Los Cuentos sin Dueño 2020

El Pacto

Irrumpió en la habitación abriendo la ventana de par en par y las hojas de metal retumbaron contra la pared. Tenía el cuerpo lleno de sudor frio y las lagrimas no paraban de correr por su rostro, y en su remera las manchas de sangre ya se habian secado con el viento de afuera.

No podia creerlo aún. Casi podia verse aún en el rio, abrazando al cadaver, llorando a moco tendido. Podía ir hacia mas atras, ¿de donde carajo había sacado el arma?. "Está es nuestra salida" le habia dicho con total seguridad, y por un momento se lo había creído, realmente pensó en hacerlo y por eso mismo asintió a su propuesta. "Nadie nos va a entender, nunca. Asi vamos a estar juntos, sin que nos jodan, para siempre". Su mirada denotaba tristeza, pero cuando él accedió a su propuesta, la sonrisa se asomó: era el destino que se hacía presente, unidos en vida, ahora en muerto y hasta la eternidad. Con esa ultima promesa, le dio una mirada de hasta pronto y asi fue que jaló el gatillo.

La sangre explotó detras suyo y dejó manchadas las piedras del rio. Ni una gota le habia llegado a él, pero tuvo que inclinarse ante el cadaver y abrazarle, asegurarle que pronto estariá a su lado ¿Que importaban las manchas de sangre en la ropa? Despues de todo pronto seria una bolsa de carne sin vida y su alma errante vagaria sin sentido hasta encontrar a su amor. Tomó la pistola y llevo el cañon dentro de su boca, un tiro certero y ya no podría ver mas.

Y ahora estaba en su habitación, la que habia abandonado horas atras antes de ir a cumplir el pacto. Las lagrimas no cesaban. "COBARDE...COBARDE" le gritaba una voz en su cabeza. Se agacho a culminar el llanto y de a poco se arrastró al borde de la cama. Tenía que terminarlo, no podía dejarlo así. "COBARDE". Había fracasado pero era hora de redimirse ¿importaba algo el tiempo de diferencia? "COBARDE". Tomó el cinturon en sus manos y lo cerró alrededor de su cuello. Luego, lentamente, "COBARDE" deslizo el resto por el respaldo hasta dejarlo tenso y trabado. Y se dejó caer.

La constricción del nudo le hizo perder el aire y a los segundos ya veía borroso. Manoteo con todas sus fuerzas y finalmente sujetó la parrilla de su cama hasta lograr recuperar una posición. Aflojó el nudo y desesperado rodó en el suelo chillando. Pedía perdón, perdón por haber sido un cobarde... un maldito cobarde.




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