La vida de Daniel Salazar había sido siempre predecible. Como investigador científico, todo en su mundo tenía una lógica, una explicación precisa. Para él, los misterios eran solo problemas sin resolver, y las supersticiones, un reflejo de la ignorancia. Así había sido hasta que una mañana lluviosa de otoño recibió una inesperada herencia: una vieja mansión, perdida en las colinas de un pequeño pueblo que ni siquiera aparecía en los mapas modernos. La casa pertenecía a su tío abuelo Ismael, un hombre excéntrico al que apenas recordaba. Lo que sí recordaba claramente era el rumor de la familia sobre su locura en los últimos años de vida. Lo tildaban de paranoico, de ver cosas donde no las había.
Junto con la herencia, recibió una carta escrita a mano, en papel ya amarillento y frágil. La advertencia era clara: "Nunca te mires a los ojos en los espejos por más de 10 segundos. Si lo haces, algo te observará desde el otro lado."
Daniel se rió. Consideraba la advertencia una broma de mal gusto, una tradición familiar absurda que venía de tiempos más supersticiosos. Con una sonrisa en los labios y su maleta al hombro, decidió ignorarla por completo.
Sin embargo, desde el día que cruzó la puerta de la mansión, la realidad como la conocía empezó a desmoronarse lentamente. Lo que comenzó como una advertencia absurda se transformaría en su mayor pesadilla.
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Gracias por venir a este espacio que he creado para ti con mucho cariño. Te dejo esta micro historia! Espero sea de tu agrado.