crecido y crecido y crecido, hasta ser tan grande como para servirle de cama, almohada y cobija.

Rapunzel se sentía una reina a pesar de todo, pues tenía su propio cuarto, un cabello con qué jugar, hacer formas que quisiera, juguetes, libros, dibujos, canciones, instrumentos musicales que aprendía a tocar. Nunca estaba aburrida.

Sin embargo, el día en que cumplía veinte años, se sentía muy sola. La hechicera lo notó y le mandó un oso, una osa, y un osito hijo de los dos osos, para que la acompañaran. Rapunzel se hizo amiga de los osos, que la querían mucho, pero que temían la furia de la hechicera.

En ese tiempo, los padres de Rapunzel habían tenido otra hija, con cabellos dorados como su hermana mayor, pero rizados, al contrario de Rapunzel, cuyo pelo era liso y suelto. A la pequeña le pusieron Raunel, como recordatorio de su hermana, pero siempre le decían Ricitos de Oro.

Ricitos de Oro era como su hermana, alegre, juguetona, amable y cariñosa. Le gustaba jugar entre los árboles, hablar con ellos, con los animales, con el viento, la lluvia, las nubes, la luna, el sol y las estrellas.

Cierto día, jugando, el viento le dijo a Ricitos de Oro que había una chica muy parecida a ella en una torre en medio de un lago, así que guiada por él, Ricitos llegó a la torre donde vivía su hermana desde casi toda su vida.

En ese momento, la hechicera estaba subiendo, le gritó a Rapunzel:

—¡Rapunzel, Rapunzel, deja caer tus cabellos para mí!

Ricitos de Oro vio cómo caían unos hermosos cabellos dorados, de los cuales la hechicera se agarraba para subir hasta la torre. Un rato después, cuando ella se fue, Ricitos hizo lo mismo, llamó a Rapunzel, subió, y vio a su hermana.

Las dos se asombraron muchísimo cuando vieron lo mucho que se parecían. Rapunzel, de veinte, y Ricitos, de quince, eran como dos gotas de agua. Hablaron hasta la noche, cuando la luna le advirtió a Ricitos que se fuera, pues la hechicera estaba regresando.

Rapunzel soltó sus cabellos, dejó que su hermana bajara, y se puso a dormir. Cuando la hechicera entró por la puerta, una que siempre estaba cerrada con una llave que solo ella tenía, y la vio dormida, sonrió, cerró de nuevo, y se fue. Esa fue la primera noche en que Rapunzel lloró hasta caer dormida.

Por su parte, Ricitos de Oro se quedó dormida a mitad de su regreso a casa, así que los árboles, con sus ramas, la llevaron a una cabaña cercana.

Allí había tres platos de sopa, uno caliente, uno frío y uno tibio. Las nubes despertaron a Ricitos, para que comiera antes de ir a dormir, ella probó los tres platos, pero se comió la sopa tibia, subió hasta los cuartos, y encontró una habitación con tres camas: Una grande, una mediana y una pequeña.

La grande era muy dura, así que Ricitos probó la mediana, pero esta era tan blanca que el colchón llegaba hasta el piso. Cuando probó la pequeña, era perfecta y se quedó dormida allí.

Minutos más tarde, los tres osos llegaron a la cabaña, luego de vigilar a Rapunzel. Vieron que alguien había probado de sus sopas y se asustaron. Subieron a su cuarto y cuando vieron a Ricitos dormida en la cama del bebé Oso, supieron que era hermana de la chica de la torre, pues eran exactamente iguales.

Al día siguiente, cuando Ricitos despertó, se encontró a los tres osos jugando en el cuarto, pero en silencio. Ellos le contaron que era su casa y vigilaban a una chica en una torre que era muy parecida a ella.

Ricitos les dijo que era su hermana Rapunzel, así que entre todos comenzaron a pensar cómo sacar a Rapunzel de allí para que la hechicera no pudiera seguir teniéndola encerrada allí.

Esa misma noche, los osos y Ricitos subieron hasta la torre, le contaron todo a Rapunzel, y ella aceptó lo que los cuatro le dijeron. Extendió su largo cabello por toda la habitación, dejando que todos se escondieran, y esperaron hasta que llegara la hechicera.



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En el texto hay: retelling, cuentos de hadas, magia

Editado: 10.02.2019

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