Los demonios de Dereck

Capítulo 10

Me apreté más contra el cuerpo de Dereck, olía a detergente de lavanda combinado con un carísimo perfume masculino; deslizaba la yema de sus dedos por mi cintura y mi piel se erizaba bajo el tacto.

— Pequeño cielo…

— ¿Mmm?— dije entre dormida y embriagada por las sensaciones tan liberadoras que estaba sintiendo.

— ¡Bomba!— el sofá no aguantó el peso de Noah y Jasen, todos caímos al suelo.

— ¡Imbéciles!— gritó Dereck.

La respiración se me tornó difícil, ese par de bodoques pesan bastante.

Al recuperarse del impacto el par de babosos se levantaron, quedé como hoja aplastada.

Respiré hondo, controlé la chispita de mal genio que en mí brotaba.

— ¡¿Qué necesidad había de hacer eso?!— grité.

Ambos estallaron en carcajadas y Dereck seguía acostado en lo que quedaba del mal hecho sofá.

— No es nada lindo que el par de tortolos se esté poniendo empalagoso cuando uno no tiene ni amigas— dijo Jasen.

— Con esa cara de malandros que se mandan— susurré.

— ¿Qué dijiste fresita?

— Lo que escucharon, sordos— repitió Dereck levantándose.

— Deberías presentarnos a algunas chicas, tú sí que tienes bastantes amigas— los fulminé a ambos.

— Hagamos un trato— les dije—, cuando Dereck quiera salir del closet conmigo, les presento a mis mejores amigas.

— ¿Son bonitas?— Noah.

— Sí, se llaman Andra y Hannah… dos bellezas— respondió Jasen.

— Ahora traigan comida y una ensalada—dijo Dereck, cerré los ojos… esto solo aumentaría el bullying.

— ¿Y eso? ¿Tú pequeña fresita te puso a dieta?— preguntó en tono burlón Jasen. El chico malo solo los miró mal y estos se callaron entendiendo.

Nos quedamos solos.

Di un vistazo  la habitación, cuadros de bandas de rock estaban colgados en las paredes, un escritorio en medio de la habitación y el resto solamente eran confortables muebles con una pequeña biblioteca, esta es la habitación de estudio de Dereck. La primera vez que vine me impresioné bastante, no creí que un chico como él le apasionaría tanto estudiar.

— ¿Estás bien?— preguntó pasando un brazo por mi cintura, di media vuelta, su mentón chocó con mi frente. Me empiné para quedar por lo menos a la altura de sus labios.

— Te amo— susurré. Él sonrió, estampé mis labios contra los suyos.

A pesar del tiempo, aún siento la magia al sentir su tacto, es tan maravilloso poder sentir todos estos sentimientos y ser correspondida.

— Te tengo una sorpresa— murmuró.

Junté las palmas para esperar a ver qué era.

Salimos del estudio y me condujo rápidamente a su habitación, las cortinas se movían al compás del viento que soplaba, entró al armario y volvió con una bolsa de centro comercial rosada.

— Sabes que no soy muy bueno con los regalos y créeme que hago lo mejor que puedo— dijo antes de pasármelo.

Entusiasmada la abrí, miré dentro, había algo verde, lo saqué y al estirarlo pegué un gritito.

— ¿No te gusta?

Sonreí feliz, esto es perfecto, era un vestido bordado con gradas de gasa efectivamente color verde, él sabe cuánto adoro este diseño coctelero.

— ¡Es hermoso!— chillé.

 Estiró sus labios en una linda sonrisa.

— Sé que querías ir a las ofertas del Carlsbad pero… este es mi tratado de paz.

— ¡Oh Dereck!— me acerqué y esparcí besos por todo su rostro—. ¿Cómo hiciste para saber la talla y el color?

— Amanda me ayudó con la talla, yo perdí 30 minutos de mi existencia intentando encontrar la diferencia entre el verde menta, verde petróleo, verde prado, verde claro, verde oscuro, así que… escogí el que parecía más llamativo.

Estos son los pequeños detalles que enamoran.

— Ahh en la bolsa hay algo más.

Volví a tomarla y en el fondo había una pequeña caja envuelta con un moño. Era una cadena de oro blanco con un dije.

— La clave de sol representa la inicial de tú nombre y eso que parece una nota, en realidad es la inicial de mi nombre.

Su toque era suave, el material aparte de costoso era muy liviano.

— Si me dijeran que el chico malo de mi instituto es tan romántico, no me lo creería— dije sarcástica.

— Solo contigo pequeño cielo, solo contigo.

Me di la vuelta para colocármela pero Dereck me la arrebató de los dedos, Su respiración rozaba mi nuca y mi piel se erizó al contacto piel con piel, la colocó en su lugar, dejó un beso húmedo a un costado y un corrientazo me pasó por todo el cuerpo.

¡Skyler controla esas hormonas!

— Listo.

— Todo un playboy Weston, empezaré a jugar contigo de esa manera, no te gustaría que te provoque erecciones todo el tiempo, ¿Verdad?




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