Una mañana, de esas de un frió que no deja estar, a las 6 de la mañana (con los pensamientos congelados), los trabajadores de la constructora "El Sauce" se dirigieron a un trabajo historico, a iniciar finalmente la construcción en el terreno baldio que llevaba años desocupado en la pequeña ciudad. Iban desfilando ya por calle Independencia, llegando a Quiroga, cuando se encontraron con la mayor de las sorpresas. En el medio del sitio, entre las pilas de ripio y arena, sentada una reposera estaba Doña Marta Gareca tomando mates.
Inmediatamente los trabajadores corrieron en su ayuda, pensando que la vieja tal vez habia sufrido algun episodio de demencia senil. La señora los miró, totalmente en sus cabales, y les dio los buenos dias. Acto seguido cebo un mate humeante y pasó a ofrecerlo a los trabajadores. Uno a uno, sin parecer muy ansiosos, trataron de convencer a la señora que se retirara de aquel lugar tan peligroso pero ella se negó rotundamente declarando que por ningún motivo se moveria de ese lugar y que si querían trabajar que lo hicieran en otra parte.
No pasó mucho tiempo, dos o tres horas, hasta que la noticia llegó a los medios y pronto Doña Marta tuvo una decena de camaras rodeandola en su peculiar sentada y un grupo de curiosos que se habían juntado para ver de que iba aquel alboroto. Mientras, la vieja se mantenía en su reposera. Algunos entusiastas se acercaban a Marta, la saludaban y charlaban con ella, le cambiaban la yerba al mate y reponian su agua caliente, llevaban facturas, se sacaban selfies,etc. Fue finalmente cuando llegaron los medios de comunicación que Marta explicó el motivo de su sentada. El canal 10, cayó en busca de la primicia y fueron los primeros en poner un microfono frente al rostro arrugado de la señora:
"Ustedes son jovenes y como jovenes son ignorantes de nuestra historia. Yo se que los muchachos vienen aqui a trabajar, ojo eh, pero este lugar es algo sagrado ya para nosotros. Antes habran tenido la oportunidad de construir en este baldío pero tras tanto que ha pasado por estos lados me parece que este sitió deberia permanecer tal cual. Ustedes no saben, pero aquí hace muchos años se hicieron fiestas con los vecinos, cuando yo era aún una niña y el centro no estaba tan poblado, se ponían tablones grandes y banderines que se colgaban de los postes de luz. Aquí ya hecha una jovencita tuve mi primera cita con Mario, mi marido que en paz descanse, nos pusimos un mantel con velas entre el pasto. Era todo un romantico mi Mario... Y aquí señorita reportera le voy a comentar, usted que es tan joven, ocurrió la desgracia de los dos estudiantes, esa la de los amantes del colegio San Ignacio. Esas cosas no se tienen que olvidar, los que olvidan la historia estan condenadas a repetirla y yo no se usted pero yo no quiero otra Jimena Valdiviezo a quien llorar"
A lo largo de la pequeña ciudad muchas personas vieron la nota. Algunas rememoraron los fiestas patronales del baldio (antes que algun empresario comprara el terreno) y se les llenó el corazon de nostalgia. Otras personas miraban la estampita de su Santa Jimena, aquella martir que ahora se habia hecho milagrosa, y otros simplemente se conmovieron al ver a la vieja sumergida en los recuerdos.
Tal fue el impacto de la nota que por la tarde una multitud se habia reunido protestando contra la torre de edificios en el sitio de construcción abandonado. Musicos llevaron sus guitarras, y entonaban viejas canciones de protestas. Se turnaban entre si para tocar en el escenario improvisado que habian armado. Carteles poblaban todo el sitio hechos por estudiantes y movimientos politicos que habian aprovechado el entusiasmo para reclamar por otras cosas. En un rincon, un grupo de vecinos rememoraba sus experiencias en el sitio de construcción. "Yo tuve mi primer borrachera aquí" gritaba Marcos Cruz "aquí justo en esta viga vomite como nunca habia vomitado"
La cantada duro hasta la noche, donde la concurrencia empezó a disminuir. Todos los musicos si se quedaron, habian empezado a traer cerveza y armado un fogon. Tambien los vecinos mas ancianos convivián con los musicos, que en cualquier otro momento habrian llamado hippies de porqueria, ahora les alcanzaban mates pero los dejaban ser con su musica, simplemente la escuchaban de fondo mientras conversaban con doña Marta que era aún el centro de miradas, sentada sola en su reposera hablando de su querido don Mario.
A la madrugada, entrando nuevamente las seis de la mañana, no se encontraba ya nadie en el viejo sitio de construcción (salvo algun que otro borracho) solo doña Marta, que habia rechazado toda oferta de volver a su comodo departamento en calle Independencia. Ella se quedó allí, fiel a su termo y su mate, se quedó sentada en la reposera que habia llevado la mañana anterior. Se quedó pensando en su marido, y la cena de hace mas de 40 años cuando todo galante le dijo que estarían juntos para toda la vida. "Viejo de mierda" pensó "me faltaste a la promesa" y dejó escapar una lagrima. El sol naciente y los trabajadores del Sauce (que volvían a intentar iniciar su trabajo) la encontraron allí en su reposera con los ojos bien abiertos y una sonrisa en el rostro, totalmente muerta.
No hubo investigaciones, se declaro su muerte como natural, tan solo algún que otro movimiento esporadico para mantener lejos la construcción del sitio. El sitio permaneció cerrado por unos meses hasta que finalmente "El Sauce" cumplió su cometido. Pronto la gente se olvidó de aquella noche de protesta en el viejo sitio de construcción. Al año ya se encontraban flamantes las nuevas torres de departamento que se llamaban (no se sabe si en burla u homenaje de la empresa) "Complejo de Edificios Marta Gareca".
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Editado: 17.09.2020