— ¿Es seguro que estemos haciendo esto?— deslicé mi brazo para empujar el cajón del archivador, desde hace diez minutos estoy buscando el nombre de Dereck para ver si su expediente tiene alguna anotación.
— Cállate y solo busca, déjame las consecuencias a mí, yo veré.
— Te estás pasando de imbécil— le pegué un puño en el hombro a mi primo.
Apretó los labios para ocultar el dolor y me miró mal.
Las luces de la oficina del director se encendieron de la nada y quedé atrapada con las manos en la masa.
Ian abrió la boca y miró detrás de mí como si hubiera un muerto.
¡Qué buena idea tuviste Skyler!
Ese mismo día en la mañana
Corrí por el campus de la escuela intentando despejar mi mente, una y otra vez mi cerebro me recordaba que algo extraño (más de lo normal) estaba pasando con Dereck, comenzó a faltar a los ensayos de la banda, cosa que prácticamente era sagrada para él.
Por más que intento pedirle una explicación contesta con evasivas y ni decir del tema de Mercy.
¿Estaría cayendo demasiado bajo si pienso que me es infiel?
La idea me aterraba bastante, aunque confiara demasiado en él no sería descabellada la idea.
— ¡¿Sky vienes a comer?!— gritó Hannah desde la escalera, llevaba un lindo vestido azul de flores primaveral con unas sandalias romanas, estilizaba completamente sus piernas. En cambio Andra se conformaba con un par de jeans, convers y una camisa larga blanca con agujeros de dudosa procedencia, cuando quería dejaba de vestirse como indigente.
Reduje la velocidad con la que corría y salude a mis amigas, ambas me apresuraron. Quité la música de Beyoncé que sonaba en mis auriculares y me dirigí a las escaleras.
— ¿Por qué últimamente estás tan elevada?— Andra me extendió una toalla de mano y gustosa la tomé.
— ¿Les parece?— asintieron—, comencé a fumar y la hierba está muy buena.
Hannah se rio incrédula.
— ¡Yo quiero un poco!— Andra al decirlo trastabillo y casi cae al suelo, solté una carcajada.
— Eso te pasa por decir estupideces— abrió la boca ofendida.
Luego de esperar a que me cambiara fuimos al comedor, hoy todo el mundo estaba eufórico, era viernes después de todo. Entré y algunos silbaron al verme caminar. Cogí mi bandeja con un plato de ensalada, una fruta, una galleta y agua mineral.
Andra, Hannah y yo nos quedamos paradas en medio de la cafetería.
No. Puede. Ser.
¡¿Por qué nuestra mesa?!
Estaba ocupada y me parecía desgastante tener que rebajarme y pelear por una simple mesa.
Ambas chicas me miraron para saber qué hacer, levanté los hombros y con la vista periférica, vi que Ian estaba sentado con su grupo de basquetbol, tendría que estar loca para hacerlo, aun así señalé la mesa de mi primo.
Andra se puso pálida.
— ¿Y si comemos afuera?— Sugirió, Hannah y yo nos miramos con asco, obviamente no lo haríamos. Nos ensuciariamos.
Resignada, Andra bufó.
Caminamos hasta el fondo del salón, al vernos cerca los amigos de Ian comenzaron a silbar, parecian animales cazando, este al escuchar la bulla se dio vuelta y desencajó la mandíbula.
— ¿Qué carajos llevas puesto Skyler?— dijo colocando sus ojos sobre mí al terminar de observar mi vestimenta con desdén.
Llevaba una chaqueta lazada corta color blanco, tenía dos nudos, uno sobre mi pecho y el otro en la cintura, dejando observar un poco de piel y el piercing de mi ombligo, en conjunto con una falda de jean que dejaban a la vista mis largas y contorneadas piernas con unas sandalias color salmón.
— Ropa— levanté mi ceja para amenazarlo—, ahora córrete que tengo hambre.
Sus amigos volvieron a carcajear y Fletcher no dejaba de mirarme a lo que Ian le proporcionó un calvazo. Todos se acomodaron para darnos asiento a las tres. Andra se sentó en frente de Ian y me percaté de la sonrisita socarrona que ambos tenían en sus rostros. Vaya, vaya, malévolos cucarachones.
— ¿Cuáles son los planes para esta noche chicos?— pregunté luego de tragar el agua que había tomado.