Los Cuentos sin Dueño 2020

Las pequeñas cosas

El 2017 fue un año horrible, porque ese fue el año en que finalmente me di por aludido de que ya no era un niño. Mi niñez y adolescencia dieron su ultimo respiro ese año cuando se publico un fanfic del final de mi saga de videojuegos favorita. A ustedes les parecera una boludes,y tal vez esten en lo cierto, despues de todo podria mencionar muchas otras cosas que habran marcado el fin de una etapa en mi vida y cada una seria igual de valida que la otra. Por ahi podria hablarles de como ese año tambien terminé de divorciarme de una carrera que habia perseguido por años, desde mis 15 años hasta el fin de esa renovada adolescencia tan tardia que me habia tocado vivir. Aún me duele haberme decantado por una vida de consultorio de la que habia renegado para luego volver, igual no es una decisión de la que me arrepienta y mas ahora en la que he terminado por concluir que la vida de maestro de "enseñanzas orientales" y vendedor de un relato falso no es una vida que me apetezca y que aquellos sueños eran chispas de una cabeza demasiado influenciable que terminaron por extinguirse en una madurez incipiente. Pero no fue ni el cambio de carrera repentino, o el alejarme de algunos amigos de la infancia: fue esa publicación llamada Epistle 3 que acabó por sepultar las viejas fantasias de razas desconocidas, viajes interdimensionales y otras tantas ficciones.

Siento que en estas mal llamadas tonteras se encuentran estos puntos de quiebre, en su simpleza y cotidianeidad es donde uno puede pararse a mirar sin desbordarse de la angustia y percatarse que ya no se es un niño que sueña con ser maestro, cientifico o director de cine. Y para nada es que estó haya sido algo definitorio en mi vida, al fin y al cabo fue un punto de inserción en una nueva perspectiva, la del yo de ahora que ya no miraba con deseo al pasado sino que lo podia pasar de largo y apostar hacia un nuevo futuro. Pero esta clarificación llegó tras un inicio caotico del 2017 que iba plagado en ausencias, y tal vez el punto de mayor angustia y conflicto fue en Julio: el dia que me enteré alrededor de las 12 del mediodia que había muerto el cantante de mi grupo favorito, lo que significaba otro golpe mas hacia mi infancia, al que respondí con una cara de piedra y una sonrisa amarga. En la muerte esta todo lo definitivo, y con esa partida ya no habría mas musica para mí, ni mas posibles conciertos a los que podría asistir.

Cuando me enteré del fallecimiento de Chester Bennington no creo haber hecho otra cosa que asentir con la cabeza y reproducir alguna canción en su nombre, luego baje a comer. Nunca pude asimilar la angustia de una perdida tan lejana y a la vez tan cercana, ni mucho menos expresarla, hasta ahora, en palabras: tan solo me  tuve que poner contento y pretender que nada habia pasado. Despues de todo: el día que murio mi cantante favorito así como mi infancia: fue el dia de mi cumpleaños.




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