Los demonios de Dereck

Capítulo 23

 

Llevaba una falda de jean color palo de rosa con borde desmechado, una linda camisa campesina blanca con mangas corte campana y un par de botines cafés, papá conversaba atentamente con Amanda de copiloto mientras conducía hacia casa de la tía Sofía. No negaré que me encuentro en estado nervioso porque se acercaba la hora de la verdad, Ian y yo revisaremos aquel fruto prohibido.

Quizá suene muy dramático viniendo de mí, pero oye… ¿Qué se puede esperar de la reina del drama?

Revisé el grupo Bitches, Andra había enviado un mensaje. 

“Chicas, recuerdan que les hablé de la banda que toca en el black garden?”- Andra. 

“Si, qué pasa?”- Sky. 

"???"- Hannah. 

“Me han dado audición para este jueves, me acompañan?”- Andra. 

"Me apunto 🎉🎉" - Hannah. 

Cerré los ojos. El alma se salió de mi cuerpo, no creí que sería tan rápido.

— ¿Pasa algo Sky?— papá me miró por el retrovisor.

Suspiré.

— Andra hará una audición para la banda en la que toca Dereck, el resto ya lo imaginarás— respondí decaída.

Neftalí se rio junto a Amanda, maravilloso.

— Me fascinan los conflictos adolescentes— dijo él divertido.

— ¡Papá!— chillé.

— ¡¿Qué?! A tú edad solo me preocupaba por quién llevaría la cerveza.

Amanda lo miró sorprendida.

— Eres una caja llena de sorpresas Neftalí.

Papá detuvo el auto mientras el guardia abría el portón para darnos paso a aquella enorme casa, una vez en el parqueadero, me bajé y no esperé a ninguno de los dos, la puerta estaba abierta, así que entré y me topé de frente con mi abuela.

— Hola cariño— saludó dándome dos besos en cada mejilla—, cada vez que te veo estas más hermosa.

— Tú también— la abracé y fuimos a la sala donde ya estaban Tessa hablando con mi tío Aitor, todo un hombretón de 36 años, el menor de los hermanos Johnson y el único sin hijos, ni pareja (Claro, que no conociéramos, él es de los que dicen que no presentará a nadie a la familia a no ser que sea algo serio).

Saludé a mis primos, Tessa me abrazó fuertemente y Elijah solo levantó su cabeza porque estaba hablando por teléfono.

— ¿El abuelo y la tía Sofía?— pregunté.

— No deberían tardar, estaban terminando un asunto en la clínica.

Asentí.

— Sky— corrí hacia mi tío cuando escuché llamándome y me abrazó, hace 6 meses no sabía nada de él, estaba de voluntariado como médico en Dialakoto, un pequeño pueblo en Senegal. Su piel estaba bronceada,  el cabello rubio del que tanto presumía se había vuelto castaño quizá por la cantidad de rayos de sol a los que se vio expuesto, a pesar de eso, se veía exótico y esa sonrisa tan característica de los hermanos estaba casi más brillante desde la última vez que lo vi.

— Tío— Pasó una mano por mi corto cabello y abrió la boca para mirar a mi padre detrás de mí, asombrado por lo que veía.

— Sky, ¿me voy durante un tiempo y tú cabello desaparece?

Vi por el espejo que colgaba de la pared frente a mi como mi familia hacia señas para que se callara y dejara de preguntar.

— ¿Entonces?— esperó una respuesta haciendo caso omiso a las señas.

No lloraría, me faltaba un 10% para superar por completo el asunto. Mi padre caminó hasta su hermano y lo tomó del brazo para sacarlo de la sala para ir a la alberca.

— Bien, creo que eso fue bastante incomodo— dijo Tessa antes de ir a la cocina.

Subí a la habitación de Ian quien estaba de espaldas sentado en su escritorio viendo fijamente un papel que tenía entre sus dedos.

— ¿Qué haces?— pregunté muy cerca de su oído tomándolo por sorpresa, se sobresaltó dando un brinco dejando caer la hoja.

— ¡Diablos Skyler!— gritó, hizo el amago de tocarse el corazón.

— Hola— saludé, lo aparté un poco para darme paso, tomé la hoja, era un reporte médico, exactamente, el del chico malo.

— Hola— me devolvió el saludo—, lo siento, pero tuve que adelantarme, no pude con la curiosidad.

— Ya veo, desgraciado— me quejé, leí el documento y solamente aparecía algo sobre apoyo psicológico con la orientadora y visitas regulares a la  clínica de reposo Basilia.

Es decir que Amanda tiene constantes charlas con Dereck.

— ¿Piensas lo mismo que yo?— pregunté.

— ¿Que cada vez que descubro algo de tú novio me doy cuenta que está más jodido que mi elección de carrera profesional pero menos jodido que los misterios del océano?

Suspiré.

Le di un calvazo.

— ¿Por qué eres tan idiota? Ni siquiera tienen relación entre sí las comparaciones que haces, estúpido.




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